Siempre me he preguntado de dónde salía la frase atribuida al célebre Marcel Duchamp: «Todos los jugadores de ajedrez son unos artistas.»
La he buscado por diversos libros y revistas y nunca di con ella. Tampoco es que fuese una preocupación mayor. Además, a veces se atribuyen frases «redondas» a celebridades que distan de ser auténticas. El mundo actual, sofisticado, tramposo y retorcido encierra muchos vericuetos, por los que hay que moverse como por los rápidos de un río o las avenidas de un laberinto.
Pero hoy, por fin, he podido situar la frase en su lugar. Parece que fue en el marco de un discurso que el gran artista pronunció, durante el banquete con que fue agasajado por la New York Chess Association, en agosto de 1952:
«Objetivamente, una partida de ajedrez se parece mucho a un dibujo, con la diferencia, sin embargo, de que el jugador de ajedrez traza formas en blanco y negro ya preparadas, en lugar de inventar formas como hace el artista. El diseño así formado en el tablero no tiene, aparentemente, un efecto estético visual, y más parece una partitura musical, que puede ser interpretada una y otra vez. La belleza en ajedrez no es una experiencia visual como en pintura. Está más cerca de la belleza poética. Las piezas del ajedrez son el bloque del alfabeto que conforma los pensamientos, y estos pensamientos, aunque producen un diseño visual en el tablero, expresan su belleza de forma abstracta, como un poema. Creo que todo jugador de ajedrez experimenta una mezcla de los dos placeres estéticos. Primero, la imagen abstracta, afín a la idea poética de la escritura; segundo, el placer sensual de la ejecución ideográfica de esa idea en el tablero. Por mis estrechos contactos con artistas y jugadores de ajedrez, he llegado a la conclusión personal de que si bien no todos los artistas son jugadores de ajedrez, todos los jugadores de ajedrez son artistas.»
No hay por qué estar de acuerdo con estas reflexiones, pero, además de interesantes, son más que respetables.
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