Eduardo Scala (Madrid, 1945), artista, poeta, pensador y ajedrecista, es uno de esos seres únicos que no han nacido por azaroso acaecer biológico, sino por una conjura alquimista forjada por fuerzas oscuras de la naturaleza.

Scala es un indagador, un scalador cuya cima no tiene techo para sus ansias de conocimiento, y a quien no le bastan las teorías epistemológicas ni los sistemas ortodoxos, porque lo suyo es un ansia nuclear, esencial que demanda y reclama información a todo tipo de fuentes, culturas y formas de conocimiento.

Desde hace algún tiempo se ha amurallado en Ávila, pero periódicamente saca a la luz nuevas criaturas suyas, sea en forma de textos, poemas visuales, exposiciones o conferencias iluminadoras con las que suele deslumbrarnos, despertando en nuestra conciencia un bendito desasosiego.

Estos nuevos actos públicos suyos son, como él mismo dice:  “la proclamación de mi amor y culto al ajedrez”. Y eso nos concierne y nos importa sobremanera.

Enhorabuena y éxito, Eduardo.