El famoso escritor checo Franz Kafka (1883-1924), autor, entre otras, de obras maestras como ‘El Castillo’, ‘El proceso’ o ‘La metamorfosis’, mantuvo, a lo largo de su corta vida, una relación problemática con su padre, quien no compartía, ni comprendía sus inquietudes culturales, de lo que hay reiterada constancia en sus diarios.
La correspondencia de Kafka (‘Cartas a Felice’, ‘Cartas a Milena’) es, en sí misma, otro monumento literario.
El extracto que sigue corresponde a una carta dirigida a Milena, en la primavera de 1920:

«…lo que temo es sólo esta conjura interior, que está dirigida contra mí (y que tú comprenderías mejor si leyeses mi Carta a mi padre, aunque tal vez no del todo, ya que esa carta no está orientada sino a su particular objetivo). El pretexto de esta conjura consiste, en resumidas cuentas, en que yo que, en el gran tablero ni siquiera soy el peón de un peón, quiero ahora asumir el papel de la reina –yo, peón del peón, una figura que no existe, una pieza que no podría jugar–, y hasta es posible que incluso quiera asumir el papel del rey en persona, si no es todo el tablero y que, si lo quisiera realmente, tendría que suceder de otra forma, de forma bastante inhumana.»
+