Tipos de jugador Hay que conocerse a sí mismo como jugador de ajedrez. Hay que intentar definir nuestra forma de enfocar el juego, nuestro comportamiento y el modo en que utilizamos nuestra inteligencia y nuestras capacidades a la hora de competir. Eso nos permitirá dictaminar, en primera instancia, qué clase de aperturas o variantes nos convienen o con las que nos sentimos más a gusto. Veamos: ¿Le gusta asumir la iniciativa, el ataque, tiene facilidad de cálculo, sabe manejar con agilidad sus piezas, no se inhibe a la hora de sacrificar uno o varios peones? Si es así, indudablemente es usted un jugador táctico. ¿Le gusta enfocar el juego de un modo científico, partiendo de la base de que las jugadas deben obedecer a una lógica profunda, tiene sentido de la estrategia, la anticipación y es ducho en las maniobras posicionales? Seguramente es usted un estratega, un jugador posicional. ¿Considera que hay que jugar conforme al espíritu de la posición, en cada caso, tiene buena técnica de finales, ataca con orden y concierto, no se defiende mal, sus conocimientos teóricos son razonablemente buenos para su nivel? Parece que encaja en el tipo de jugador universal o completo. Dentro de estas tres categorías generales (muy esquemáticas) podrían englobarse todos los jugadores del mundo. Sin embargo, hay infinidad de matices y de factores que las adjetivan y matizan. Además de esos matices, existen más componentes en su estilo de jugador, que son puramente psicológicos, como, por ejemplo: ¿Es usted nervioso o tranquilo? ¿Su grado de combatividad es alto o bajo? ¿Qué tal su resistencia? ¿Se fatiga demasiado, si la partida es larga? ¿Qué tal sus reflejos en el ajedrez rápido? ¿Tiene tendencia a cometer errores, o es seguro dentro de su nivel? ¿Es ambicioso o se contenta con un progreso moderado? ¿Cuánto está dispuesto a entregarse en ajedrez: poco, mucho, ni poco ni mucho? ¿Quiere jugar todo lo que se le ponga por delante o con moderación? ¿Le afecta mucho una apertura desconocida, o se lo toma con calma? ¿Qué me dice de su inquietud (o quietud) analítica? ¿Examina sus propias partidas una vez finalizadas? ¿Es autocrítico? Si lo es, ¿sufre mucho, poco, regular por las derrotas o errores cometidos?, etc. La lista de preguntas sería interminable. Todo esto tiene un sentido: ayudarnos a determinar sus preferencias e inclinaciones ajedrecísticas, para que usted, a su vez, pueda determinar qué aperturas le convienen mejor. Sócrates decía a sus alumnos que era como su madre (comadrona), y que con sus preguntas les ayudaba a alumbrar las respuestas, a que éstas salieran a la luz. 5 UN REPERTORIO A LA MEDIDA Es mejor conocer bien una apertura que dos (¡o diez!) mal. El verdadero éxito sólo se consigue si se es fiel a sí mismo. EDMAR MEDNIS Así pues, procede que hagamos una clasificación estándar de tipos de jugador, como una primera aproximación estilística. Tipo 1. Jugador de ataque, gusto por las complicaciones, capacidad de cálculo, se aburre en las posiciones sencillas, evita las simplificaciones y los finales. Normalmente, se encuentra incómodo cuando tiene que defenderse. Táctico A. Tipo 2. Trabaja mucho la teoría de las variantes complicadas. Juego retorcido. Habilidad defensiva. Contraataque. A veces se contenta con las pequeñas ventajas. Le gustan los esquemas provocadores, porque confía en su inventiva. Táctico B. Tipo 3. Jugador lógico por excelencia. Buen trato de las posiciones. Dominio de la estrategia. No le gustan las jugadas extravagantes o poco armoniosas. Excelente técnica. Su defecto es una cierta pasividad. Suele profundizar en los esquemas que juega. Posicional A. Tipo 4. Sus modelos son los grandes estrategas, pero con tendencia a la actividad. No se duerme en los laureles. Fuerte como jugador práctico, con buena técnica, pero confía demasiado en su visión estratégica. Posicional B. Tipo 5. Domina por igual todas las fases del juego, siempre desde la perspectiva de su nivel. Desprejuiciado en cuanto a posiciones complicadas o simples. Juega con naturalidad. Ataca y se defiende con el mismo grado de eficiencia. Comete pocos errores. Universal. Tipo 6. Le fascina la teoría de aperturas y prácticamente es lo único que estudia. Se siente frustrado si sale inferior de la apertura. Si la apertura es un éxito, su moral está por las nubes y obtiene los mejores resultados posibles de sus capacidades. Teórico. Estos tipos son, por supuesto, puramente arbitrarios. Desde luego, existen. Pero también existen otros, y las cualidades y defectos de unos tipos pueden integrarse también en los otros. Esta clasificación es para entendernos, para que usted comprenda por qué voy a recomendarle tal o cual propuesta de repertorio, una vez haya decidido que tal tipo es el que más se le parece. Para diseñar un repertorio a la medida se requiere tener en cuenta numerosas consideraciones técnicas y deportivas. Además de las características de estilo y preferencias personales del jugador, tiene gran importancia la mística de la apertura y la fidelidad a sí mismo. Ser fiel a sí mismo es fundamental, porque ser fiel a uno mismo significa llevar al tablero nuestras mejores cualidades, es decir, que es la mejor forma de defender nuestros propios intereses. Esa fidelidad pasa por no renunciar a los esquemas favoritos, a no apostar por aperturas estrafalarias en un momento de inseguridad o de inspiración «genial». En otras palabras, conservar nuestra propia mística de apertura, lo que no tiene nada que ver con inmovilismo o estancamiento, pues una vez establecido el repertorio personal, el jugador deberá realizar un estudio y mantenimiento permanente de sus variantes y líneas de juego predilectas. Hay numerosas anécdotas acerca de los estragos producidos por la decisión repentina de cambiar de apertura, en una partida de torneo, sin motivos fundados para ello. (Aunque claro que hay motivos, pero no técnicos: el desconcierto y el pánico repentinos.) El GM Mednis (prestigioso entrenador y autor norteamericano, recientemente desaparecido) advertía del error que supone descartar una apertura que el jugador conoce bien, por el temor de que su adversario la conozca mejor. Algo similar escribe el GM Yermolinsky, en su libro El camino hacia el progreso en ajedrez: «Ningún jugador debería renunciar a sus aperturas por temor a que su oponente esté mejor preparado, algo que a menudo les sucede a mis estudiantes, que acaban jugando líneas inferiores… No cometa nunca ese error. Si cree que sus aperturas son buenas, juéguelas contra cualquiera, ¡sobre todo contra grandes maestros!» El GM inglés Matthew Sadler cuenta que en una ocasión tomó una decisión de ese tipo en una partida decisiva, y cometió el ya clásico error de jugar un gambito dudoso, que nunca había jugado antes, salvándose in extremis con unas tablas. Más tarde, su colega Igor Belov le preguntó las razones de su elección de apertura, y tras su explicación, le dijo: «Ah. Entiendo. O sea que tú crees que es más fácil ganarle a alguien con una posición asquerosa de la que no sabes nada, que con otra decente de la que conoces casi todo, y que has jugado docenas de veces…» Sólo conozco un caso de la alta competición en que el truco haya tenido éxito. Sucedió en el Campeonato de Europa de equipos nacionales de 1980, nada menos que en el primer tablero del match URSS-Inglaterra, partida Karpov-Miles. El GM Tony Miles concibió la peregrina idea de responder al previsible 1 e4 de Karpov con 1 … a6. Incluso le llegó a pedir su opinión a un compañero de equipo, Michael Stean, quien le dijo: «¿Por qué no? ¡Juégala! ¡Ya me imagino su rictus de sufrimiento, cuando concentre todas sus piezas en el centro y te masacre, imbécil!» Pero no fue así. Karpov no jugó con la precisión debida y Miles se anotó, con negras, un punto histórico. Claro que Miles era un jugador muy imaginativo, que estuvo estudiando durante una semana la apertura (conocida ya como Defensa Birmingham –la ciudad natal de Miles), y que ésta es menos extravagante de lo que parece, pues puede revertir a esquemas tipo Siciliana Paulsen, en los que la jugada …a6 es útil. Hay que definir lo que los profesionales llaman frontera del riesgo, es decir, el margen de riesgo que supone tal o cual variante. Mejor dicho, más que definir el margen de riesgo de la variante (normalmente definido en los análisis teóricos), lo que hay que definir es el grado de riesgo que quiere usted asumir, y ver si ese grado de riesgo está contenido o superado por la variante de apertura que piensa adoptar. Nuestras recomendaciones de repertorio idóneo para cada uno de estos tipos de jugador son las siguientes: (…) ESCUELA DE AJEDREZ 2 A. Gude Ediciones Tutor, segunda edición, 2006. +
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