Significación de Nimzovich y su sistema para la teoría y práctica del ajedrez
Fragmento del epílogo a PRÁCTICA DE MI SISTEMA, Editorial La Casa del Ajedrez, 2006, pp. 195-223, por A. Gude
El jugador profesional
Aaron Nimzovich nació en un año que no podía ser más ajedrecístico: 1886, cuando Steinitz y Zukertort disputaron el primer Campeonato del Mundo. En realidad, el nacimiento de Nimzovich se produjo siete meses después de haber finalizado aquel histórico primer match, cuya 20ª y última partida se disputó el 21 de marzo.
Vida y carrera de Nimzovich (Riga, 7.11.1886 – Copenhague, 16.3.1935) tienen un curioso paralelismo en el tiempo con las de José Raúl Capablanca (1888-1942). El primero sólo vivió 48 años y medio, mientras que el segundo apenas unos años más (54).
Característico de la época, el paralelismo existe también en lo exiguo del total de partidas de competición, en torno a 600. La megabase de ChessBase incluye, en su versión de 2005, un total de 556 partidas disputadas por Nimzovich, y aunque el mismo banco de datos relaciona hasta 1.200 de Capablanca, en este caso, y no en el del primero, hay numerosas partidas extraoficiales o de exhibición. El total de partidas de torneo (o match) de Capablanca, que podemos considerar oficiales, apenas supera los seis centenares. Por otro lado, a principios de siglo, los maestros de ajedrez realizaban abundantes exhibiciones de partidas simultáneas y en consulta. Tal es el casode Nimzovich, quien incluye numerosas partidas de este tipo en Mi sistema y Práctica de mi sistema.
La carrera ajedrecística de Nimzovich se desarrolla entre 1905 y 1934. Si establecemos una comparación con Capablanca –con quien, sin embargo, ni tenía la menor afinidad vital ni de estilo–, hay una importante diferencia: en los años de la Primera Guerra Mundial, el maestro cubano, con una oposición más o menos válida, se mantuvo en activo durante todos esos años. Que no fueron pocos, pues aunque la guerra duró cuatro (1914-1918), el período de inactividad ajedrecística se prolongó, en Europa, hasta 1920. Esto significa que, en lugar de 29 años, la carrera de Nimzovich se vio reducida, efectivamente, a 23.
Salvo error, disputó 41 torneos, logrando 14 primeros puestos. Los más importantes fueron el Campeonato Panruso de 1914 (empatado con Alekhine), Marienbad 1925 (empatado con Rubinstein), Dresde 1926 (por delante de Alekhine y Rubinstein), Londres 1927 (empatado con Tartakower), Berlín 1928 (por delante de Bogoljubov, Tartakower y Réti), y, sobre todo, Carlsbad 1929, un macrotorneo de 22 jugadores, en el que superó a Capablanca, Spielmann, Rubinstein, Vidmar y Euwe, entre otros destacados maestros.
Estos resultados tal vez no parezcan impresionantes, pero son los de un maestrode primerísima fila. Superar a los grandes en torneo (es decir, no el hecho de ganar una partida aislada, sino superarlos en la clasificación final) no está al alcance de cualquiera.
Su registro de matches es francamente pobre: sólo disputó tres, perdiendo dos de ellos (en 1908, con Rudolf Spielmann, y en 1933 con Gideon Stahlberg), y ganando a Gösta Stoltz, en 1933.
Kasparov considera que, entre 1925 y 1931, Nimzovich se encontraba entre los cinco primeros del mundo, pero nunca cerca del título mundial. Es su opinión, seguramente más valiosa que la de ningún otro mortal, pero, aun así, sólo una opinión. (Otra opinión de Kasparov es, por ejemplo, que Botvinnik fue el mejor jugador de match de la historia del ajedrez)*. Hay opiniones muy diferentes. Según los historiadores David Hooper y Kenneth Whyld, «(Nimzovich) era el tercero del mundo, tras Capablanca y Alekhine, cuando Lasker se retiró momentáneamente.»** Por otra parte, la «cercanía» del título mundial, en las primeras décadas del siglo veinte, era cuestión aleatoria, no siempre relacionada, de forma directa, con la fuerza de juego de los contendientes o aspirantes. Recordemos con quiénes disputaron matches Lasker, Capablanca y Alekhine, cuándo y cómo pusieron el título mundial sobre el tapete. Lasker se preocupaba –lógicamente– mucho por la bolsa, pero eso hizo que, por ejemplo, Rubinstein (no muy versado precisamente en cuestiones prácticas) se quedase en la cuneta.
De todos modos, en 1926, Capablanca aceptó como desafiante al título mundial a Nimzovich, pero éste no consiguió reunir la bolsa exigida para el premio. Cuando Alekhine, que había sufrido en sus carnes las dificultades de reunir un fondo adecuado y persuadir al campeón, venció a Capablanca (1927), no mostró luego mucho interés en facilitarle la revancha (lo cierto es que nunca se la facilitó), pues el cubano era demasiado fuerte. Así que prefirió elegir a otros oponentes (Bogoljubov, por ejemplo, en un par de ocasiones), aunque se le fue la mano, al aceptar a Euwe como aspirante, para explotar el fenómeno de la popularidad del ajedrez en Holanda. Todo eso es bien sabido, pero vale la pena recordarlo para comprender que quienes estaban cerca o muy cerca del título mundial no siempre eran los más cualificados.
*Gari Kasparov, Mis geniales predecesores (2), Ediciones Merán, 2004, p. 212. Una declaración, cuando menos, sorprendente, pues de sus siete matches por el Campeonato Mundial, Botvinnik empató dos (con Bronstein, 1951, y Smyslov, 1954), perdió tres (con Smyslov, 1957, Tal, en 1960, y Petrosian, 1963), y sólo ganó dos (a Smyslov, en 1958, y a Tal, en 1961, precisamente en los matches-revancha), con un tanteo global negativo de 77,0-79,0. Por otro lado, sólo empató sus matches amistosos con Flohr y Loevenfish.
**The Oxford Companion to Chess, Oxford University Press, 1992), p. 272.
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(continuará)
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