literatura, noviembre 14, 2010

LOS AÑOS CON LAURA DÍAZ

Sigue un fragmento de esta novela, por el escritor mejicano Carlos Fuentes.

Página 64.
Don Felipe jugaba ajedrez en el patio de la casa de campo con un inglés de sucios guantes blancos y la pregunta de la nieta le hizo perder un alfil y sufrir un enroque. No dijo más el viejo alemán. El inglés, en cambio, perseveró:
–¿Otra revolución? ¿Para qué? Ya todos están muertos.
–Pues desee usted, sir Richard, que tampoco haya más guerras, porque entonces sí va a haber más muertos –don Felipe quiso desviar la atención de Laura al inglés de los guantes y a éste distraerlo del juego mismo.
–Y además, usted alemán y yo británico, para qué le cuento… ¡Hermanos enemigos!
Con lo cual don Felipe, protestando que él ya no era alemán, sino mexicano, se dejó sitiar el rey, el inglés exclamó «Check mate», pero sólo cuatro años más tarde dejaron de hablarse don Felipe y don Ricardo y desprovistos de sus respectivos compañeros de ajedrez, se murieron de aburrimiento y de tristeza; sonaron los cañones de la batalla del Ypres, las trincheras fueron la carnicería de jóvenes ingleses y alemanes y sólo entonces el abuelo Felipe les reveló algo a sus hijas y a su nieta:
–¡Qué cosa. Usaba esos guantes porque él mismo se rebanó las yemas de los dedos para purgar su culpa. En la India, los ingleses le cortaban las yemas a los tejedores de algodón para evitar la competencia con las fábricas de hilados de Manchester. No hay gente más cruel que los ingleses.

LOS AÑOS DE LAURA DÍAZ
Carlos Fuentes
Alfaguara (1999)

El tema de los amigos-rivales de ajedrez que, por nacionalidad opuesta pierden esa entrañable complicidad cuando se produce una guerra, fue desarrollado también en la novela El cielo nada sabe de protegidos, de Erich Maria Remarque.
Las palabras perseverar, perseverancia siempre me han hecho gracia. Recuerdo que en una película de Clint Eastwood (tal vez El jinete pálido), un viejo indio le cuenta al protagonista que él pertenecía a un grupo de indios, digamos, ilustrados, que en la época de mayor tensión con el gobierno de EEUU, y a fin de evitar nuevas guerras, fueron a visitar al presidente a Washington. No llegaron a ningún acuerdo, pero el presidente de EEUU les dijo: «Ustedes perseveren.» «Así que nos volvimos», le dice el viejo, «y reflexionamos mucho sobre la palabra perseveren, y al cabo de seis meses nosotros les declaramos la guerra.»
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