UNA ERA DE GRANDES CAMBIOS
Prólogo del libro LA REVOLUCIÓN DE LOS AÑOS SETENTA EN LAS APERTURAS (Ediciones Merán)
Con este volumen inicio una nueva «serie de ajedrez moderno», esencialmente autobiográfica, que cubrirá también mis matches con Anatoli Karpov, mis partidas selectas, y mis encuentros con computadoras y programas. En principio, la historia de la revolución en las aperturas, de los años 1970-1980, y las luchas con Karpov estaban concebidas como la última parte del proyecto Mis geniales predecesores, pero el capítulo acerca del 12º campeón del mundo llevaba esta obra a su natural conclusión. Lo que ahora se describirá son acontecimientos en los que he tenido una participación directa.
El primero de estos eventos fue el cambio global en el campo de las aperturas, iniciado en los años setenta. Cierto que, tal y como demostró mi encuesta entre casi una treintena de especialistas, que por entonces jugaban y que tomaron parte activa en el desarrollo de los nuevos sistemas, muchos de ellos no consideran que aquellos tiempos fuesen revolucionarios. Argumentan que toda revolución presupone una agitación de la conciencia y una revisión de los viejos dogmas que han sido refutados por el propio tiempo, y eso supuestamente no sucedió. Sin embargo, en mi opinión, la reevaluación de los valores ajedrecísticos que se produjo sí puede calificarse de revolución.
Examinando a lo largo de la historia el desarrollo del pensamiento ajedrecístico, vemos que antes se habían producido tales rupturas, empezando por L’Analyse du jeu des Échecs, de Philidor, siempre asociadas con el nombre de los titanes que las protagonizaron. Steinitz creó una teoría del juego posicional y trató de jugar la apertura dentro de parámetros científicos. Tarrasch divulgó a las masas las teorías de Steinitz, y Rubinstein desarrolló brillantemente en la práctica tales ideas. Los hipermodernos (Nimzovich, Réti y Grünfeld) revelaron al mundo aperturas que trastocaron las concepciones precedentes acerca del control del centro y la «correcta» estructura de peones, ¡unas aperturas que llegó a plantear en el tablero el mismísimo Alekhine! A continuación, Botvinnik introdujo una agresiva concepción para las negras, en lugar de la habitual lucha por la igualdad: se propuso una deliberada disrupción del equilibrio posicional y juego agudo en busca de la iniciativa. Finalmente, Fischer demostró la necesidad de un ulterior refinamiento y profundización en la preparación de la apertura con ambos colores.
Aunque, tras haberse proclamado campeón mundial, Fischer se retiró de la competición, y muchos de sus esquemas quedaron pronto obsoletos, los desplazamientos tectónicos que había causado generaron una poderosa avalancha, que a lo largo de un período de diez años reescribió todo el «mapamundi» de las aperturas. Sólo entre 1972 y 1975, ¡el progreso en este campo fue más significativo que en toda la década precedente! Más tarde, la aceleración apenas fue un incremento. La dinámica del juego se intensificó notablemente y, por encima de todo, se produjo un cambio en el enfoque mismo de la resolución de problemas de apertura. A esto contribuyó, sin duda alguna, el rápido crecimiento del número de torneos, el número de jugadores cualificados y la cantidad de información ajedrecística (como parte del boom mundial de la información).
A partir de entonces, toda la información dejó de ser patrimonio exclusivo de unos cuantos elegidos, y no sólo los grandes jugadores se erigieron en los protagonistas del progreso en ajedrez. En la era de la revolución tecnológica, se produjo también una especialización en la investigación ajedrecística y, primero docenas, y luego cientos de grandes maestros y maestros se sumaron al trabajo creativo general. La consecuencia fue no sólo un triunfo de los sistemas innovadores, que desdeñaban cánones establecidos desde siglos atrás (como el Sistema Erizo o la Variante Cheliabinsk), sino también una reevaluación de los esquemas existentes en las aperturas clásicas, en las que emergieron esquemas originales, basados en nuevas ideas tácticas y nuevos métodos característicos en la lucha por la iniciativa en la apertura o para neutralizar la iniciativa del contrario.
Estos cambios quedaron vívidamente iluminados por el fracaso de la clasificación de aperturas creada por Informator, el anuario de referencia de todos los participantes en la revolución. Llegó un momento en que este minuciosamente concebido código, desarrollado sobre la base de la experiencia, dejó de reflejar la realidad existente. Mientras que, a comienzos de los setenta, parecía que, en general, todas las aperturas habían sido examinadas y dictaminadas, posteriormente resultó que tanto la teoría como la práctica evolucionaban en direcciones totalmente distintas. En consecuencia, todas las antiguas variantes principales, a las que en la Enciclopedia de aperturas de ajedrez se les consagraba un espacio más que abundante, tuvieron que trasladarse a la periferia, mientras que las variantes más populares de la actualidad ocupaban antes ¡no más de una o dos líneas de texto!
La preparación de aperturas fue elevada, de forma imperceptible, pero rápida, a un nivel cualitativamente distinto. Ya no se requería jugar movimiento a movimiento, sino el desarrollo de variantes «propias», y un profundo conocimiento de todo tipo de posiciones estándar, resultantes de diferentes aperturas (por ejemplo, posiciones con peón d aislado o tipo Erizo). La transformación regular de una apertura en otra y su mutua integración fue una de las primeras consecuencias de la revolución. Así, la teoría ajedrecística pasó a convertirse en un conjunto orgánicamente integrado. El resultado, conforme al desarrollo dialéctico, fue que grandes maestros y maestros dieron un paso a un lado, dejando la especialización sin miras en favor de un amplio espectro de conocimiento. Los planes y esquemas universales hicieron su entrada en escena. Pensar en esquemas, en categorías de posiciones típicas del medio juego pasó a tener un carácter más universal.
Esta revolución en las aperturas fue definitivamente consagrada en mis matches con Karpov (1984-1990) lo que, a su vez, le dio al juego un carácter más preciso y específico, convirtiéndose así en el prólogo a la era de los ordenadores.
En un volumen difícilmente es posible describir todas las innovaciones de los años 1970-1980, pero trataré de dar una impresión lo más amplia posible de esa importante fase en el enorme progreso que el ajedrez ha experimentado, desde los tiempos de Philidor hasta nuestros días.
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(Traducción de A. Gude)
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Antonio Gude 10:11, octubre 28, 2011
No lo sé. Esa pregunta sólo la puede contestar Merán. Lo que puedo decir es que mi versión fue entregada hace mucho tiempo, y me gustaría ver el libro impreso ya.
Anonymous 10:09, octubre 28, 2011
¿Para cuando estará aproximadamente éste formidable trabajo en las librerías?