ajedrez, marzo 27, 2013

EL GRAN CHIELAMANGUS

Cecil John Seddon Purdy (Port Said, 27.3.1906 – Sydney,6.11.1979) fue hombre de una enorme dimensión, uno de esos seres cuya existencia deja una huella profunda en la realidad. En este caso, por su inteligencia, generosidad y espíritu emprendedor.
Campeón de Nueva Zelanda (en 1924) y de Australia en cuatro ocasiones (1935, 1937, 1949 y 1951), MI en 1951, consiguió el título de GM en ajedrez por correspondencia en 1953, año en que se proclamó primer campeón mundial de la modalidad, con 10,5 puntos de 13 partidas (+9 = 3 -1), y medio punto de ventaja sobre Malmgren y Napolitano.
Pero eso no es todo, ni mucho menos. Fue, además, el fundador de la ‘Australasian Chess Review’, que publicó desde 1929 hasta 1967, si bien la revista cambió de nombre en dos ocasiones, pasando a llamarse ‘Check!’ (en 1945) y luego ‘Chess World’ (en 1946). Hay que decir que Purdy no sólo era su editor y director, sino también su mejor articulista.
Autor de varios libros muy interesantes y amenos, entre los que destaca Among These Mates (Entre estos colegas), no traducido al castellano, bajo el seudónimo Chielamangus, con el que también firmó numerosos artículos, fue, además, autor del guión para un documental de la televisión australiana sobre las piezas de la Isla de Lewis, rodado en las mismas Hébridas. Otros libros suyos: ‘A Guide to Good Chess’ (Guía para jugar un buen ajedrez), ‘How Euwe won’ (Cómo ganó Euwe), ‘The Return of Alekhine’ (El regreso de Alekhine) y ‘The Search for Chess Perfection’ (La búsqueda de la perfección ajedrecística).
Pero su mayor mérito y su mayor aportación al ajedrez radican en haber sido el verdadero animador y alma del ajedrez australiano durante medio siglo. No puede decirse que Australia sea precisamente una potencia ajedrecística y el hecho de encontrarse aislada, en medio del océano, no favorece que las cosas sean de otro modo. Purdy, sin embargo, a base de persistencia, entusiasmo y buenos oficios, supo llevar a buen puerto el ajedrez de su país y sacar lo mejor de sus ajedrecistas, porque también actuó de capitán del equipo australiano en varias olimpiadas.
Aquella isla continental no tenía en los setenta ni un solo gran maestro (claro que eran otros tiempos) y cuando surgió un enorme talento como Walter Browne, el ajedrez australiano sacó pecho. No debe extrañar, por tanto, que cuando Browne decidió marcharse a Estados Unidos, sus colegas considerasen tal decisión un auténtico desastre nacional. Pero una vez más, Purdy salió al rescate de los suyos y, al acudir a la Olimpiada (sin Browne, que se había nacionalizado estadounidense), se echase sobre sus hombros la tarea de levantar los ánimos del equipo. «Con Browne o sin Browne, seguiremos jugando bien e incluso lo superaremos.» En Skopje (1972) y Niza (1974), Australia (con Browne) había finalizado en 32º y 33º lugar, respectivamente. En 1976 (sin Browne), consiguió ascender hasta el 19º puesto. Claro que en Haifa se había producido el boicot de los países del Este de Europa (en solidaridad con las naciones árabes), con las notorias ausencias de la URSS, Yugoslavia, Hungría y demás. Pero de todos modos, el progreso fue muy meritorio.
Como curiosidad, no está de más señalar que en la familia de Purdy hay otros campeones australianos como su suegro, Spencer Crankanthorp (1885-1936) y su hijo, John Spencer Purdy.
Algo más tenía Chielamangus que le distinguía: un fino sentido del humor, como queda patente en sus libros y artículos. Hay numerosas anécdotas relacionadas con su actividad ajedrecística. La posición que sigue se produjo en la partida Averbaj-Purdy (Campeonato de Australia, Adelaida, 8.10.1960, competición en la que el GM Averbaj participaba fuera de concurso 
Las blancas acaban de jugar 14 Cd2, y en este momento las negras optaron por 14 … 0-0-0. Muy sorprendido, Averbaj se dirigió a su adversario: «Pero… ¿es posible enrocar?» «Naturalmente que sí», respondió Purdy, «su torre bate una casilla por la que pasa la mía, pero no el rey.» Chielamangus comentaría luego la partida en un artículo que titularía «Escribe libros de ajedrez… ¡y desconoce las reglas!»
Lo mucho que Purdy hizo por el ajedrez sólo se reconoce en su país (donde se le conocía como Mr. Chess), pero lo cierto es que en el mundo entero hay contadísimos ejemplos de una valía equiparable. Por otro lado, su fuerza como ajedrecista ante el tablero debió rondar los 2400 Elo en su mejor momento lo que, sin estar nada mal, no es, por supuesto, extraordinario, pero lo que «hizo» en el ajedrez postal no le anda a la zaga a su sobresaliente actividad como editor, autor y organizador. En realidad, jugó relativamente poco por correo, pero ganó todos los torneos en que participó, lo que dice mucho de su talento y de su capacidad analítica. En toda su carrera de postalista sólo perdió una partida (ante Mitchell, en el citado Mundial). La que sigue fue la mejor y más importante, según declaró, años atrás, el especialista Tim Harding.
Bigot-Purdy
Semifinal I Cto. Mundial Correspondencia, 1947
Apertura Ruy López (C91)
(…)
La partida es cualquier cosa menos espectacular, pero da fe de una finura y una profundidad características del ajedrez por correspondencia, sobre todo del que se practicaba en la era preinformática. No me encuentro entre quienes siguen pensando que el ajedrez por correo (que ahora se juega por e-mail) tiene futuro, pero da gusto ver estas partidas maravillosas que permiten apreciar el enorme esfuerzo analítico encerrado en cada tarjeta postal.
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(Publicado en JAQUE nº 642 (2010) pp. 70-72)

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1 comentario

  1. Anonymous 20:26, marzo 27, 2013

    Mientras jugaba una partida, sufrió un aneurisma. Se dice que sobre el tablero, sus últimas palabras fueron: «Tengo una victoria, pero va a tomar algún tiempo» (J)
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