otros temas, mayo 5, 2015

LA HORA DE ROMANOVSKY (1)

II CAMPEONATO DE LA URSS – Petrogrado, 8-24 julio 1923

El complejo entramado de la guerra civil (a la que, en un alarde eufemístico, los historiadores soviéticos solían referirse como «intervención militar») había dado sus últimos coletazos en 1921, y rojos (bolcheviques, mencheviques), blancos (conservadores y liberales), verdes (nacionalistas) y negros (anarquistas) se habían ido apaciguando. Por otro lado, la Paz de Riga había puesto fin a la guerra polaco-soviética. En otras palabras, en Rusia imperaba el nuevo orden soviético.

Los problemas socioeconómicos, sin embargo, seguían siendo múltiples. Incluso podría decirse que la Rusia soviética estaba en bancarrota. Desde la Revolución de Octubre, la guerra se había cobrado unos nueve millones de vidas y el hambre seguía haciendo estragos. En 1921 la producción industrial había decaído a un 20% del nivel anterior a la Primera Guerra Mundial. Sólo se encontraba cultivado el 67% de la tierra de labor y el número de cabezas de ganado había descendido de 58 a 37 millones. Mientras que en 1914 dos rublos equivalían a un dólar, el cambio, en 1920, era de 1 dólar = ¡1.200 rublos!

Después de la Revolución, el país pasó a llamarse Federación de Repúblicas Rusas (Rusia, Transcaucasia, Ucrania y Bielorrusia). El 30 de diciembre de 1922 fue aprobado en el I Congreso Soviético el nuevo nombre Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, aunque en la práctica tardó un tiempo en adoptarse, y en el exterior sólo empezó a conocerse así a partir del reconocimiento del nuevo país, en 1924, por una potencia mundial como Gran Bretaña.

La rivalidad entre Moscú y Petrogrado

Cuando los moscovitas organizaron el primer campeonato postrevolucionario de la ciudad (en 1919-1920), los petrogradenses hicieron lo propio poco después (Ilya Rabinovich fue el campeón).

Como contrapartida a la columna de periódico de Moscú consagrada al ajedrez, Petrogrado lanzó su propia revista, Listok. Aunque revista es mucho decir. Se trataba de un folleto de una página en el que sólo se difundían noticias relativas a la actividad nacional o a la creación de nuevos clubes. Su mayor tirada fue de 500 ejemplares y no se publicaron más que 34 números del mismo. En octubre de 1921 fue reemplazado por Shajmatny Listok, la primera publicación deportiva de la Rusia soviética.

Cuando los moscovitas adquirieron el club de la organización de reservistas, los petrogradenses se decidieron a alquilar (asumiendo una renta considerable) varias dependencias del Casino Vladimir, en la avenida de este nombre, cerca de la Avenida Nevsky, la más elegante de la ciudad. El Club Vladimir pronto fue la referencia de los mejores maestros de Petrogrado, como Loevenfish, Romanovsky, Golubev y Leonid Kubbel, entre otros. El casino todavía conservaba cierto glamour zarista, incluido un portero elegantemente uniformado, lo que intimidaba a algunos jugadores jóvenes.

En noviembre de 1922 los jugadores moscovitas se anotaron un tanto, cuando obsequiaron a Lenin con una mesa (con tablero incrustado), piezas y reloj de ajedrez, en conmemoración del quinto aniversario de la Revolución y como testimonio «de la lucha entre los trabajadores y el capital». Mesa y juego se conservaron durante más de medio siglo en el Museo Lenin, cerca de la Plaza Roja de Moscú. Pero entonces, en 1923, los jugadores de la capital sufrirían un duro golpe: el hombre al que solían llamar presidente, Ilyin Genevsky había decidido fijar su residencia en Petrogrado, con lo cual perdían al ajedrecista más influyente del momento, el que más contactos (los famosos sviazi) tenía en las esferas oficiales.

En las dos últimas confrontaciones tradicionales Moscú-Petrogrado (celebradas en 1911 y 1912), se habían impuesto los jugadores del norte. La primera edición soviética del encuentro se celebraría en Petrogrado (agosto de 1922), entre equipos de once jugadores, y el formato a doble ronda que subsistiría a todo lo largo del siglo. Los moscovitas perdieron la primera ronda (5-6), pero aplastaron a sus rivales en la segunda (9-2), con el consiguiente triunfo en el encuentro. El héroe del mismo fue su primer tablero, Duz Jotimirsky, al ganar las dos partidas a Loevenfish. Formado en el manual de Jean Dufresne, aquél destacaba por su habilidad táctica y había cobrado notoriedad al ganar el Campeonato de Kiev en 1900.

Los aspirantes

Nikolai Grigoriev (nacido en 1895), el prestigioso teórico y compositor de finales, se encontraba en un momento feliz como jugador. En el primer Campeonato postrevolucionario de Moscú (1919-1920) había finalizado segundo (tras Iosif Tsukerman), imponiéndose en las tres ediciones siguientes. Pese a su profunda comprensión posicional, sus grandes conocimientos teóricos y un sutilísimo dominio de los finales, nunca llegó, sin embargo, a cumplir las expectativas que había despertado. La razón, según Vassili Panov,  es que carecía del suficiente instinto competitivo, así como del más elemental sentido práctico. Como recuerda Alexander Kotov, Grigoriev era un hombre generoso, siempre dispuesto a atender y aconsejar a jóvenes aficionados sobre cuestiones ajedrecísticas. «De día o de noche, todo el mundo sabía que podía contar con él. El único precio a pagar era que te obligaba a ver uno de sus finales». Otros historiadores y comentaristas han declarado  que Grigoriev era un idealista, dispuesto a sacrificarlo todo por el ajedrez: su vida, su salud y su descanso. Se cuenta que en una ocasión pensó durante 40 minutos antes de realizar su primer movimiento, porque, cual asno de Buridán, no sabía por cuál de los dos peones centrales decidirse. Por otro lado, Grigoriev era el maestro moscovita mejor informado, pues desde octubre de 1922 tenía a su cargo la columna de ajedrez de Izvestia, la primera en un diario de difusión nacional.

Fiodor Duz Jotimirsky (nacido en 1879), un ajedrecista veterano, que había vencido a Lasker y Rubinstein en San Petersburgo 1909, volvía a la carga. Jugador imprevisible y fantasioso, «era capaz de perder ante un debutante», como recordaría Kotov, «pero de ganar al día siguiente al campeón del mundo.»

El maestro Vladimir Nenarokov (nacido en 1880) había ganado el Campeonato de Moscú en tres ocasiones (1900, 1908 y 1922) y volvería a ganarlo en 1924. En 1905 había empatado un encuentro con Tartakower (+2 -2) y gozaba de un considerable prestigio en los círculos moscovitas. Era, por tanto, otro de los candidatos al título.

También empezaba a cobrar notoriedad el ucraniano Fiodor Bogatyrchuk (nacido en 1892), médico y director de un instituto de investigación en Kiev, con un estilo muy versátil, si bien aún no había conseguido éxitos destacables fuera de Ucrania.

Pero el jugador más importante, con permiso de Romanovsky, era Grigori Loevenfish (nacido en 1889) quien, como se recordará, había finalizado tercero en el primer Campeonato y también había ganado el Campeonato de Petrogrado en 1922. Loevenfish trabajaba como ingeniero químico en la industria del vidrio y, aunque el ajedrez era importante para él, no puede decirse que fuera un jugador profesional.

(continuará)

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