ajedrez, mayo 30, 2011

MAROVIC Y EL JUEGO DE PEONES

El GM Drazen Marovic, uno de los autores de ajedrez más prestigiosos, ha publicado varios libros muy interesantes sobre el papel de los peones en la partida.
Transcribo un extracto de su introducción a COMPRENDER EL JUEGO DE PEONES (La Casa del Ajedrez, 2006):

(…)
«Irónicamente, la filosofía del centro de Nimzovich era el comienzo de un significativo proceso en los fundamentos del ajedrez moderno: la desintegración de las estructuras clásicas de peones y la asimetría de las formaciones de peones modernas. Es característico que, en sintonía con las tendencias generales, intelectuales y artísticas, el proceso se hizo más acusado hacia la mitad del siglo XX. Después de la Segunda Guerra Mundial, esa tendencia se manifestó en modernos sistemas de apertura como las defensas Siciliana y Benoni.
Ya en las décadas de los años cuarenta y cincuenta, Bronstein y Boleslavsky dieron un paso más allá de Nimzovich, al manifestar su convicción de que las negras no debían buscar la simetría central, ni tampoco controlar el centro. Podría cederse el centro, proclamaban, acabar el desarrollo básico con prontitud y luego tratar de fijar y minar el centro rival con agresiones laterales.
La clave era fijar el centro, lo que significaba provocar un bloqueo, y quitarle a ese centro su potencial dinámico. Los dos maestros citados confiaban en una verdad sencilla y universal, a saber, que todo aquello que está fijo, inmóvil, tiende a debilitarse. Fue exactamente gracias a estas nuevas proposiciones como se introdujeron nuevos sistemas de apertura, con la Defensa India de Rey como el más famoso de ellos.
Así pues, llegamos a la segunda parte del siglo XX, conscientes del flujo constante y cambios de dos tendencias dominantes, que exploran por turno las posibilidades atacantes y defensivas. Es interesante observar que la historia del arte sigue el mismo modelo. Existe una constante repetición del proceso típico de lo estricto a lo libre, de lo sencillo a lo complejo, de lo cerrado a lo abierto, de lo estático a lo dinámico.
En el constante cambio de la moda ajedrecística, entre factores estáticos y dinámicos, veo la lógica inherente del desarrollo del ajedrez. Cada época que hemos analizado llevaba, al transcurrir, el germen del período siguente, y cada una de ellas estaba dominada por un estilo, un entendimiento. En ese sentido, no obstante, el siglo XX fue, en esencia, distinto. Lo mismo que el arte del siglo XX, el ajedrez moderno está caracterizado por una mezcla de diferentes estilos. Al mismo tiempo y en el mismo lugar coexisten fuertes corrientes estilísticas, componiendo así un complejo tapiz de ideas y actitudes.
El destino de los peones en ajedrez, su ascenso y caída, está interrelacionado con los modelos de cambio. Los períodos que los menospreciaban fueron seguidos por otros en que el juego racional se basaba en ellos. Nuestra época ha absorbido finalmente la experiencia de siglos anteriores y entendido plenamente los valores intrínsecos de los peones y los distintos papeles que pueden asumir en una partida de ajedrez. Hoy en día somos conscientes de que los peones constituyen la columna vertebral de los sistemas de apertura, y también que son realmente los peones los que dan forma tanto al ataque como a la defensa.
La intención de la obra es explorar la naturaleza de los peones y las formas básicas en que pueden surgir en el tablero. Mi objetivo no es ocuparme de cada aspecto de distintas formaciones de peones, partiendo de innumerables ejemplos de la práctica magistral, y decirle, en consecuencia, al lector qué hacer en cada caso. No hay reglas que puedan definir en su totalidad la compleja vida de un peón, ni ofrecer un consejo seguro que resulte siempre válido. Por otro lado, temo examinar demasiados casos que sólo podrían contribuir a crear confusión. Lo que he tratado de hacer es revelar la naturaleza variable y ambigua de los peones, que siempre dependen del entorno en que deben cumplir su misión. Entender plenamente esa relación nos ayudará a elegir el camino correcto en nuestras propias partidas.+
(…)

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