HISTORIA DEL CAMPEONATO DE LA URSS
El primero (y último) para Alekhine
(extracto)
Tres años después de haber dado un golpe de timón a la historia, los bolcheviques trataban de gobernar en Rusia (es decir, en lo que pasaría a ser la Unión Soviética) a pesar del caos social y económico que las consecuencias de la Gran Guerra, la herencia zarista y la revolución habían acarreado.
En 1920 los tranvías no funcionaban en Moscú y los cortes de electricidad eran continuos. Del centenar largo de cines de San Petersburgo, ni uno solo abría sus puertas. Pero el caos generalizado no era lo peor. La hambruna amenazaba al país entero. Los bolcheviques se habían apoderado de los centros neurálgicos y estratégicos de las grandes urbes, pero aún no habían podido coger las riendas de toda la nación. El Ejército Rojo no controlaba a sus enemigos, y la guerra civil a varias bandas distaba de haber finalizado. La Guardia Blanca y los cosacos del general Denikin, en el sur, y del general Yudenich, en el noroeste, dominaban gran parte del territorio. Por otro lado, un contingente humano de ex prisioneros de guerra, la Legión Checa, regresaba a su país de origen, dominando una considerable parte de Siberia, junto con las tropas antisoviéticas del almirante Alexander Kolchak, que en mayo de 1919 llegaron a situarse a casi 300 kilómetros de Moscú. Por si eso fuera poco, aprovechando la confusión general, tropas polacas habían invadido Ucrania, con el propósito de apoderarse de buena parte de los territorios colindantes.
La Olimpiada ajedrecística se pone en marcha
En diciembre de 1918 regresó del extranjero un bolchevique convencido, Alexander Ilyn-Genevsky, que por encima incluso de las prioridades del Partido, se había impuesto a sí mismo una misión: relanzar y organizar el ajedrez en su país.
Ilyn-Genevsky (él mismo un buen jugador) fue designado comisario de la Organización General de Reservistas (VSEVOBUCH), que por entonces estaba impulsando una Olimpiada deportiva. Así que Ilyn-Genevsky les propuso a sus jefes incorporar, dentro de tal acontecimiento, una Olimpiada ajedrecística Panrusa (o de todas las Rusias). Con este nombre, y con el respaldo entusiasta de los prestigiosos comisarios del PCUS, Krylenko y Lunacharsky, se dispusieron los preparativos del primer Campeonato.
La confusión social reinante no permitía saber, a ciencia cierta, quién estaba vivo y quién no, lo que hizo que la organización remitiese comunicados a todas las autoridades militares, y demarcaciones burocráticas, con invitaciones a participar a los ajedrecistas destacados.
Por diversas razones, de los 18 participantes del torneo Panruso de 1913-14, sólo seis seguían en Rusia en 1920. Como pérdidas nominales, las más importantes –aunque seguían con vida– fueron las del gran Akiba Rubinstein, que había dejado de ser ciudadano ruso, Ossip Bernstein, que se había establecido como abogado en París pocos meses antes, y también Evgeni Znosko-Borovsky. Por otro lado, Bogoljubov se había casado en Alemania, tras haber sido liberado del campo de Triberg.
En definitiva, la mayoría de los participantes eran moscovitas, seguramente porque muchos otros ni siquiera tuvieron conocimiento de la competición. Loevenfish, por ejemplo, recuerda: «Yo viajé desde Petrogrado la víspera del comienzo y fui alojado en un cuarto sin calefacción de una dependencia militar.»
El primer Campeonato
La reconstrucción de este torneo es puramente arqueológica, pues se ha perdido casi toda la información acerca del mismo. No existen crónicas ni documentación (¡no digamos ya boletines!) y la mayoría de las partidas se ha perdido. De las 120 jugadas sólo se conocen 36 (de las cuales 15 son todas las de Pavlov-Pianov), por lo que se trata de restaurar un edificio antiguo del que de cada cuatro piedras faltan tres. No es posible, por tanto, conocer la trayectoria deportiva del campeonato. Las partidas que conocemos y la tabla de clasificación final nos permiten una visión –aunque fragmentaria– del torneo finalizado, pero no la marcha e incidencias del mismo.
Según recuerdos de maestros de la época, los ajedrecistas solían reunirse por entonces en cada de uno de ellos y como único arma contra la penuria (la falta de alimentos, carencia de calefacción) ingerían azúcar, a fin de preservar la energía y la lucidez cerebral.
Tiempos no sólo de problemas sociales y de miseria localizada, sino de la más brutal carencia de alimentos básicos. Buena muestra de ello es que siete de los participantes plantearon una queja por escrito a la organización, reclamando mayor ración de pan, queso y cigarrillos. Alekhine no suscribió el escrito, pero declaró verbalmente que se solidarizaría con los reclamantes si no se sastisfacían sus justificadas exigencias.
Entre los 16 participantes sólo había un gran maestro reconocido (Alekhine) y tres maestros (Loevenfish y los dos Rabinovich).
Loevenfish, uno de los pocos que han comentado este Campeonato, cuenta en sus recuerdos que le produjo gran impresión la reanudación de la partida aplazada Alekhine-Blumenfeld (una de las partidas que se han conservado), «…un final extraordinariamente complicado, que ambos habían analizado extensamente. Resulta que los dos contrincantes se presentaron a la reanudación con voluminosos cuadernos de notas, que contenían cientos de variantes, y ambos estaban convencidos de la superioridad de su posición. Sin embargo, y como a menudo sucede, la lucha derivó por un sendero inesperado y finalizó en tablas, tras interesantes complicaciones.»
La nómina de participantes contiene importantes referencias deportivas, en relación a lo que sucedería en años venideros. Así, nombres como Piotr Romanovsky, el venerado maestro de San Petersburgo, estudioso profundo del ajedrez y sobresaliente autor de libros sobre el medio juego; Nikolai Grigoriev, excelso finalista y teórico; Abram e Ilya Rabinovich, Benjamin Blumenfeld (un notable teórico y autor del gambito de su nombre), junto con la destacada figura de Grigori Loevenfish, ninguno de los cuales pasaría inadvertido para la historia del ajedrez. Kubbel no era el extraordinario compositor de estudios Leonid, sino su hermano mayor, Arvid, más fuerte en el juego práctico.
(continuará)
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