ajedrez, abril 1, 2011

EL REPERTORIO DE APERTURAS (3)

La opción deportiva Llegamos, por tanto, a una decisión que, con un amplio margen de criterio, toma el 90% de los jugadores: lo que procede es determinar un campo de aperturas en las que usted desea especializarse y con las que debe arreglarse para sentirse «a salvo» en los torneos. Algunos autores recomiendan estudiar una apertura con blancas y un par de ellas con negras (una, digamos, contra 1 e4 y otra contra 1 d4). Esto es insuficiente, pero no hay por qué agobiarse. Estos autores argumentan que es mejor para el jugador ir habituándose a resolver gradualmente sus problemas de apertura, a medida que se los va encontrando y eso irá ampliando su repertorio hasta el nivel de exigencia planteado. Naturalmente, incluso el hecho de restringir las propias opciones a una sola apertura con blancas no resuelve la cuestión, pues nuestro rival de turno decidirá, en cada caso, qué defensa oponerle. Pero la opción deportiva significa racionalizar progresivamente la propia especialización. Por ejemplo: usted decide jugar 1 e4 en el 100% de sus partidas con blancas, y eso, por supuesto, se traducirá en el tablero en que de 10 partidas, se habrá enfrentado (estadística empírica en mano) con 5 sicilianas, 2 francesas, 2 Caro-Kann y 1 simétrica (1 … e5). Por lo tanto, debería usted, en una primera etapa de su preparación teórica, estudiar una variante anti-Siciliana, otra anti-Francesa, otra anti-Caro-Kann y otra contra 1 … e5. Si mañana se pone de moda la Escandinava (1 … d5), o la Pirc (1 … d6), pues también tendrá que hacer algo al respecto. Lo que los expertos en preparación de jugadores recomiendan es ir solucionando esos problemas teóricos a medida que se le vayan presentando en el tablero. Es evidente que algún día, no lejano, tendrá usted una buena preparación contra todo sistema razonable de apertura. 2 VISTAZO AL PANORAMA TEÓRICO (pp. 267-280) (…) 3 ALGUNAS IDEAS NUEVAS (pp. 280-288) (…) 4 EL DISEÑO DEL REPERTORIO El jugador de club o en formación, que se propone disputar torneos, ya sea con gran dedicación o en función del tiempo disponible, debe elaborar su propio repertorio de aperturas. Lo necesita para convertirse en un especialista en las aperturas que utiliza, porque son sus herramientas al entrar en la jungla de la competición moderna. En esa jungla todo el mundo lo sabe casi todo. Esa barrera del casi es la que hay que franquear para superar los obstáculos y no inhibirse ante los rivales teóricamente superiores (¡el Elo!) o los grandes nombres. La influencia del estilo Estilo es lo que somos TRUMAN CAPOTE Entender las posiciones típicas de una apertura es esencial para poder jugar con éxito esa apertura, y ese conocimiento sólo procede del estudio reiterado y de la práctica a lo largo de los años. Algunos expertos, como el GM Sosonko, dicen que «la apertura es sólo el preludio de la lucha». Pero a veces un combate se gana (o se pierde) en el primer asalto. O en el segundo. O puede que todo el combate quede condicionado por los golpes recibidos o asestados en los primeros compases de la lucha. Por eso, la apertura es importante en ajedrez. Por su intensa conexión con el juego subsiguiente, con ese océano de posibilidades que, desde hace siglos, se conoce como medio juego. Usted no cree tener estilo. Pero todos tenemos un estilo, y si aún no está definido, digamos que tendrá gusto, inclinación o preferencias por un tipo de juego. Esas preferencias conforman una manera característica de jugar que, por más parecida que sea a la de muchos jugadores es exclusivamente suya. Porque en tal o cual posición, la mayoría jugaría tal cosa y usted, en cambio, no. O tal vez sí. Su estilo viene definido por lo que juega, por lo que ha estudiado, por su temperamento, por sus cualidades y defectos (ajedrecísticos y extraajedrecísticos), por su espíritu de lucha, por su constancia, por su capacidad especulativa. Estoy seguro de que tiene usted una idea bastante clara de qué le gusta jugar y qué no le gusta. También estoy seguro de que en una posición con varias alternativas siempre escogería una determinada opción. Por ejemplo: imagínese que tiene ante el tablero una posición con fuerte ataque y, en un momento dado, el ataque parece apagarse. Existen tres posibilidades: (a) Forzar jaque perpetuo. (b) Aceptar una simplificación forzada, en la que quedará con un peón de ventaja en el final. (c) Optar por una continuación azarosa que le concede posibilidades de victoria, pero que implica considerables riesgos. Supongamos que la partida no es decisiva y que, aunque el punto o medio punto es importante, no afecta demasiado a su clasificación final. ¿Qué opción elegiría? Sea una u otra, lo más probable es que, en circunstancias similares, usted siempre optaría por el mismo tipo de decisión. Porque está en su temperamento, en su forma de concebir el juego. En su estilo. (…) (continuará) +

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