Hasta el número dos
En 1998 gana la Copa de Rusia y vuelve a ganar el torneo de Pamplona (8 de 9). ¡Y lo que es más importante: se proclama campeón de Rusia!
Es 4º en el supertorneo de Sarajevo 1999 (c. 20).
En 2000, sus 7,5 puntos en 10 partidas le reportan la medalla de bronce individual en el segundo tablero de la Olimpiada.
En 2002 gana el torneo Melody Amber (partidas rápidas y a la ciega).
En 2003 gana tres torneos importantes: el Memorial Keres, Biel y el Campeonato de Rusia. Al año siguiente repite triunfo en el importante torneo suizo.
En 2005 gana dos significados torneos por equipos: el Campeonato de Rusia y el Mundial de países, y finaliza cuarto en el Campeonato del Mundo, detrás de Topalov, Anand y Svidler.
En 2006 gana de nuevo, con 7,5 de 10, el torneo de Biel, delante de Carlsen y Radjabov. En el mismo año es primero en Pamplona, con una actuación sensacional, ¡cifrada en 2951 Elo!
En 2007 es tercero en Linares, gana el Campeonato de Rusia por equipos y el de Europa con su país, y en la superfinal del Campeonato ruso arrasa, con una serie inicial de seis victorias consecutivas, consiguiendo el título, con 8 de 11, delante de Grischuk, Tomashevsky, Jakovenko, Dreev…
Al comentar ese Campeonato, el periodista Evgeni Atarov se preguntaba cómo definir al nuevo campeón:
«¿Brillante, explosivo? Eso es evidente. ¿Errático? También. Este es un pecadillo que arrastra desde siempre. Pero el calificativo que mejor lo define es: imprevisible.»
Pese a esa imprevisiblidad o irregularidad, en 2008 era número dos del mundo (con 2787 Elo), sólo superado por Vesselin Topalov. Aquel año ganó en Sarajevo el supertorneo Bosna.
En Wijk aan Zee 2009, sin embargo, es un sorprendente farolillo rojo, con otros tres colegas (dos de ellos, Ivanchuk y Adams, no menos sorprendentes). Claro que del colista al vencedor sólo había 2,5 puntos de diferencia, en un torneo con 14 participantes.
Por otro lado, en esta primera década del siglo XXI fue asiduo participante en los torneos Melody Amber (rápidas y a la ciega), conquistando el primer puesto en varias ocasiones.
agudeza de espíritu
A diferencia de muchos de sus colegas, las respuestas de Morozevich a las preguntas que le plantean los periodistas suelen ser muy interesantes. Su espíritu y su inteligencia están muy afinados.
Dice cosas como, por ejemplo, que el mejor país para vivir es aquél en el que vives.
Que el color que más le gusta es el de la victoria (¿cuál es ese color?)…
Que su bebida favorita es el vodka, aunque él no lo bebe.
Que nunca va al cine.
Que nunca ha jugado una buena partida.
El MI Vladimir Barsky (en la revista 64, 8, 1998) le preguntó si no temía perder, tras una serie de 50 partidas invicto. Respuesta: «No temo perder. Estoy preparado para ello, dado el carácter agresivo de mi juego.»
A una pregunta similar, años después, dijo: «Sí, sé que pude haber perdido con Galliamova, Jarlov o Filippov en Tomsk, pero… ¡una vida sin derrotas no es vida!»
Le gusta mucho la música. Música de todo tipo, en particular pop, aunque rusa. En realidad, en los cuestionarios temáticos aparecen muchas preferencias por lo ruso, de modo que podríamos estar hablando de un ruso muy ruso, tal vez no en lo patriótico, pero sí en los gustos culturales, sociales e incluso gastronómicos.
Retrospectivamente, llegó a la conclusión de que el Zonal de San Petersburgo (1993) le hizo mucho daño. Sólo tenía 15 años y cree que entonces no pudo asimilar bien su éxito:
«No estaba preparado para absorber esa repentina fama, de igual forma que le sucedió a Boris Becker cuando ganó Wimbledon, a los 17 años. ¡Yo sólo tenía 15! (…) No comprendí que estaba pasando a una fase profesional, en la que debía avanzar, pero no pude hacerlo de forma gradual, como hubiese querido. Esa falta de armonía provocó una tensión adicional que, a su vez, se tradujo en reveses que se convirtieron en una caída persistente.»
(…)
Es inevitable que los periodistas especializados le pregunten por sus inesperadas (y, a veces, inexplicables) jugadas.
«Sí, a menudo realizo jugadas imprevisibles, pero eso no significa necesariamente que esté equivocado. Tal era imprevisible, y no por eso puede decirse que sus jugadas fuesen puros faroles o que su estilo fuese tramposo. Sólo quienes no entienden el ajedrez pueden decir eso. Si algunos jugadores no entienden mi ajedrez, el problema es suyo, de su falta de percepción. Yo no juego para molestar a nadie, juego de la forma en que entiendo el ajedrez. Por mi parte, puedo entender que otros jugadores conciban el ajedrez de forma diferente…»
¿Es Morozevich el táctico total, como algunos expertos han afirmado?
«Mi táctica se superpone a la forma estratégica de la lucha, que es lo que trato de imponer a mi adversario. Trato de jugar partidas que impliquen diferentes ideas, a fin de obligar a mis rivales a resolver problemas tácticos durante la partida (…) Cuando algunos colegas míos se quejan de que encuentro golpes repentinos que no valen nada… Se sorprenden de que el Sr. Morozevich se saque de la manga una jugada en un rincón del tablero y pretendan que es puro azar… Pero, por más que se empeñen en ningunearlos, esos golpes repentinos no surgen de la nada, por generación espontánea, sino que son consecuencia del juego precedente.»
(…)
Ante el tablero, Morozevich parece una fuerza desatada de la naturaleza. Por su forma de crear el caos y desorientar a sus oponentes, es el heredero directo de Tal, pero puede considerarse aún más revolucionario, puesto que la forma en que Tal jugaba las aperturas era más bien convencional, mientras que Morozevich crea un campo de minas ya en la fase inicial, en la que aún es más original y creativo. En su forma de concebir los ángulos más insospechados del juego y por su versatilidad en la apertura, podría emparentarse más con Bronstein, pero su juego es todavía más incisivo.
Sin embargo, su forma de orientarse en el caos es admirable. En realidad, él ni siquiera admite que sus jugadas sean inusuales, por más que sus colegas ni las vislumbren e incluso les parezcan excentricidades sin fundamento. Pero lo cierto es que cuando Morozevich gana, arrolla, y cuando pierde, bueno, es una decepción que a los jugadores convencionales les parece lógico.
Morozevich-Lputian
Wijk aan Zee 2000
Inarkiev-Morozevich
Krasnoiarsk 2003
Morozevich-Bologan
Campeonato de Rusia por equipos 2004
Morozevich-Volokitin
Biel 2006
Morozevich-Shirov
Pamplona 2006
Una serie de resultados catastróficos se iniciaron para Morozevich en el Memorial Tal (Moscú 2009), donde compartió el último puesto con Lékó (3 de 9), con seis tablas y tres derrotas.
(…)
Problemático, independiente, Morozevich nunca ha jugado en Linares por no fructificar sus negociaciones con los organizadores, o tal vez habría que decir por negarse a aceptar las condiciones por ellos impuestas.
Desde 1994, participó con Rusia en todas las Olimpiadas, excluida la de 2010.
En un cuestionario temático de 2006, este gran maestro dice dos cosas curiosas: que su jugador preferido es Karpov y que los libros que más le influyeron en ajedrez fueron los de Bronstein.
(…)
En 2011, y tras unos meses de desaparición del circuito (tal vez para reflexionar), Morozevich regresó en el torneo de Reggio Emilia, pero lo que no regresó fue su mejor forma: sólo pudo terminar con un pobre 4 de 9 (+2 =4 -3). Seguimos esperando el regreso del verdadero Alexander Morozevich.
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