otros temas, abril 30, 2016

EL CICLÓN KASPAROV PASA POR SAN LUIS

Nadie le discutirá a Gary Kasparov su grandeza ajedrecística, ni le restará méritos a su sorprendente aparición en el Blitz de San Luis, en competición con tres de los mejores jugadores del mundo (los tres primeros clasificados en el reciente Campeonato de Estados Unidos).

Esta participación suya, tras once años de inactividad competitiva, tiene tanto más mérito cuanto que en la modalidad en cuestión (5 minutos +3 segundos/jugada) forzosamente se acusa negativamente el peso de la edad, sobre todo en cuestión de reflejos y agilidad mental. Kasparov, con todo, salió airoso y su juego produjo muy buena impresión a especialistas y público, en general. Recordemos la clasificación final: 1, Nakamura 11 (de 18); 2, So 10; 3, Kasparov 9,5; 4, Caruana 5,5. El primer día, el ogro de Bakú sumó 4,5, justo el 50% de la puntuación y parecía que el segundo día iba a tener mayores problemas, una vez que sus contrarios lo habían situado en su justa dimensión. Pero no fue así, y aunque en esa segunda jornada empezó mal, terminó ganando sus dos últimas partidas, en particular la final al vencedor, Nakamura.

En sus encuentros individuales, sólo perdió ante Wesley So (+1 =2 -3), quien le endosó una brillante miniatura en la décima ronda. Pero venció a Nakamura (+2 =3 -1) y a Caruana (+3 =2 -1). En cualquier caso, y aunque su ajedrez fue convincente y, en algunas partidas, brillante, el resultado final, con medio punto por encima del 50% no debe haber sido muy satisfactorio a sus propios ojos. Una pequeña cura de humildad para alguien a quien no le vendrían mal algunas más, a fin de lijar un poco su gigantesco ego.

Hay que mencionar el lamentable incidente de la segunda ronda, en su partida con Nakamura. En la jugada 26 llevó su caballo a b4, y ahí lo dejó durante unos tres o cuatro segundos: vivió allí. Entonces, al ver que 27 Ac5 ganaría, ni corto ni perezoso, volvió a coger la pieza y, tras unos instantes dubitativos, la llevó finalmente a f4. Se repite así la historia del incidente con Judit Polgár, 22 años atrás, que causara sensación en la época. Los mismos elementos: jugaba con negras, soltó un caballo, que volvió a retomar para llevar a otra casilla. Algunos observadores han comentado en las redes sociales que el acto es disculpable, al tratarse de un torneo de exhibición. No lo es. Se jugaba ajedrez, cuya regla capital es que una jugada es irreversible. Yo manifesté que Kasparov debía, como mínimo, disculparse públicamente si quería, de algún modo, preservar algún tipo de fairplay. Pero sabía que no lo haría. Aquí es donde algunos campeones confunden el orgullo con la soberbia injustificable. Peor para ellos.

Aquí, como tantas otras veces, me pregunto por qué el árbitro no intervino, no obligó a que la jugada realizada quedase en el tablero. Pero lo cierto es que conozco (o creo conocer) la respuesta: la mayoría de los árbitros, bien por incompetencia, bien porque eluden los conflictos, nunca intervienen. En la partida de Linares, el caballo que Kasparov soltó apenas duró unas cuatro décimas de segundo en la casilla c5 y es comprensible que el árbitro no lo viera, pero en este caso, con sólo dos partidas a observar, no se explica.

1 comentario

  1. Maryellen 08:13, mayo 24, 2016

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