Los artículos y crónicas del campeón mundial Alexander Alekhine tienen especial interés, porque se expresaba con vigor y lucidez y con la evidente autoridad de su rango magistral.
Durante el torneo de Carlsbad 1929 ejerció de cronista para el New York Times, y aunque no conocemos esas crónicas, Kasparov (en el primer volumen de Mis geniales predecesores) nos hizo partícipes de la primera de ellas. En la misma, el autor distingue entre jugadores de dos tendencias: los reformistas y los neorrománticos.
«…se augura una batalla definida entre los adeptos a ambas escuelas, opuestas en su interpretación fundamental de la esencia del ajedrez. Un grupo está representado por el excampeón mundial, José Capablanca, de Cuba, quien además de ser un devoto de las sesenta y cuatro casillas, también es un amante del tenis y otros deportes físicos. Con él están dos ingenieros, Geza Maróczy, de Hungría, y el Dr. Milan Vidmar, de Yugoslavia, el matemático Dr. Max Euwe, de Holanda, y el bien conocido explorador de variantes teóricas, Ernst Grünfeld, de Viena.
«Para ellos, el qué del ajedrez es más importante que el cómo. Ganar es el único objetivo del juego. Sólo en raros casos, cuando su instinto creativo domina a su voluntad deportiva, se interesan por la calidad. que entonces se manifiesta en la aplicación práctica de la experiencia científica ajedrecística.
«La consecuencia de ignorar los aspectos creativos del ajedrez es fácilmente previsible. Su traducción en la práctica es el surgimiento de la escuela de reformistas, encabezados por Capablanca, quien temía que la teoría, altamente desarrolladas, llevase a la parálisis del ajedrez y, por consiguiente, pretenden hacerlo renacer divulgando una revisión de las reglas del juego. Ahora bien, ¿qué significa esa postulación?
«En primer lugar, una sobreestimación de la fuerza de la teoría en el sentido utilitario del término.
«En segundo lugar, un menosprecio de la intuición –la imaginación– y de otros elementos que elevan el ajedrez a la categoría de arte.
«En tercer lugar, en una general superficialidad de la actuación creativa.
A tal nivel aislante de la escuela reformista, estos seudocientíficos reducirían el noble juego del ajedrez, pero afortunadamente prevalece una más fuerte escuela de oposición, encarnada en el juego de Breyer y Réti, cuyas muertes prematuras fueron una terrible pérdida para el ajedrez. Como representantes de esa tendencia, en el presente torneo de Carlsbad tenemos a E. Bogoljubov, de Rusia, A. Nimzovich, de Dinamarca, Dr. S. Tartakower, de Francia, E. Canal, de Perú, F. Sämisch, de Alemania, y E. Colle, de Bélgica.
(…)
(continuará)
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