literatura, diciembre 27, 2012

¿NO SON NADA VEINTE AÑOS?


¿NO SON NADA VEINTE AÑOS?
Últimamente se me aparecen por todas partes los «veinte años».
Para empezar, está el tango («que veinte años no es nada / que es febril la mirada / que errante en las sombras / te busca y te nombra…» — Volver, de Le Pera y Gardel).
Siempre me pregunté: volver y pensar que veinte años no es nada… o es verdad o es una absurda idealización nostálgica.
Luego están los transcurridos entre 1972 (match Fischer-Spassky en Reykjavik, vividos en un verano especialmente tórrido de Madrid) y 1992 (que, por cierto, es la distancia temporal entre ese año y el que vivimos), el «match-revancha» de una Yugoslavia en guerra, iniciado en un lugar turístico de ensueño (Sveti Stefan, frente a Montenegro). ¿Cómo resintieron, en su espíritu Fischer y Spassky aquel segundo match? Pese a lo que digan algunos expertos (entre los que destaca Kasparov), a mí no me pareció que el nivel de Fischer había bajado tanto: hay algunas partidas suyas formidables. El de Boris Spassky, en cambio, sí. Para él, sin duda, los veinte años transcurridos habían sido «algo»…
Pasemos ahora a otro ajedrez, la literatura.
El bueno de Alejandro Dumas nos «colocó» a todos su Los tres mosqueteros, engañándonos como a «chinitos», puesto que, como todos sabemos, los tres mosqueteros eran cuatro y, además, el principal, el protagonista indudable era d’Artagnan, a quien excluye del título en un doble escamoteo: el de la injusticia hacia su personaje y el del fraude hacia sus lectores. Pues bien, Dumas no se contentó con eso, y volvió a la carga con una secuela de su obra: los mosqueteros regresan a la acción en Veinte años después.

Ahora está un gran escritor, Vladimir Nabokov, a quien, por cierto, los ajedrecistas debemos La Defensa Luzhin. Pues en Curso de literatura rusa, uno de esos magníficos regalos navideños (gracias, María), el autor confiesa que gracias a su previsión, el haber escrito 2.000 páginas de crítica literaria le permitieron ganarse la vida («durante veinte años», sic) dando clases de literatura en la Universidad de Cornell (EEUU). Creo también, y esto no podría asegurarlo, que veinte años fueron precisamente los transcurridos entre la publicación inicial (en Francia) de Lolita, y su publicación en Estados Unidos, lo que permitió a Nabokov consagrarse, por fin, por entero a la literatura creativa.

No sé si veinte años son mucho, poco o nada. Pero a mí no me disgustaría tener veinte años menos…  
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1 comentario

  1. Antonio MG 20:21, diciembre 28, 2012

    Bonita entrada.