ajedrez, junio 24, 2013

EL GRAN ROSSOLIMO

De madre rusa y padre griego, Nicolás Rossolimo nació en Kiev, Ucrania (1910).
Su salto a la vida fue dejar atrás su tierra para «ver mundo». Y ver mundo significó para él deambular primero por París y trabajar, luego, como estibador portuario en los muelles de Estambul y Marsella.
No mucho después, se marchó a la tierra prometida: América, América. En Nueva York condujo durante muchos años un taxi, escapándole a menudo a las calles para jugar al ajedrez.

Un ajedrez brillante, plagado de poesía: gran jugador combinativo, con sacrificios a mansalva. Pero, si hablamos de resultados, se estancó en el plano competitivo, sin pasar de ser un maestro internacional del montón. Sólo consiguió el título de gran maestro a los 50 años, y su estilo sufrió una profunda transformación: más equilibrado y preciso, con el cinturón de seguridad bien ajustado.
Un periodista le preguntó entonces: «Usted no juega ahora como antes. Su ajedrez es más consistente, pero menos vistoso. ¿A qué se debe?» Y Rossolimo no se pensó mucho la respuesta: «Verá usted, cuando alguien me crea problemas en una partida, aprieto los dientes y me digo para mis adentros: ¡este tipo quiere que vuelva a los muelles!»
No hay nada que añadir, salvo que la fatalidad marcaría el final de su vida, porque, en 1975, se cayó por la escalera de su casa. Decididamente, hay escaleras que, como decía Julio Cortázar, no son para bajar.
Sabía tocar la concertina, ese instrumento parecido al acordeón, y era cinturón negro de judo.
+   

.

1 comentario

  1. David Henriquez 12:57, junio 24, 2013

    Joder Antonio, sabes tanto que tengo envidia…pero de la sana. Para mi eres de lo mejor que he leído contando historias de ajedrez. Mil gracias