literatura, octubre 27, 2010

CUENTO casi ÁRABE

CUENTO casi ÁRABE

Revista Internacional de Ajedrez nº 71, agosto 1993, p. 25.

Don Hurtado solía castigar a su mula con largos paseos por la ribera del Guadalquivir. En una ocasión se encontró, en medio del camino, con un árabe que jugaba al ajedrez. A su curiosidad, respondió el ajedrecista:
«No juego solo, sino con Aquel que está en todas partes, con el único Señor: Alá.»
«¿Y quién gana?»
«Creo que hoy perderé. No tengo solución, ni tampoco puedo seguir jugando.»
«¿Por qué no?»
«Porque he perdido todo mi dinero.»
«O sea que juegas con Alá por dinero.»
«Así es. He perdido cincuenta piezas de oro.»
«¿Y cómo le pagarás?»
«Como de costumbre. Alá me envía un hombre piadoso que se encarga de recoger la suma. Sé que vos sois ese hombre, por lo que os ruego recojáis el dinero y lo repartáis entre los pobres.»
A don Hurtado le pareció una feliz idea. Siguió su jornada y al cabo de cierto tiempo regresó por el mismo camino, donde volvió a encontrarse al árabe, ensimismado en su partida de ajedrez.
«¿También hoy has perdido, Abu Rizlan?»
«No, hoy me ha sonreído la fortuna y Alá no podrá evitar que le dé mate en la próxima jugada.»
«¿Y cómo te pagará?»
«Oh, en la forma habitual. Me enviará un hombre piadoso que me pagará la suma: ese hombre sois vos.»
Y para disipar sus dudas, el jugador tocó con el filo de su cuchillo el cuello de don Hurtado, quien, no sin cierta pena, aunque muy honrado por los designios de Alá, le entregó su pesada bolsa.
Este relato es obra del escritor húngaro del siglo XIX M. Jokai, sin cuyo permiso hemos reducido la historia a su más mínima y pícara expresión.
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