El MI y autor británico C. H. O’D. Alexander escribió numerosos artículos sobre ajedrez y algún que otro libro. Además de internacional con Inglaterra y de contar en su haber con una importante victoria sobre Botvinnik, fue un destacado comentarista del match Fischer-Spassky en Reykjavik. De su interesante A Book of Chess (Hutchinson and Co., Londres, 1975), extraemos esta reflexión, que corresponde al capítulo 5 (pp. 47-48):-
La dialéctica del ajedrez: el desarrollo del estilo
«Si Marx es el Mesías en la hagiografía comunista y Lenin su primer Papa, Hegel es Juan el Bautista, el precedente de Marx, cuya doctrina de determinismo económico estaba desarrollada en la filosofía de Hegel, y que además descansaban en una de las ideas capitales de Hegel, la secuencia tesis-antítesis-síntesis. Primero hay una idea (tesis) que aunque parece contener toda la verdad, en realidad sólo es una parte de ésta. Lo incompleto de la idea conduce a generar su contrario (antítesis) y luego se produce una reconciliación (síntesis) del conflicto a un nivel superior, que durará hasta que la síntesis parezca estar incompleta y deba reproducirse el proceso. Los comunistas pensaban que el ajedrez era un juego hegeliano y, por tanto, ideológicamente respetable, es decir que reproduciría en miniatura el proceso universal tesis-antítesis-síntesis. Creo, con reservas, que esto es cierto, y vale la pena considerarlo no sólo en el contexto de la lucha como juego individual, sino más bien en el desarrollo del estilo ajedrecístico a lo largo de los años.
Debemos preservar, con todo, el sentido de la proporción. En cualquier análisis de este tipo, es demasiado fácil caer en una excesiva simplificación y, tomando los casos extremos, establecer tendencias que parecen más claras de lo que realmente son. En cualquier caso, en ajedrez hay jugadores de muy distinto temperamento y estilo de juego, y un mismo jugador puede jugar a veces de diferente forma. Cuando alguien habla de cambio de estilo, no se refiere a un cambio repentino ni uniforme. En ciertas partidas comienzan a surgir nuevas ideas y en un período determinado se produce un cambio en el balance de partidas de distinto tipo. También es erróneo pensar en términos de ‘mejor’ o ‘peor’. Quizá un efecto más importante de las nuevas ideas es que enriquecen el juego, al ponerse de manifiesto que contiene más ideas de las que se creía. Por otro lado, las nuevas ideas lo hacen más difícil, de modo que hay mayor campo para que el jugador más fuerte pueda exhibir su superioridad.
Podemos (simplificando) aislar cuatro tipos de jugador. Primero, los tácticos (Greco, Anderssen, Marshall, Keres, Tal), jugadores para quienes el meollo de la partida se halla en sus posibilidades combinativas. Segundo, los estrategas (Philidor, Steinitz, Réti, Nimzovich, Bronstein, quizá Larsen y Petrosian), para quienes el interés radica en las ideas posicionales, en la lógica subyacente de la partida. Tercero, los técnicos (Staunton, Tarrasch, Maróczy, Flohr), que dominan las ideas actuales y las aplican con seguridad y eficacia: asimilan, en definitiva, todo lo asimilable. Cuarto, los mejores jugadores del mundo (Morphy, Lasker, Capablanca, Alekhine, Botvinnik, Fischer), que superan a todos los de los demás grupos, al combinar su excelsa maestría técnica con una gran capacidad táctica y visión estratégica. Ahora bien, ningún gran jugador (sobre todo entre los modernos) encaja por completo en un solo grupo. Un gran táctico como Tal tiene también, por supuesto, una profunda comprensión de las ideas posicionales y una técnica de primera categoría. Por otro lado, un estratega debe ser igualmente un buen jugador combinativo, si quiere recoger los frutos de su saber estratégico. Y no se puede ser un sobresaliente jugador técnico a menos que se tenga la habilidad estratégica y táctica que reporten una ventaja explotable a base de esa técnica. Esta división no se basa tanto en lo que un jugador puede hacer como en lo que quiere hacer: es su temperamento, antes que su técnica, y muchos jugadores no encajan claramente en un grupo u otro.
No obstante, existen estos tipos de jugadores y, más claramente aún, existen los correspondientes tipos de juego. Si tratamos de proceder a nuestro análisis hegeliano, los dos principales elementos de conflicto (tesis y antítesis) están representados por la táctica y la estrategia, es decir, situación específica y principio general, o bien análisis detallado y evaluación posicional.»
(…)
Sin entrar a debatir la reducción del ajedrez al análisis hegeliano (aunque creo que el ajedrez es dialéctica, en tanto que lucha de contrarios, y la conexión o diálogo que los oponentes sostienen durante la partida), siento decir que las ecuaciones entre religión y marxismo que esgrime Alexander son un puro plagio, puesto que ya las había expresado Bertrand Russell en su Historia de la filosofía occidental, muchos años antes (History of Western Philosophy, 1945). No tendría nada de malo repetirlas, por supuesto, pero siempre citando a su creador.
En cuanto a la clasificación (ya hemos mencionado otras en este blog), sorprenden algunas inclusiones, y nada cambia el hecho de curarse en salud, afirmando, con mucha razón, que ningún gran jugador puede ser etiquetado de forma infalible o sin estar impregnado de otras características técnicas que permitirían incluirlo o asimilarlo a otro grupo.
Me sorprende, por ejemplo, la inclusión de Bronstein entre los estrategas. Nadie dudará de que el gran Bronstein entendía un rato largo de estrategia, pero si había un factor dominante en su juego era, en cualquier caso, el factor táctico, incluso el psicológico, creando problemas a su oponente desde la misma apertura, y siempre ojo avizor a los matices y sutilezas tácticas de la posición. Estratega, sí, pero eminente táctico.
Tan extraño como incluir a Bronstein en los estrategas es incluir a Keres entre los tácticos. Su estilo lo era en los primeros quince o veinte años de su carrera, pero luego predominaba en su juego el elemento estratégico o posicional: es difícil encontrar partidas posteriores en las que Keres buscase «el cuerpo a cuerpo» y más bien confiaba en su profunda comprensión posicional.
¿»Quizá Petrosian» entre los estrategas? Sobra el quizá, en mi opinión, lo cual no significa que él no fuese un gran táctico cuando la posición lo propiciaba. Algo similar a Nimzovich, y lo mismo podría decirse de Larsen, a quien todo el mundo considera, en cambio, preferentemente un táctico. Pero Larsen buscaba las posiciones sólidas y cuando planteaba variantes dudosas de apertura es que las había sometido previamente a un minucioso análisis personal. Creo que Nimzovich, Larsen y Petrosian tienen un fuerte parentesco. No es un secreto: tanto Petrosian como Larsen han admitido, en innumerables ocasiones, estar muy influenciados por el gran maestro de Riga. Y se nota: estrategia profunda y sutil, pero siempre alertas a los posibles coletazos tácticos.
Una reflexión, en cualquier caso, interesante.
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Antonio Gude 16:53, septiembre 26, 2011
Hola, Jairo. Pareces coincidir con Ambrose Bierce, quien, en su ‘Diccionario del diablo’ definió así la filosofía: «Un camino con muchas rutas que conducen de ninguna parte a la nada.»
Alexander escribió cosas muy interesantes sobre ajedrez, pero es cierto que en este punto no estuvo muy inspirado. Saludos.
Anonymous 13:58, septiembre 26, 2011
Saludos,Antonio:En toda esta entelequia acomodaticia e innecesaria, dando giros alrededor de la nada,pienso que como proyecto de éxito, la tésis,la antitésis y la sintésis son herramientas recomendadas.Leo que para Alexander, cuando habla de «los mejores», solo hace alusión a los «Campeones Mundiales».Si somos consecuentes con el término:»Campeones sin corona», ademas de :»Maestros de élite», podemos concluir que para llegar a esas instancias se precisa táctica, técnica y estrategia, lo que pone en entredicho su clasificacion.
Jairo