Transcripción:
En su partida de Linares con Judit Polgár, Kasparov tomó su caballo de d7 y lo llevó a c5. La cuestión es: ¿soltó no el campeón su pieza en c5? El vídeo de Meridion Films muestra claramente que así fue: la mano de Kasparov se abre y pierde contacto con el caballo. Ahora bien, todo parece haber sucedido en dos décimas de segundo, lo que rodeó al momento de cierta confusión. Polgár no reclamó porque apenas le quedaban dos minutos y, seguramente también -aunque ella no querrá admitirlo- porque el campeón le intimidó en cierta medida. La mirada que lanza a su derecha (¿hacia el árbitro, hacia la madre?) es una mirada de súplica y consternación.
El inefable Raymond Keene habló con todos los implicados (*). Judit dice: «Tengo la certeza de que la mano de Kasparov soltó la pieza.» Kasparov dice: «Iba a jugar 36 … Cc5, pero me di cuenta de que esto habría perdido, de modo que situé el caballo en f8. Polgár miró al árbitro, Carlos Falcón, pero no reaccionó. No protestó durante la partida, el árbitro no intervino y yo pude ganar una brillanter partida.» No reaccionó, no protestó… Curioso. ¿Por qué habría de protestar si no había pasado nada? Más adelante: «La conducta de Polgár fue ultrajante (…) Después de nuestra partida, se me acercó en el vestíbulo del hotel y delante del público me acusó abiertamente de hacer trampas.»
Kasparov aclara que a velocidad normal no se percibe en el vídeo que su mano suelte el caballo, que sólo puede percibirse a cámara lenta, una ralentización promovida –acusa– por Román Torán, el presidente de la Federación Española de Ajedrez.
¿De qué se queja Kasparov?
¿De que la verdad salga a la luz?
¿No le habría gustado que así fuese si quien hubiese protagonizado ese gesto fuera uno de sus más cualificados enemigos?
En otro inspirado argumento, Kasparov asegura que lo suyo «no puede ser comparado con la mano de Dios de Maradona» y nos aclara que en ningún lugar está escrito que los vídeos puedan emplearse en ajedrez para resolver casos conflictivos. No, desde luego. Pero al público podría gustarle conocer la verdad ya que, como Karpov dice en el citado periódico, «sería la primera vez, en la historia del ajedrez, que un campeón del mundo se permite volver atrás una jguada.»
No, no es la mano de Maradona. Ni tampoco hay otras responsabilidades divinas, al amparo de la sugestiva metáfora de Borges («Dios mueve al jugador / y éste la pieza»). Aquí se trata, única y exclusivamente, de la mano diestra de Kasparov, suyos son la responsabilidad y el escàndalo.
Kasparov se lamenta ahora de que la verdad haya sido descubierta y desea que se persiga a los responsables, en un caso de supremo maniqueísmo. Su caballo –nadie sino él tiene la culpa– vivió en c5 y el gran inquisidor levanta su dedo airado para que se castigue a quienes, ante la evidencia, lo señalan como fullero.
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Crockett 12:27, enero 13, 2012
Me atrevo a decir que el Sr. Gude tiene un aire a Kasparov en esa foto. :)
Antonio Gude 13:49, enero 12, 2012
Jorgewic. Esa fue mi motivación exclusiva a la hora de comentar este incidente. ¿No habla continuamente Kasparov de la verdad ajedrecística? Pues la verdad ajedrecística también sucede en los actos ante el tablero, no sólo en la interpretación y evaluación de posiciones.
Jorgewic 12:50, enero 12, 2012
La verdad es la verdad, la diga Agamenón o su porquero.