En el capítulo 6 de su novela Shirley, Charlotte Brontë hace sostener este diálogo a unos personajes:
«–¿No vamos a jugar al ajedrez?
–No.
–¿Ni a las damas, ni al trictrac?
–No, no. Detestamos esos juegos silenciosos que sólo ocupan las manos, ¿o no?»
Personalmente, ignoraba que las manos bastasen para jugar al ajedrez, pero supongo que la ilustre escritora asume el prejuicio general del viejo refrán: «Juegos de manos, juegos de villanos.»
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