ajedrez, diciembre 18, 2016

Historia del ajedrez (17): Los primeros maestros árabes

Los primeros maestros árabes

Los primeros jugadores conocidos

Hay evidencias de que, de un modo u otro, el ajedrez estaba permitido ya en los primeros tiempos del Islam. Al-Muwardi menciona tradiciones en las que se menciona a varios compañeros suyos que jugaban al ajedrez, como Abu Huraira (m. 676), Abdallah b. Abbas, Abdallah b. Zubair y el desafortunado hijo del calif Alí, al-Husain (m. 610).

Entre otros jugadores se encuentran:

  • Said b. al-Musayyib (m. 709), de Medina, que jugaba en público
  • Alí b. al-Husain Zain al-abidin (m. 712), un imán shiíta
  • Said b. Jubair (m. 714), que destacaba en el juego a la ciega
  • Ibrahim b. Talha b. Obaidallah (m. 717), hijo de uno de los primeros discípulos de Mahoma
  • al-Qasim b. Muhammad (m. 720), nieto del califa Abu-Bakr
  • ash-Sabi (m. 722), de ascendencia persa, que jugaba al ajedrez y al nard con apuestas, y jugaba en público tapándose la cabeza para no ser reconocido
  • Muhammad b. Sirin (m. 729), un persa famoso por su interpretación de los sueños, que también jugaba a la ciega
  • al-Hassan al-Basri (m. 728)
  • Muhammad al-Munkadir (m. 748), el gran abogado del período omeya
  • Hisham b. Urwa (m. 763), otro jugador a la ciega
  • Yahya b. Malik b. Anas, hijo del célebre Malik, abogado en Medina, que jugaba en casa

El más interesante de estos ajedrecistas era Said b. Jubair, el primer jugador asociado con las partidas a la ciega y que, al parecer, tenía muchos seguidores.

El hijo de Harun ar-Rashid, al-Amin (m. 813) también era jugador de ajedrez, una afición, se dice, tan desmedida, que le llevaba a practicarlo incluso en momentos inoportunos. Así, en el momento crítico del cerco a Bagdad, cuando la ciudad estaba a punto de ser capturada, el mensajero enviado para advertir del peligro al califa, se encontró a éste sumido en una partida de ajedrez con su favorita. «Oh, Comandante de los Fieles,» exclamó el mensajero, «éste no es el momento de jugar: reza y atiende a los asuntos más serios.» «Paciencia, amigo mío,» replicó fríamente el califa, «Veo que en pocas jugadas podré dar mate a Kauthar.»

Al-Mamun (m. 833), que sucedió a su hermano al-Amin en el califato, era igualmente adicto al ajedrez, aunque, menos diestro al parecer. «Es increíble que pueda gobernar el mundo, desde el Indo hasta Andalucía y no pueda gobernar a 32 piezas en un pequeño tablero.»

Los mejores maestros o aliyat

Pero aunque al-Mamun era un jugador flojo, supo rodearse de jugadores fuertes y, por ejemplo, en su expedición de Khurasan a Bagdad, en 819, observó jugar a Rabrab, Jabir al-Kufi y Abdalghaffar. Rabrab y Jabir se citan en algunos manuscritos árabes  entre los jugadores más destacados, o aliyat.

Durante el reinado de al-Wathiq (m. 842) y de al-Mutawakkil (m. 847), el gran maestro al-Adli estaba considerado el mejor, y sólo hacia el final de sus días apareció un rival que cuestionase su hegemonía: ar-Razi. En presencia de al-Mutawakkil se disputó un match entre ambos, en el que ar-Razi derrotó a su veterano rival y pasó así a engrosar las filas de los aliyat. Aunque ambos ajedrecistas eran autores y se conservan textos considerables de al-Adli, de ar-Razi apenas nos han quedado unos aforismos y un par de problemas. Sin embargo, as-Suli consideraba a ar-Razi el más importante de sus predecesores y buena parte de su obra constituye una crítica de la de al-Adli.

El gran as-Suli

Bajo el califa al-Muktafi (902-908), el historiador Abu-Bakr Muhammad b. Yahya as-Suli (también llamado an-Nadim, el cortesano, y ash-Shatranj) llegó a adquirir la reputación de ser un consumado maestro del ajedrez.

Ar-Razi ya había muerto cuando un cierto al-Mawardi hizo su aparición en la corte y anunció que su habilidad en ajedrez excedía la mayor que hubiese poseído nunca ar-Razi. El califa lo tomó bajo su protección y cuando llegó a sus oídos que un tal as-Suli tenía un extraordinario talento para el ajedrez, se negó a creerlo. Pero se organizó un encuentro entre ambos jugadores, que tuvo lugar en presencia del califa. Al-Muktafi estaba tan entusiasmado con su favorito, que durante la partida lo animaba abiertamente. Al principio, esto molestó y confundió a as-Suli, pero pudo recuperar su aplomo y, finalmente derrotó a su adversario de forma tan rotunda, que nadie tuvo la menor duda acerca de su superioridad. El califa quedó convencido e impresionado por la exhibición de as-Suli, hasta tal punto que perdió su parcialidad por al-Mawardi y le dijo: «Tu agua de rosas (maward) se ha convertido en orina.»

El nuevo elegido del ajedrez era descendiente de Sul-takin, un príncipe turco de Jurjan, cuya casa ancestral estaba situada en el rincón sudeste del Mar Caspio, en las riberas del río Atrek. As-Suli era, además de historiador y versificador, muy ingenioso en el arte de la conversación, cualidades todas que le valieron su posición en la corte de al-Muktafi y sus sucesores, al-Muqtadir (m. 932) y ar-Radi (m. 940). Este último califa era amigo personal de as-Suli, porque había sido tutor suyo, y a él le debemos una feliz referencia al juego del maestro. Lo cuenta al-Masudi:

Se dice que ar-Radi-billah, caminando por su país, se sentó en Thurayya y llamó su atención un precioso jardín, repleto de flores de todo tipo. Preguntó luego a sus cortesanos si habían visto jamás algo tan hermoso. Los cortesanos comenzaron a ponderar las exquisiteces del jardín, extasiándose con su belleza y situándola por encima de todas las maravillas del mundo. «Alto», dijo entonces el califa, «la maestría de as-Suli en ajedrez me maravilla más que todas esas flores y más también que todo lo que habéis mencionado.

Tras la muerte de ar-Radi, as-Suli cayó en desgracia y una imprudente declaración suya (que revelaba su inclinación por el partido de los Alids øluego shiíes) fue tan comprometedora que se vio obligado a huir de Bagdad y refugiarse en Basora, donde murió, en la miseria, en 946.

La reputación de as-Suli en ajedrez permaneció intacta en los círculos árabes, durante más de cinco siglos. Como dice su biógrafo, ben Khallikan:

En su tiempo era el mejor y el único, ya que no había nadie comparable en maestría. Su juego pasó a ser algo proverbial, y cuando se hablaba de alguien que destacaba por la excelencia de su juego, se decía de él: ·Juega al ajedrez como as-Suli.

Al-Lajlaj

Si podemos considerar a as-Suli el primer maestro que trata de descubrir la ciencia del juego y enunciar los principios que lo rigen, debemos a su agradecido discípulo al-Lajlaj algunas interesantes recopilaciones y análisis.

Este jugador, conocido en algunos manuscritos como Abul-Faraj Muhammad b. Obaidallah y también como Abul Faraj al-Muzaffar b. Said, debía el sobrenombre de al-Lajlaj (el tartamudo) a su defecto físico. En 970 se estableció en Shiraz, en la corte de Buyid Adudaddaul, donde murió no mucho después.

Como as-Suli, al-Lajlaj es recordado como un destacadísimo maestro de ajedrez, pero mientras que la reputación de as-Suli se preserva, sobre todo, en Siria y Egipto, la de al-Lajlaj sólo ha sobrevivido entre los iraníes y los turcos. Para estos pueblos su nombre reviste un carácter mítico y todas las hazañas ajedrecísticas se asocian con él. Como Lajaj, o Lilaj, aparece en la embajada india a Nushirwan, personificando al embajador indio y supuesto inventor del ajedrez, y también se representa al fabuloso Sassa b. Dahir como padre suyo.

Después de estos grandes jugadores, se produce un vacío, que quizá sigue en paralelo a la decadencia del califato de Bagdad, desplazándose el fulgor del mundo islámico a otros centros occidentales.

 

2 comentarios

  1. agude 12:44, diciembre 19, 2016

    Muchas gracias, Dr. Carciofi. El halago es especialmente apreciado viniendo de usted. Saludos.

  2. Juan Bruno Carciofi 11:55, diciembre 19, 2016

    Esta nota está muy buena, tema de difícil recopilación de datos, ( me costó en mi trabajo de Diplomatura I en ajedrez UNTREF , y al final, ME QUEDÓ INCOMPLETA, POR LO QUE VEO ).-Está bien fundamentada tratándose de un tema de difícil recopilación de datos. Felicito al gran Aliyat Antonio Gude .-