otros temas, noviembre 29, 2010

AL OTRO LADO DEL ESPEJO

En 1971 el Campeonato de la URSS por equipos se celebraba en Rostov sobre el Don. Durante la competición, uno de los grandes maestros participantes tuvo que asistir a la fiesta en la que, según las estrictas tradiciones rusas, el que llega tarde tiene que beber inmediatamente una copa de vodka, en concepto de penalización. El gran maestro, consciente de sus obligaciones ante el tablero al día siguiente, quería irse pronto, pero el remordimiento de ausentarse de la reunión y la evidente falta de respeto para con sus anfitriones, le hizo tomarse la justicia por su mano, anticipándose a posibles penalizaciones, con brindis y más brindis de autoinculpación.
Cuando se presentó en la sala de juego, a duras penas consiguió encontrar la silla que, supuestamente, debía ocupar su oponente, nada menos que Boris Spassky. Pero el GM Krogius le aclaró: «Si buscas al campeón del mundo, se encuentra un par de tableros más arriba.»
Por fin, y tras el familiar saludo de Spassky («¡Hola, babushka!» /Hola, abuelito/), nuestro héroe vio que en el tablero se había realizado ya la jugada 1 e4, de modo que respondió con 1 … Cc6. El juego siguió así: 2 f4 b6 3 Cf3 e5 4 fxe5 Cxe5? 5 Cxe5

En este momento, las negras contestaron 5 … Rxe5?!?, jugada que se encontró con las naturales objeciones del árbitro, situado lo bastante cerca como para indicarle al audaz conductor de las piezas negras que el movimiento no era reglamentario. Pero el gran maestro explotó: «¡Qué mierda está pasando aquí! ¡Toda mi vida he jugado la Defensa Grünfeld como para que alguien la refute así como así!»
Obviamente, el héroe de nuestro relato había sufrido un espejismo «especular»: la imagen invertida de flanco, como consecuencia de su estricto respeto por las tradiciones rusas…
Del libro LA FIESTA DEL AJEDREZ, A. Gude, Ediciones Tutor (2001), p. 172.

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