JAQUE nº 653-654, pp. 186-190
Muchos años atrás, crucé, desde Ostende, el Canal de la Mancha (pero no, desde luego, a nado) para jugar el abierto de Folkestone, una localidad costera del sur de Inglaterra.
Folkestone tiene una página en la historia del ajedrez, pues allí se celebró la Olimpiada de 1933. El personaje más célebre de la ciudad (aunque no había nacido en ella) era H. G. Wells* (Eich Yi, como la gente lo llamaba), el creador de El hombre invisible. ¿Quién no ha leído esta novela o visto la película de James Whale, que también llevó al cine Frankenstein?
En Folkestone pude visitar la imponente mansión de Wells, convertida en museo (aunque con escasos muebles y recuerdos), dominando el Canal desde una colina, con una escalinata de piedra que descendía desde el jardín hasta una playa de guijarros típica de la zona. Me sorprendió ver, a unos cincuenta metros de la casa, la minúscula cabaña en que trabajaba el escritor, que no tendría más de siete u ocho metros cuadrados. Pero eso sí, sin teléfono y con un amplio ventanal frente al mar: un retiro austero y apacible, al margen del mundanal ruido.
Pero no divaguemos. Este artículo pretende reseñar el excelente libro de Yochanan Afek y Emmanuel Neiman, Les coups invisibles aux échecs (Las jugadas invisibles en ajedrez).
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*(1866-1946). Considerado un precursor de la ciencia-ficción y autor de novelas populares de calidad, como La máquina del tiempo o La guerra de los mundos, además de biografías y ensayos históricos.
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