literatura, noviembre 29, 2011

MÁQUINAS AFECTIVAS

Nuestra influencia o poder sobre los demás viene del conocimiento de sus emociones y pensamientos, de cómo utilizarlos en nuestro propio provecho. Así, al menos, pensaría un utilitarista, un pragmático trepador…
Vicente Verdú escribió un artículo con este título (El País, 11.5.2002), del que extraemos un fragmento:

«En San Diego, donde ha comenzado la generación de estas supermáquinas femeninas que se relacionan, no a través de la mente, sino del corazón, no jugnado con la sinapsis, sino con la cara. Y que gracias a un hispano llamado Javier Movellan, las llaman ‘ordenadores afectivos’. Son capaces de averiguar nuestro estado de ánimo.
(…)
«Las máquinas afectivas son las máquinas que se echaban en falta al lado de aquellos artefactos tan machos, obsesivamente dedicados a jugar al ajedrez. Estas máquinas juegan a conocer el amor, a tratar emociones, a considerarnos no como chismes impávidos, sino como carnes blandas que se conmueven, ríen, o pueden echarse a llorar.»

Es curiosa esa ecuación de este gran pensador, artefactos machos = jugar al ajedrez.
¿Es el ajedrez un juego macho?
¿Alguien tiene sugerencias o propuestas para debate?

7 comentarios

  1. Eduardo Ramón 18:06, febrero 20, 2012

    En relacion a la hipótesis de la distribución de la capacidad. Los autores mencionados exponen que los jugadores de mayor nivel son aquellos que usan la capacidad espacial. Me parece una hipótesis sin contrastar en ese texto que
    1- Sea a niveles altos donde se use esa capacidad
    2- Sea distinta esa capacidad en hombres y mujeres.
    Por otro lado, me viene a la memoria un estudio publicado que expone una mayor orientación (que en cierto modo podría desembocar de esa capacidad mencionada) de los hombres respecto a las mujeres. Seguimos con la incertidumbre.(Por cierto, la profesión con mayor desarrollo de esa capacidad era la de taxista)

  2. Antonio Gude 13:17, noviembre 30, 2011

    elez. Desde luego, el trabajo personal, cultivar las cualidades y cultura propias es algo que no puede resolver exclusivamente el talento. En otras palabras, yo creo firmemente en el esfuerzo y la cultura del trabajo como mejor (si no, único) medio para la realización individual. Eso está claro para mí. Otra cosa es que alguien como Judit no puede surgir sólo de las clases de un padre como el suyo, por muy sistemáticas y disciplinadas que fuesen. He visto un mamotreto de Laszlo Polgár, con no sé cuántos miles de posiciones, amontonadas sin el menor criterio y me ha parecido un bodrio total, lo que me da una idea de cuáles podían haber sido sus clases.

  3. elez 20:47, noviembre 29, 2011

    parece ser que los cerebros tienen sexo , un cerebro masculino tiene distintas capacidades innatas que uno femenino,pero el peso en la balanza debe ser minimo , en comparacion con los demas factores (ambientales,entrenamiento,etc…)un ejemplo pueden ser las hermanas Polgart , segun su padre ninguna de ellas son genios ni superdotadas,y a sido el trabajo esterno lo que les ha convertido en lo que son,ademas apunta que podia ser en cualquier otra materia lo del ajedrez al parecer fue casual.

  4. Antonio Gude 19:00, noviembre 29, 2011

    Difícil de asimilar eso de la «hipótesis de la distribución de la capacidad» y la «hipótesis diferencial del abandono.» La jerga de los psiquiatras habría que ponerla también en el diván y convetirla en lenguaje asimilable. Pero te agradezco mucho, Jairo, tu aportación. Trataré de rumiarlo.

  5. Anonymous 16:04, noviembre 29, 2011

    Tesis defendida por Chabris y Glickman sobre la superioridad masculina:
    Es posible que exista alguna diferencia innata en la capacidad de hombres y mujeres en general en lo que concierne a la habilidad requerida para jugar bien al ajedrez. Esta diferencia en media o en variabilidad no tiene por qué ser grande; sin embargo, en la parte superior de la distribución, donde en los jugadores de ajedrez funciona su capacidad espacial, una pequeña diferencia causaría un gran salto en el nivel de juego. Lo llaman la «hipótesis de la distribución de capacidad».

    1. La discriminación se podría mostrar en una diferencia en la participación a través de diferentes estándares. Sin embargo, los autores explican que esto no es un problema para este estudio particular porque en el ajedrez los resultados se miden con objetividad. No se puede discriminar a alguien si su género no se puede tener en cuenta en la evaluación de su rendimiento.
    2. Podría haber una tasa de abandono diferente entre muchachos y muchachas. Igual número de muchachos y muchachas con capacidades similares podrían comenzar la educación en el ajedrez, pero serían menos las muchachas que llegarían a ser Grandes Maestras. Esto lo llaman la “hipótesis diferencial del abandono”.
    3. Podría ser que menos mujeres deciden por su propia cuenta participar en el ajedrez. Si sobre todo son mujeres con poco talento las que deciden participar en el ajedrez, por lógica habrá menos que logren alcanzar el título de gran maestro. Lo llaman la «hipótesis de la tasa de participación».
    Después de analizar los datos, Chabris y Glickman llegan a las siguientes conclusiones:
    • Hombres y mujeres se diferenciaron en su capacidad para jugar al ajedrez en todos los grupos de edades, incluso teniendo en cuenta diferencias como la frecuencia de juego (leer: el nivel de entrenamiento) o la edad. La disparidad entre hombres y mujeres en la habilidad para jugar al ajedrez existe desde el comienzo y persiste a través de todas las categorías de edad.
    • No se ha encontrado una mayor variabilidad en los hombres que en las mujeres. Si existe alguna, es la de que en la mayor parte de los grupos de edades, las mujeres tienen una más alta variabilidad que los hombres.
    • Mujeres y hombres no abandonan el ajedrez con más o menos frecuencia si se tienen en cuenta en el análisis la habilidad y la edad. Por ejemplo, si uno no juega bien al ajedrez, es más probable que deje de participar en torneos, pero las chicas y los chicos que juegan igual de bien tienen la misma probabilidad de dejar de jugar. Esto contradice la «hipótesis diferencial del abandono.
    • Si miramos el nivel de participación de las mujeres y lo ponemos en relación con el rendimiento, resulta que en los casos donde el nivel de participación de mujeres y hombres es igual, la diferencia en el rendimiento desaparece.
    Mi posición es que en deportes relacionados con “fuerza física”, las mujeres serán inferiores cuando enfrenten a hombres de igual categoría, no así en asuntos relacionados con la mente. Premios Nobel son muchas mujeres y no me asombraría que en un futuro, una mujer ostente el título de Campeona Mundial de Ajedrez en ambos géneros, desde la categoría sub 8 hasta la de mayores. No olvidemos que antes el paradigma existente no concebía a una mujer futbolista o boxeadora, para no mencionar otros deportes y sabemos que ello ya es historia.
    Jairo

  6. Antonio Gude 12:41, noviembre 29, 2011

    ReinaBlanca. Me cuesta pensar que hay superioridad masculina porque sí (estaría claro en el caso del atletismo y de los deportes físicos, por la peculiar constitución de cada sexo), teniendo en cuenta que en cuestiones intelectuales es muy posible que la balanza se decante de vuestro lado. La razón (o una de las razones) habría que verla en la falta de acceso de la mujer a la práctica del ajedrez (lo mismo que en el voto y las actividades profesionales y públicas), hasta avanzado el siglo XX. De haber hoy tantas practicantes como hombres, no creo que hubiese superioridad masculina. Pero claro, falta el contraste de la realidad.

  7. ReinaBlanca 12:25, noviembre 29, 2011

    Me interesa mucho este debate, realmente ha sido un juego liderado por hombres (aunque vaya en decrimento de mi sexo) pero es la realidad, los GM son en su mayoría hombres, eso no quita que haya mujeres fantásticas como Pólgar… Tal vez esto está cambiando al igual que en otras áreas, a lo mejor en unos años debatimos sobre como las mujeres os ganamos terreno (por lo visto lo hacemos en muchos campos) Seguiré el debate, me parece que pueden salir cosas muy buenas de él..