otros temas, noviembre 24, 2010

A VUELTAS CON EL TRABAJO

Cree a aquéllos que buscan la verdad,
pero no a quienes la han encontrado.
ANDRÉ GIDE

Baudelaire decía que todos los males se curan con el trabajo, pero la gente de mi barrio solía decir que si el trabajo es salud, ¡viva la tuberculosis!
Otro amigo lejano contaba un buen chiste: «Lo mejor que tengo es una voluntad firme. Mira que me gusta trabajar, pero me aguanto y resisto como un hombre.»
Hay quien reniega del trabajo y quien consagra su vida, casi por entero, a su actividad profesional. Lo importante es que esa disposición sea voluntaria. Hay trabajos y trabajos y hasta he visto algunas declaraciones de gente honesta, manifestando que lo suyo no es trabajar, sino divertirse. Sin duda. Porque no creo que piense lo mismo un pescador en Terranova o un minero.
Se asume la necesidad de trabajar, ya sea integrándose o no en los procesos de producción, para sobrevivir, para ganarse la vida y quienes no tienen trabajo (o tienen/tenemos) poco, sufren/sufrimos.
En La estrategia de la hormiga (Consider Her Ways), Frederick Philip Grove narra la odisea de unas hormigas «ilustradas» que cíclicamente realizan incursiones al exterior para mejorar su civilización. Desde Venezuela llegan a Nueva York, aunque sólo sobreviven tres de ellas. Se instalan en la Biblioteca Central y allí aprenden a leer y se enteran de cosas muy curiosas, entre ellas que los hombres que trabajan, cómodamente sentados, en un despacho ganan mucho más que los obreros de los rascacielos, que caminan entre vigas de acero en el piso 50 o 60. Les extrañan muchas cosas de nuestra civilización. Como no disponen de sus huertos de hongos para alimentarse, lo hacen con el moho de los viejos libros y comprueban que, según su temática, el sabor es diferente. Así, los de poesía tienen un sabor dulce, las novelas, otro más fuerte, pero agradable, mientras que los de religión y política tienen un sabor repulsivo…
Hace unos años murió Guillermo Marcel, un mecenas deportivo mallorquín, cuyos ancestros eran grandes terratenientes. Al parecer dilapidó su enorme fortuna disfrutando de la buena vida. «Yo sólo trabajé para no trabajar», habría dicho, y su nombre completo no tiene desperdicio: Guillermo Pedro Crisólogo Isidro Marcel Ordines d’Almedrà Puig Fonts dels Olors Amer Prohens de s’Horta.
Supongo que nunca tuvo que rellenar un formulario.
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