El siguiente fragmento es del libro EL MAGO DE RIGA, por A. Gude, que será publicado en breve por la Editorial La Casa del Ajedrez:
Un ajedrecista legendario
«Ese rostro inclinado ante el tablero, esa mirada penetrante, esa sonrisa que aparecía cuando descubría alguna combinación…»
Algunos de sus rivales más directos, como Petrosian, han pretendido restar méritos al Genio de Riga, señalando: «Los ataques de Tal tienen un carácter estereotipado.» Quizá debemos ver en esto un atisbo de celos profesionales, pues el campeón armenio no era insensible a la popularidad y toda su vida fue una lucha por el reconocimiento. Por otro lado, no le faltará algo de razón, pero indicar un factor esquemático en el ajedrez de Tal parece tan temerario como las combinaciones de éste. En realidad, si en algún aspecto puede catalogarse de estereotipado el juego de Tal, sería en la apertura, donde no pretendía aportar ni descubrir nada original. Su desarrollo era simplemente correcto y casi todos los sistemas y variantes que jugaba eran teóricos. Como cuenta Sosonko, las sutilezas teóricas no le interesaban demasiado. Su originalidad y la explosión de su fuerza ajedrecística se plasmaban en el medio juego, donde era único en la creación de entramados tácticos incontrolables para sus rivales. Su propósito era crear una situación del medio juego en la que sus piezas cobrasen especial dinamismo, un factor que sabía explotar como nadie.
En cualquier caso, Tal sabía mejor que ningún otro poner el dedo en la llaga de la posición, detectar sus puntos neurálgicos espirituales (el rey amenazado, la posibilidad de dar mate), aquellos que le permitirán desencadenar sus tumultuosas combinaciones. Pero éstas no se gestaban por una actitud romántica ante el tablero, sino por un deseo de buscar su propio espacio ajedrecístico en el tan limitado y, al mismo tiempo, infinito de las 64 casillas. «Hoy día son muchos los que conocen demasiado bien no sólo la tabla de multiplicar del ajedrez, sino también sus logaritmos, de modo que ha llegado la hora de demostrar que dos y dos son cinco.» Una exposición fantástica por la vitalidad del razonamiento. Ajedrez a contracorriente. Los principios están ahí y, por supuesto, conviene conocerlos, pero no hay por qué seguirlos ciegamente. Cada jugador debe reinterpretarlos y encontrar su propia verdad ajedrecística, llámese su camino o su estilo.
En los primeros años de su carrera se aludía continuamente a su «diabólica fortuna» y al carácter azaroso de sus combinaciones. La palabra azar es de origen árabe y significa, literalmente, dados. Esto nos recuerda que Einstein, para justificar su concepción de la racionalidad del universo, dijo: «No creo que Dios juegue a los dados.» Pero muchos años después, otro gran hombre de ciencia, Stephen Hawkins, le contradijo: «Dios no sólo juega a los dados, sino que a veces los arroja a los rincones más ignotos.» La verdadera cuestión es: ¿existe el azar?
Las palabras de Averbaj, tras el Torneo de Candidatos de 1959, siguen siendo reveladoras:
«En su carrera Tal alcanzó brillantes cimas, pero el Torneo de Candidatos fue su momento genuino de gloria. ¡Allí su juego fue realmente digno de un genio! Sí, varias veces cayó en dificultades, tal vez incluso en posiciones perdidas, pero en cada ocasión supo salir airoso. Como todo el mundo observó ingeniosamente, sus oponentes tenían la partida ganada, pero por alguna razón desconocida, ¡sólo en el análisis posterior a la partida!»
Así es: refutaciones, sí. Pero, por favor, ante el tablero. Nadie era capaz de encontrarlas: a un sacrificio seguía otro y tal vez un tercero. Cuando alguien le preguntaba cómo era posible jugar así, con ese desprecio por el material, sacrificando tantas piezas, Tal respondía: «Bah, sólo pueden tomarlas de una en una.» Otro de los conceptos que Tal tenía claros es que la aritmética es una cosa y el ajedrez otra.
(continuará)
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elez 18:34, enero 03, 2011
esto es un mensaje de prueba, aunque ya que estoy….reservame un librito de ese Tal…Mago de Riga