Éste fue uno de mis primeros artículos para Jaque (junio 1978), y quiero significar que el editor cometió la arbitrariedad de puntuar el título con dos signos de admiración (¡CONTRA FINE!), de los que no soy responsable.
Brava comparación -dijo Sancho-, aunque
no tan nueva que yo no lo haya oído muchas
y diversas veces, como aquella del juego del
ajedrez que, mientras dura el juego, cada pieza
tiene su particular oficio y, en acabándose el
juego, todas se mezclan, juntan y barajan y
dan con ellas en una bolsa, que es como dar
con la vida en la sepultura.
Miguel de Cervantes, El Quijote
La lectura del libro ‘La conquista del Campeonato Mundial de Ajedrez por Bobby Fischer’ (Bobby Fischer’s conquest of the World Chess Championship, Reuben Fine, 1973, primera edición en Inglaterra por G. Bell and Sons, Ltd., Londres, 1975, razón de ser de este artículo. A esta edición nos referimos al mencionar las páginas de las citas), hace algunos meses, me dejó con una incómoda sensación de disgusto. Sucesivas relecturas no hicieron más que acentuar mi primer impresión y transformarla en conclusiones poco amables hacia su autor.
El primer capítulo del libro citado (una breve historia del título mundial) tiene para mí el mérito de acumular toda una sucesión de inexactitudes y verdades parciales acerca de un tramo de la historia del ajedrez y sus protagonistas. Ese primer capítulo fue, sobre todo, lo que hizo inevitable sentarse a la máquina de escribir. Debo, sin embargo, aclarar que la motivación de este escrito no fue únicamente mi desacuerdo con las manifestaciones del Sr. Fine, sino, muy por encima de ello, el convencimiento de que su libro (que tienes tres partes, y aquí nos referimos exclusivamente a la primera) es una lamentable muestra de deshonestidad intelectual, un deliberado intento por deformar los hechos, los nombres y la propia participación de Fine en el ajedrez del siglo XX. Así surgió está réplica. A pesar de la personalidad de Fine (quien, todo el mundo lo sabe, fue, hasta la llegada de Fischer, el más destacado jugador norteamericano del siglo XX). Fue además, un notable teórico, tanto en el terreno de las aperturas como en el de los finales. La conjunción de rigor técnico y capacidad de trabajo hicieron de él uno de los más cualificados aspirantes al título mundial en los años 1939-40. Fine es, además, doctor en Psicología, profesión ésta a la que se dedica desde 1948.
Existía, por tanto, la intención, por mi parte, de luchar por la necesidad de una cierta asepsia en la información ajedrecística. Porque lo que está en juego vale más que muchas partidas.
Las cuestiones que con (o sin) el permiso del Sr. Fine me permito debatir son las siguientes:
1. Fine y el Campeonato del Mundo de 1948
2. Los EEUU y las Olimpiadas de los años treinta
3. Alekhine
4. Fischer
5. Contribución de Fine a la armonía ajedrecística.
FINE Y EL CAMPEONATO DEL MUNDO 1948
Leamos a Reuben Fine (la traducción es mía):
Existe una gran confusión acerca de la historia del campeonato mundial, especialmente en lo que respecta al período 1938-1948, cuando las tensiones mundiales impidieron el normal desarrollo de las competiciones. Teniendo en cuenta que Keres y yo habíamos compartido el primer puesto en el torneo AVRO de 1938 –expresamente señalado como selectivo para la designación oficial del aspirante al máximo título– al morir Alekhine en 1946, lógicamente debiera haberse organizado un match entre Fine y Keres para decidir el título. Ese match nunca tuvo lugar por una serie de razones, sobre todo políticas. El torneo organizado en 1947 fue cancelado por los rusos como parte de un esquema de chantaje tendente a presionar a los participantes a jugar en Rusia. Mi propia negativa a jugar en 1948 fue motivada, en parte, por la incertidumbre acerca de si los rusos acudirían o no a la sala de juego y, en caso de que lo hicieran, bajo qué condiciones. A la luz de los citados hechos históricos, me parece que la única solución justa es considerar a Keres y Fine como cocampeones mundiales para el período 1946-1948.
(Capítulo 1, páginas 4-5).
Admito no conocer suficientemente los pormenores de ese primer torneo (1947) de que habla Fine y que, por cierto, fue encarado a partir de una iniciativa suya (durante el match URSS-EEUU 1946). Sería, por tanto, deseable, que alguno de los eruditos lectores de ‘Jaque’ iluminase con su información este –para mí– oscuro punto del ajedrez moderno.
Pese a ello, no es imprescindible para el aspecto de la cuestión que quiero destacar, a saber, el pretendido derecho que se otorga Fine de (juntamente con Keres) ser reconocido, en 1946, único aspirante legítimo al título. Es decir, que tras ocho años –durante los cuales apenas si una guerra universal socavó a medio mundo, ocasionando varios millones de muertes y dteriorando las conciencias individuales o colectivas–, he aquí que la muerte de Alekhine sólo ha arrastrado a la mente del Sr. Fine el recuerdo de su empecinado legalismo. Algo que hubiera sido ingenuo, de no ser éste un calificativo altamente impropio para el Sr. Fine.
Trato de imaginar qué son ocho años, fuera incluso del tiempo convulsivo de una guerra, en la historia de nuestro juego. Pienso en el Alekhine de 1931 y en el de 1935; en el Spassky de 1966-69 y en el de 1972; en el Bronstein de 1950-55 y en el que durante los años sesenta ni tuvo plazo ya en el equipo soviético de las Olimpiadas.
Un segundo aspecto de la cuestión es también revelador de la positiva actitud de Fine. El GM americano sugiere la organización del torneo en 1947 que, por una u otra razón, no se llevó a cabo. Un año después, quizá menos, se convoca un torneo similar y decide no acudir, en parte por reticencia en relación con una eventual retirada de los rusos y, en parte, como dice luego, porque “I was no longer interested” (ya no estaba interesado). Todo ello muy poco convincente, tratándose de alguien tan ambicioso como el GM Reuben Fine.
Anonymous 07:21, septiembre 19, 2013
Fine parte de un error, compartido por muchos otros, cuando tuvo lugar el torneo AVRO de 1938. Y el error es que el ganador de aquel certamen tendría derecho a disputar un match con Alekhine, por el título. Pero no fueron realmente así las cosas; pués el campeón (Alekhine) dejo claro que él no se comprometía a ello. Y por añadidura, no firmó nada por escrito a ese respecto.
En cuanto a su no participación en el torneo de 1948, posiblemente sospechase que los soviéticos pactarían tablas rápidas entre ellos; y eso le desanimó. Como también le pasaría posteriormente a Bobby Fischer. En todo caso, en 1948 Fine (y/o Najdorf), nada tenían que hacer contra Botvinnik, que llevaba años de entrenamiento intensivo jugando con fuertes jugadores soviéticos.
Antonio Miguel