Algunos fragmentos de la biografía Stanley Kubrick, por John Baxter (Ediciones T y B, 1999), traducción de Mónica Rubio.
Capítulo 3.
El ajedrez ha seguido siendo importante para Kubrick, aunque rechaza la relación superficial entre su sentido de las relaciones espaciales como director y la dinámica del tablero. Las investigaciones más recientes confirman esto. «La habilidad para jugar al ajedrez –dice un informe de los años noventa–, es bastante específica y no es una función de la memoria general ni de la capacidad cognitiva.» La «mente ajedrecística» es aquella que es capaz de retener miles de jugadas y considerar y rechazar cientos de alternativas antes de escoger el mejor movimiento en una situación determinada. Pero sus estrategias son más instintivas que racionales, una cualidad no siempre aplicable al mundo real. Muchos generales, hombres de negocios y directores de cine de éxito son jugadores de ajedrez mediocres.
«Si el ajedrez tiene alguna relación con la dirección de películas –dijo Kubrick a Alexander Walker–, es en la forma en que te ayuda a desarrollar la paciencia y la disciplina para escoger entre varias alternativas en el momento en que una decisión impulsiva parece muy atractiva. Por otra parte, es necesario (en el ajedrez) tener una intuición perfecta; y para el artista es algo muy peligroso en lo que basarse.» Lo que Kubrick recordó mejor a propósito del ajedrez, como ha reconocido más tarde, fue la sensación de combate: la oleada de placer y excitación, los latidos del corazón al ver el movimiento correcto, el único posible, y la necesidad de ocultar lo que sabes hasta que la trampa pueda ser desplegada.
(…)
La escena ajedrecística de Nueva York estimulaba aquellos aspectos del carácter de Kubrick que los psicólogos llaman «pasivo/agresivo». Había desarrollado, como muchos otros hombres que comparten ese defecto de la personalidad (T.E. Lawrence, Howard Hugues) la tendencia, que David Garnett señaló en Lawrence, de «retroceder hacia las candilejas». Había un narcisismo en la timidez de Kubrick, una tendencia a escoger el acto de retirada que atrajese la atención hacia él de la manera más estridente. Ya fuese leer un periódico a la luz de la pantalla del cine, inclinarse sobre un tablero de ajedrez en Washington Square o, más adelante, esconderse en un enclave secreto en el campo inglés, se estaba exhibiendo tanto como si hubiera estado representando ‘Hamlet’ en Broadway.
(…)
Para hacer durar su seguro de desempleo, Kubrick empezó a jugar al ajedrez por dinero, práctica habitual entre los jugadores jóvenes. Kaufman y sus amigos jugaban en ‘The Flea House’ (La Casa de las Pulgas) hasta haber ganado lo suficiente para pagarse una comida y luego, después de comer, jugaban para poder ir al cine. Kubrick prefería jugar en la zona de Washington Square, junto a las calles McDougal y 4. Los tableros fijos de cemento eran gratis (en ‘The Flea House’ se pagaban por horas y el aire libre ofrecía buen número de mirones y de patzers (pichones). Organizando cuidadosamente sus partidas, Kubrick ocupaba un tablero en la sombra durante el día, pero se desplazaba a uno iluminado por una luz de la calle al caer la noche. Recordaba que la ganancia habitual de un día de doce horas era de tres dólares («que da para bastante, le dijo a un amigo años después, si lo que vas a comprar con eso es comida»), pero sin duda ganó mucho más.
+
Antonio Gude 12:01, diciembre 16, 2011
Antonio MG. Sí, eso que mencionas está en mi artículo, incluida la cita de Michel Ciment. Sí, en ‘Atraco perfecto’ (una película perfecta, por cierto) sale precisamente ‘The Flea House’, La Casa de las Pulgas, con una puerta de cristal en la que se lee: ACADEMY OF CHESS AND CHECKERS, que aquí se ha traducido por ‘Academia de Ajedrez y Ajedrecistas’ (es …’Damas’).
En cierto modo, este intercambio de comentarios puede considerarse un foro.
Antonio MG 11:55, diciembre 16, 2011
El Universo Kubrick es fascinante, y si ya lo mezclamos con ajedrez… Pensaba Jairo que la partida de 2001 era una de Smyslov, Kubrick lo admiraba mucho y por eso a uno de los protagonistas le dio el nombre de Dr. Smyslov. En «Stanley Kubrick» de Riambau se cita un comentario de Kubrick sobre el ajedrez al periodista Michel Ciment:
«Entre las muchas cosas que el ajedrez enseña está el hecho de controlar aquella emoción inicial que experimentas cuando te das cuenta de que una jugada parece buena. Te ejercita a reflexionar antes de ejecutarla y a pensar con la misma objetividad cuando tienes problemas»
En Lolita, otra magistral película, también se ve jugando al ajedrez a Shelley Winters y James Mason. Y creo recordar que en Atraco Perfecto sale un club de ajedrez. Nabokov era aficionado, ¿casualidad?
Ya aparte, qué pena que este blog no tenga foro, se desarrollarían mejor los temas.