Más fragmentos de LA DÁDIVA, de Vladimir Nabokov, extraídos de la edición española de Anagrama (1988), traducción de Carmen Giralt.
Páginas 192-193
Masticando y sorbiendo, volvió a abrir el 8 x 8 (de nuevo le contempló un entremetido N. G. Ch.) y empezó a gozar con calma de un estudio en que las escasas piezas blancas parecían suspendidas sobre un abismo y no obstante ganaban la partida. Entonces vio cuatro encantadoras jugadas de un maestro americano, cuya belleza no sólo consistía en la oculta operación de mate, disimulada con inteligencia, sino también en que, como respuesta a un ataque tentador pero incorrecto, las negras, retirándose y bloqueando sus propias piezas, lograban construir justo a tiempo un hermético ahogo del rey. Luego, en una de las composiciones soviéticas (P. Mitrofanov, Tver) apareció un bello ejemplo de cómo fracasar estrepitosamente: las negras tenían NUEVE peones, tras haber añadido el noveno en el último momento, a fin de remediar un fallo, como si un escritor hubiese cambiado precipitadamente «es seguro que le hablarán» por el más correcto «sin duda le hablarán», olvidando que la frase siguiente era: «de su dudosa reputación.»
P. 286
Otro Kostomarov, profesor éste, dice en alguna parte que Chernyshevski era un excelente jugador de ajedrez. En realidad, ni Kostomarov ni Chernyshevski sabían mucho de este juego. Es cierto que Nikolai Gavrilovich compró un ajedrez en su juventud, intentó incluso estudiar un manual, logró aprender más o menos los movimientos de las piezas y se ocupó de ello durante bastante tiempo (ocupación que anotó muy detalladamente); al final, cansado de este inútil pasatiempo, regaló ajedrez y manual a un amigo. Quince años después (al recordar que Lessing había conocido a Mendelssohn ante un tablero) fundó el club de ajedrez en San Petersburgo, que se inauguró en enero de 1862, existió hasta finales de la primavera, se desintegraba gradualmente y hubiera desaparecido por sí mismo de no haber sido cerrado en relación con «los incendios de San Petersburgo». Se trataba simplemente de un círculo literario y político situado en la llamada Casa Ruadze. Chernyshevski llegaba y se sentaba ante una mesa, la golpeaba con una torre (que él llamaba castillo) y relataba anécdotas inocuas.
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Antonio Gude 18:47, mayo 18, 2011
Gracias, amigo ThorOdinson. Ninguno de los dioses vikingos podrá quejarse, porque comparten tablero. Por supuesto, tienes mi permiso. Hasta siempre.
ThorOdinson64 18:05, mayo 18, 2011
Enhorabuena por tu blog y por tus libros Antonio. He estado echando un vistazo al blog y está repleto de información interesante. Con tu permiso te voy a agregar a la lista de enlaces de mi blog. Aprovecho también para dejarte a ti y a tus lectores la dirección de mi blog.
http://thorodinson64.blogspot.com/
Un cordial saludo.
Antonio Gude 12:35, mayo 18, 2011
Bonito libro, sí. En realidad, debería traducirse por ‘Relato de ajedrez’, porque ‘Schachnovelle’ en alemán es novela corta o relato. Sabrás que también se ha hecho una película sobre esta obra (El jugador de ajedrez). Si te interesa, puedes localizar los datos en el blog. Saludos.
luis 12:33, mayo 18, 2011
Me has hecho recordar un maravilloso librito de STEFAN ZWEIG titulado Novela de Ajedrez…