literatura, diciembre 27, 2011

EL ABSURDO 10 diciembre 1953

Hay fechas absurdas en la historia de la humanidad y una de las que se lleva la palma es el 10 de diciembre de 1953.
Ese día Winston Churchill recibió en Estocolmo el Premio Nobel de Literatura, mientras que en Oslo George Catlett Marshall recibía el Nobel de la Paz.
Churchill era un eminente político que, durante la Segunda Guerra Mundial fue el baluarte espiritual del pueblo británico en la adversidad, su rearme moral. ¿Cuál era su mérito literario? Única y exclusivamente haber escrito una novela pésima, Satán en los suburbios, a menos que se incluyan como obra creativa sus mamotretos históricos que, aunque escritos con tintes marcadamente nacionalistas e imperialistas, no están exentos de interés. Pero si hay que juzgarlo por el interés de los textos históricos, entonces al menos un centenar de historiadores de su tiempo tenían más méritos que él, tanto científicos como estilísticos.
¿Y el General Marshall? Bueno, premiar con el Nobel de la Paz a un militar supone una contradicción en los términos. El general había sido Jefe de Estado Mayor durante la Segunda Guerra Mundial, y luego ministro en EEUU, pero su obra benefactora es el ‘Plan Marshall’ de ese año, con el que se distribuyeron alimentos a países hambrientos o subdesarrollados. Una labor encomiable, pero más demagógica que otra cosa. Personalmente, aún recuerdo cómo se nos obligaba a los niños españoles (aunque hubiésemos desayunado razonablemente en casa) a comernos la mantequilla salada y tomar un enorme vaso de aluminio de leche en polvo. Llegó una gran partida contaminada de jabón y aun así, se nos obligó a beber aquella horrible leche. No culpo al general por eso, pero sí culpo a las autoridades académicas suecas por tamaña hipocresía y falta de criterio: un profesional del apocalipsis no puede ser premiado por su supuesta «contribución a la paz».
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10 comentarios

  1. Antonio Gude 19:32, diciembre 30, 2011

    Alfonso. Tienes razón, lapsus memoriae en el caso de ‘Satán en los suburbios’, con el agravante de que lo he leído y pido excusas por ello. Respecto al tema del general Marshall y su Nobel de la Paz, mantengo lo dicho. Puede considerarse constructiva la ofensiva aliada, pero eso no justifica la concesión del premio a un profesional de la guerra (¿o no lo era?). En cuanto a la mantequilla salada y la leche en polvo, puedo asegurar que sí llegaron y en cantidades masivas. Tal vez no eran directamente del Plan Marshall y, como dices, formarían parte de algún otro plan. Pero fue en el 53.

  2. Alfonso 18:50, diciembre 30, 2011

    El relato «Satán en los suburbios», no es de Winston Churchill, sino de Bertrand Russell. Y por lo que yo sé, nada del plan Marshall llegó a España. No fue invitada, por las simpatías que Franco había mostrado hacia Hitler. No sé cómo llegó aquí esa mantequilla salada que usted comenta, pero no debería ser por el plan Marshall, sino formando parte de otros programas de cooperación posteriores.

    Por otra parte, calificar a Marshall como profesional del apocalipsis, es una gran injusticia, en mi opinión. Fue uno de los principales responsables de que en Europa Occidental volviera la democracia (otro tanto se podría decir de Eisenhower). ¿Era preferible el nazismo, era preferible el stalinismo? ¿Qué alternativa había al desembarco aliado? ¿Negociar con Hitler? Me parece muy dificil amar la libertad y la paz y no estar agradecido a los miles de jóvenes americanos que dieron su vida por trarlas de vuelta a Europa.

  3. Antonio Gude 19:27, diciembre 27, 2011

    No quiero entrar en las consideraciones sobre el Nobel de Ciencias (Medicina, Economía, etc.) porque no estoy cualificado para evaluarlo, ni tampoco seguir con el «de la Paz», pese a las barbaridades perpetradas por los muy respetables académicos suecos y Cía. Admitamos que han sido políticamente correctos, pero ¿qué es lo políticamente correcto? ¿Quién decide qué lo es y que no?
    En lo que concierne al Nobel de Literatura, sí creo que puedo opinar, y considero que hay un argumento muy simple que lo refuta: ninguno de los grandes escritores del siglo XX lo han ganado, ni Proust, ni Kafka, ni Joyce, ni Borges, ni Nabokov. Pero es el premio más prestigioso (tanto por su dotación económica como por su proyección mediática) y, en consecuancia, el más denigrante también.

  4. Anonymous 17:37, diciembre 27, 2011

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    “La crítica literaria en general tomó la concesión del Premio Nobel de Literatura 2007 a Doris Lessing con sorpresa y escepticismo, a pesar de ser una «eterna candidata. Algunas voces críticas se han alzado contra esta decisión:
    •El crítico literario estadounidense Harold Bloom tildó la decisión de la Academia Sueca de «políticamente correcta». «Aunque la señora Lessing al comienzo de su carrera tuvo algunas cualidades admirables, encuentro que su trabajo en los últimos 15 años es un ladrillo… ciencia ficción de cuarta categoría.»
    •El crítico literario alemán Marcel Reich-Ranicki desde la Feria del Libro de Fráncfort consideró el Nobel como una «decisión decepcionante». «La lengua inglesa tiene escritores más importantes y más significativos como John Updike o Philip Roth.»
    •También Umberto Eco, en el mismo foro, a pesar de considerar que la autora merecía el premio, admitía su sorpresa por la decisión declarando: «es extraño que el premio lo vuelva a ganar un autor de lengua inglesa tan poco tiempo después de Harold Pinter.»
    Como podemos concluir, medio mundo está en contra de la otra mitad.En este circo humano, siempre existiran estas posiciones. Lo único verdadero, con excepciones, como es el caso de Sartre,ganar un «NOBEL», jamás dejará de ser una
    añorada realidad

  5. Anonymous 17:17, diciembre 27, 2011

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    “El premio de 2007 concedido a Al Gore y al IPCC de la ONU por su labor en la creación y diseminación del conocimiento sobre el cambio climático. ¿Qué han hecho para merecer este premio? La respuesta es que no han hecho nada. Absolutamente nada. Evitar el calentamiento del planeta puede ser muy importante, pero ni Al Gore ni el IPCC han trabajado por la fraternidad de las naciones, ni la abolición de los ejércitos ni han promovido congresos de paz. La concesión del premio de este año es, pues, una nueva farsa. Han premiado a quien aún no ha hecho nada por la paz, y sólo “apuesta” por el desarme, algo que sus antecesores en el cargo también hicieron, pero siempre quedó todo en vanas promesas. Año tras año, el comité Nobel de la Paz nos defrauda premiando a alguien que ha violado flagrantemente los principios pacifistas defendidos por Alfred Nobel o que no hecho nada para defender paz. Según sus propios estatutos, el premio Nobel de la Paz se otorga al individuo o grupo que más haya trabajado por la fraternidad de las naciones, por la abolición de los ejércitos o por la promoción de congresos de paz. Si preguntamos a la gente de la calle qué persona del siglo XX mejor encarnó estos principios, seguramente la mayoría señalaría a Mahatma Gandhi. Pues bien, Gandhi nunca ganó el premio Nobel de la Paz. En cambio, sí han sido galardonados conocidos terroristas o líderes que han luchado por sus causas a través de la violencia como Henry Kissinger -instigador del golpe de estado de Augusto Pinochet. Se hace necesario que alguien acabe con la fantochada y elimine los premios concedidos con motivaciones políticas y que empiece, sobre todo, por el Premio Nobel de la Paz”

  6. Anonymous 17:10, diciembre 27, 2011

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    “El presidente de la Pontificia Academia para la Vida, el español Ignacio Carrasco de Paula, aseguró que la concesión del premio Nobel de Medicina al pionero de la fecundación in vitro, el británico Robert Edwards está «fuera de lugar».
    «Sin Edwards no existiría el mercado de los ovocitos. Sin Edwards no habría congeladores llenos de embriones a la espera de ser transferidos a un útero, o más probablemente para ser utilizados para la investigación, o bien para morir abandonados y olvidados por todos», aseguró el máximo responsable de la institución vaticana encargada de los problemas de biomedicina y de la defensa de la vida.
    Pese a que reconoció los méritos de Edwards para hacerse con el galardón por su trabajo en el campo reproductivo, Carrasco, quien dijo hablar a título personal, señaló que «Edwards inauguró una casa, pero abrió la puerta equivocada desde el momento en el que se centró en la fecundación in vitro y consintió de forma implícita el recurrir a donaciones y compraventas que implican a seres humanos».
    Otras voces se han sumado a las críticas a la concesión del Nobel a Edwards, como la del presidente de la Asociación de Ciencia y Vida del Vaticano, Lucio Romano.
    En declaraciones a Radio Vaticana, Romano aseguró que la fecundación in vitro «ignora todos los problemas de la ética y subraya que el hombre puede ser reducido de un sujeto a un objeto».
    Romano aseguró que Edwards pasará a la Historia por aplicar al ámbito humano «técnicas del mundo animal», y apostilló que estos métodos no significan «progreso
    Con la concesión del Nobel de Medicina, el conocido como «padre de los niños probeta» se lleva así el que es considerado como el máximo reconocimiento al que puede aspirar un científico, que es concedido cada año por el Instituto Karolinska de Suecia.
    El logro de Edwards reside en haber sido capaz de extraer el óvulo del cuerpo de la mujer, averiguar cuándo está preparado para ser fertilizado, activar los espermatozoides para que fecunden este óvulo en una probeta y volver a insertarlo en el cuerpo de la mujer.
    El investigador, de 85 años, ha trabajado en el tratamiento de la infertilidad desde 1950”.

  7. Anonymous 16:49, diciembre 27, 2011

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    “Los inversores que perdieron dinero en la crisis financiera deberían demandar al Banco Central de Suecia por premiar a economistas cuyas teorías han sido imprescindibles para derribar al sistema financiero”
    Taleb indicaba que los premios Nobel han legitimado modelos de riesgos que han causado enormes pérdidas a los inversores y a los contribuyentes vía rescates estatales. Con este ataque Taleb, el autor del libro “El Cisne Negro: El impacto de lo Altamente Improbable” hacía referencia sobre todo el premio Nobel otorgado en 1990 a Harry Markowitz, Merton Miller y William Sharpe por su trabajo sobre la teoría de carteras.
    “La gente está utilizando la teoría de Sharpe que subestima enormemente los riesgos que están tomando y los sobre expone a las acciones. No les culpo a ellos por haber tenido la idea, sino a los premio Nobel por darles legitimidad, sin el sello del premio Nobel nadie hubiera tomado en serio a Markowitz” Nassim Nicholas Taleb

  8. Anonymous 16:22, diciembre 27, 2011

    (1)
    “…Desde los años 70 del siglo XX, los Nobel cayeron en desgracia. La muestra más flagrante del despropósito fue concederlo a Henry Kissinger en 1974, genocida de guante blanco acusado de crímenes de lesa humanidad y responsable de los bombardeos de los B-52 en Vietnam. Pero cuatro años más tarde, será entregado a Menachen Begin un terrorista confeso de múltiples muertes contra ciudadanos palestinos en los años 50 del siglo pasado. Así, comienza una era marcada por el desconcierto y el descrédito. Los Nobel pierden su lustre. Se conceden por motivos menos altruistas y rompiendo su filosofía inicial. Así, en el Nobel de fisiología o medicina, las compañías farmacéuticas presionan para que sus investigadores sean los beneficiarios. En 2008, el laboratorio AstraSeneca, la multinacional británica, intervino para que dos jurados, asesores de la compañía, apoyaran la candidatura del médico alemán Harald Zur Hausen por sus trabajos sobre el virus del papiloma humano que puede causar el cáncer de útero. Tuvieron éxito. No faltó tiempo para que AstraSeneca desarrollara dos vacunas controlando las patentes, el mercado y el proceso de innovación tecnológico. Algo similar ocurre en el Nobel de economía. Durante la hegemonía del liberalismo económico, sus agraciados han formado parte del grupo de Mont-Pèlerin creado por Hayek y Von Mises en 1946. El propio Hayek lo recibirá en 1974, a continuación lo hará Milton Friedman en 1976, seguidos por George Stigler en 1982, James Buchanan en 1986, Maurice Allias 1988, Ronald Coase en 1991, Gary Becker 1992 y Bob Lucas en 1995. Algo sospechoso si consideramos que provienen de una corriente marginal en la teoría y desarrollo de la economía hasta los años 70 del siglo pasado.
    Las presiones se suman y los intereses creados desdibujan su filosofía inicial. Sobre ellos pende un halo de corrupción donde se cuestiona un año sí y otro también el nombre de los agraciados. Muchos son los posibles y pocos los elegidos. Algunos podrían argumentar que los dos premios más cuestionados, el Nobel de la paz y el de medicina, no los concede la academia sueca, sino su comité en Oslo y el Instituto Karolinska, intentando lavarse las manos. Aduce autonomía en las decisiones. Y podría ser verdad, sólo que compromete la transparencia y el buen hacer de la fundación Nobel. Sin embargo, hoy, los jurados que premian los apartados de física, química o literatura también son presa de la desconfianza.
    Por este motivo, conceder el Nobel de la Paz a Barack Obama no es un acto de agravio, ni un despropósito, marca una tendencia en la cual han caído los Nobel. No hay nada que destacar del actual ocupante de la Casa Blanca en su lucha por la paz. Pero tampoco se consideró dicha circunstancia cuando en 2002 se concede a James Carter, autor material de la guerra de Afganistán, de apoyar con misiles tierra aire a los Talibán y de favorecer la expansión de las transnacionales estadunidenses en África a costa de aumentar el conflicto en la región. Obama no es distinto, por ello no hay que rasgarse las vestiduras. Su política consiste en aumentar la presencia de sus tropas en Afganistán, apoyar a Israel en su política de exterminio contra el pueblo palestino e instaurar bases militares en Colombia, Perú y México. Asimismo defiende a regímenes como el paquistaní y reniega de soluciones democráticas en Honduras. No favorece la paz ni busca la abolición de los ejércitos o la fraternidad entre las naciones como reza el testamento de su creador. Por consiguiente se altera la voluntad de Alfred Nobel y con ello se descompone la credibilidad de sus jurados. Tal vez hay que llegar a una triste conclusión, dejar de pensar en los Nobel como un premio de premios. Hoy forman parte de la sociedad del espectáculo, se degradan y pierden el componente ético asignado por Nobel. Descansen en paz.”Marcos Roitman R.

  9. Antonio Gude 14:44, diciembre 27, 2011

    Anónimo. No tanto. Sigue siendo el premio más prestigioso del mundo, en cuanto a aspectos culturales y humanistas. Otra cosa es el respeto que su historia pueda merecer. Saludos.

  10. Anonymous 14:36, diciembre 27, 2011

    Un premio bastante desacreditado. También se lo dieron a Kissinger y a Obama.
    Siempre algo interesante en su blog.
    Felicitaciones, saludos y feliz año nuevo.
    MP