Si un día te despiertas sin curiosidad,
ya se puede apagar la mecha. Ese día
has empezado a morir.
JOSÉ LUIS DE VILALLONGA
17. Apuros de tiempo
La falta de tiempo de su oponente puede afectarle a usted. ¿Cómo puede mantener la calma si su oponente se retuerce al sentarse, si se tiene cogidas las orejas y está saltando en la silla?
Cuando yo me quejé de que no podía soportar la visión de Reshevsky, retorciéndose como si estuviera en una sartén, al estar apurado de tiempo, Smyslov me aconsejó: «Aléjate del tablero. Tienes bastante tiempo. Date un pequeño paseo y deja que sufra él solo. Cuando te toque jugar, vuelve y luego repite el proceso.» Probé el método. Aunque se pierda algún tiempo, resulta muy útil.
ALEXANDER KOTOV, Piense como un gran maestro
18. ¡Haga el favor de jugar bien!
En el torneo internacional de Nueva York 1927, Capablanca era ya el vencedor, varias rondas antes del final. Ante el reproche irónico de un colega, Capablanca le dijo que era su intención hacer tablas en todas las partidas que le restaban. Llega el momento de jugar con Nimzovich y, apenas finalizada la apertura, el genio cubano le envía a su rival un mensaje con el árbitro, en el que le decía: «Le ruego que deje usted de jugar tan mal o no tendré más remedio que ganarle.»
19. Libertad por habilidad
Paolo Boi se embarcó en Barcelona, fue capturado por los corsarios y vendido en Argel como esclavo. Su amo, al descubrir su habilidad en el ajedrez, ganó sumas considerables gracias a ello y acabó concediéndole la libertad y una suma de mil cequíes.
RICHARD TWISS, Chess (1787)
20. Ensimismamiento
En la mañana del 24 de febrero de 1848, en el momento en que empezaron las descargas de fusilería, no lejos del Café de la Régence, el poeta Alfred de Musset y Delgorque se disponían a jugar al ajedrez. Al oír los disparos, Delgorque salió rápidamente del café para reunirse con los republicanos victoriosos. Pero Musset no se movió y, con la mayor impasibilidad, continuó la partida con otro adversario
LA STRATÉGIE, 1877
21. Resolución tardía
En Jarkov (Ucrania) dos jugadores de ajedrez, enamorados de una misma joven, resolvieron dirimir la contienda en el tablero, jugando una partida con la condición de que el vencido se ausentaría inmediatamente de la ciudad. Dos días duró la partida y el resultado fue de… tablas. Poco después, acordaron jugar una segunda partida, que duró tres días y el resultado volvió a ser el mismo: tablas. Sin cejar en su empeño, los dos rivales se aprestaban a jugar una tercera partida cuando recibieron la noticia de que su amada acababa de prometerse con un tercero.
DEUTSCHE SCHACHZEITUNG, 1897
22. El caballero de Barneville
Notable caso de afición al ajedrez nos lo ofrece el caballero de Barneville, de París. Desde 1768 pasaba cotidianamente cinco horas en un café jugando al ajedrez. Jamás interrumpió esta costumbre. Durante la época tumultuosa de la Revolución Francesa y del imperio de Napoleón nunca salió de París ni se abstuvo de jugar sus partidas diarias. Jugó con Philidor, con Rousseau y con Robespierre. En 1840 todavía concurría asiduamente a un círculo de ajedrez en París, donde se reunían La Bourdonnais, Saint-Amant y otras celebridades. Un día, a la hora de costumbre, no compareció. «Barneville habrá muerto», dijo, simplemente, uno de los socios. «¡Imposible!», contestó La Bourdonnais, «se habrá olvidado de despertar.» En efecto, aquel anciano había fallecido, tras haber pasado más de setenta años de su vida entregado al placer diario del ajedrez.
LA RÉGENCE, 1851
23. Visita fantasmal
Hace algunos años, un amigo mío, gran jugador de ajedrez, entonces soltero, tenía su novia en Argentona (Cataluña), adonde había ido a tomar las aguas con su familia. Cierto día, este amigo toma el tren y se traslada a Argentona con idea de pasar un día con su amada. Al entrar en la fonda se encuentra con un amigo y contrincante de ajedrez. «¿Qué te parece si echamos una partida?», le dice. «Venga.» Se pusieron a jugar, jugaron tarde y noche, hasta muy tarde, se acostaron y, a la mañana siguiente, el amigo se marchó de Argentona sin haber visto a su novia.
JOSÉ BRUNET I BELLET, Investigaciones sobre el ajedrez y su origen, p. 307
24. Charles Bronson y Kasparov
El famoso actor de cine Charles Bronson, de origen ucraniano, se encontró con Gari Kasparov en un ascensor del Hotel Plaza de Nueva York, después de la derrota del campeón ante la supercomputadora Deep Blue (el conocido match de 1997, que tanto frustró a Kasparov).
Bronson le dijo: «Fue culpa tuya, Gari.»
Y al pararse el ascensor, apostilló:
«Nunca te concederán la revancha.»
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