Los historiadores árabes no tenían muy claro el origen del ajedrez, pero sí, en cambio, de quién lo habían aprendido, algo sobre lo que eran unánimes: «Hemos aprendido el ajedrez de los persas».
Las evidencias filológicas de la nomenclatura confirman ese hecho.
Shatranj, el nombre árabe del ajedrez, es una forma normalizada del persa chatrang. Con una sola excepción, los nombres persas de las piezas de ajedrez se conservan en árabe. Así, shah, firzan, fil, rukhkh y baidaq son las formas regulares arabizadas de los términos persas shah, farzin, pil, rukh y payadak. Sólo el caballo recibió un nombre nativo, y el término persa asp se convirtió en faras.
Apenas hay dudas, por otra parte, de que la introducción al ajedrez fue consecuencia de la conquista de Persia, que tuvo lugar entre los años 638 y 651 d.C., durante el califato de Omar b. al-Khattab, segundo de los cuatro califas ortodoxos y, por tanto, unos años después de la muerte del propio Mahoma (632 d.C.).
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