HISTORIA DEL CAMPEONATO DE LA URSS
IV Campeonato (continuación)
UN CAMPEONATO MUY DISPUTADO
Si la sede había mejorado considerablemente, para sorpresa, sobre todo, de los competidores, el nivel de la información seguía siendo decepcionante. La historia sólo conserva 52 partidas de las 190 disputadas, es decir, menos de un tercio del total.
El torneo ofrecía un aliciente adicional: los ocho primeros serían invitados a participar en el primer torneo internacional de Moscú.
Bogoljubov repitió triunfo, pero esta vez con más apuros, pues Loevenfish le persiguió tenazmente durante toda la competición, a pesar de haber sufrido, al comienzo, dos derrotas consecutivas. En la 14ª y 15ª rondas Bogoljubov sufriría sendas e inesperadas derrotas, lo que dio brío a la lucha por el título.
Que en la nueva Rusia estaban surgiendo nuevos talentos y asimilándose a gran velocidad por parte de la población habría de verse dos meses después, con el primer torneo internacional de Moscú, en el que las figuras soviéticas competirían con los Lasker, Capablanca, Rubinstein, Réti, Tartakower y otros.
La partida Verlinsky-Bogoljubov fue distinguida con el Premio de Belleza.
En la tercera ronda Grigoriev tendría oportunidad de exhibir su virtuosismo técnico en el final.
(Posición Zubarev-Grigoriev, comentada)
(…)
¿Quién ha dicho que el maestro Ilya Leontievich Rabinovich no entregaba material? Desde luego, no estaba muy inclinado a hacerlo, sobre todo en el caso de los sacrificios especulativos. Pero entendía perfectamente la conveniencia de los sacrificios posicionales. Veamos un ejemplo.
(Partida Rabinovich-Nenarokov, comentada)
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EL CAMPEÓN REVALIDA EL TÍTULO
He aquí el número (entre paréntesis) de las partidas que se conocen de los ocho primeros clasificados: Bogoljubov (11), Loevenfish (4), I. Rabinovich (6), Verlinsky (5), Duz Jotimirsky (4), Gothilf (3), Ilyn Genevsky (3), Romanovsky (11). Sólo Bogoljubov y Romanovsky superan el 50%. Los demás ni siquiera se acercan. Sería, por tanto, una insensatez pretender evaluar actuaciones con un material tan exiguo. Recuerdo la respuesta de Botvinnik, cuando un periodista le preguntó qué pensaba de Sosonko (que lideraba el torneo de Wijk aan Zee y acababa de desertar de la URSS): «No puedo opinar sobre un jugador por su actuación en un solo torneo, y mucho menos si el torneo aún no ha concluido.»
De Bogoljubov se han dicho muchas cosas, algunas contradictorias, pero de lo que no hay duda es de que era un gran jugador. Según Tartakower, «podría escribirse todo un libro acerca de él, pero dos palabras bastarán para describirlo: ¡Asombroso jugador! Ante este intenso flujo de planes, ideas y combinaciones, hasta los más fuertes oponentes tendrán problemas para contenerlo, y los más débiles caerán como moscas.»
Loevenfish (+11 =4 -4) perdió ante los dos Rabinovich, Verlinsky e Ilyn Genevsky, y finalizó a un punto del vencedor. Apenas hay material que permita juzgar su actuación, pero está claro que luchó tenazmente por superar a Bogoljubov.
Ilya Rabinovich confirmó su buena actuación de Baden-Baden, con un meritorio tercer puesto (+11 =3 -5), a medio punto de Loevenfish.
En cuanto al sorprendente Boris Verlinsky, su cuarto puesto y el hecho de haber ganado a los tres primeros clasificados dice no poco acerca de su capacidad ante el tablero. Con 12 puntos (+9 =6 -4), la irregularidad parece haber sido, sin embargo, la tónica de su actuación, pues tres de sus cuatro derrotas lo fueron ante jugadores de la zona baja de la tabla. Con 38 años (nacido en 1887), y al margen de algunos torneos juveniles, había pasado muchos años en el ostracismo, con una actuación mediocre (10º) en el Campeonato anterior. Su juego en la presente edición despertó, por el contrario, un considerable interés acerca de sus posibilidades.
Entre las principales sorpresas cabe mencionar las victorias de Vilner sobre Bogoljubov y Verlinsky. Aunque nunca llegó a mostrar un gran potencial, Yakov Vilner estaba en un buen momento, pues el año anterior había ganado el Campeonato de Ucrania.
El gran derrotado fue Romanovsky, que sólo pudo finalizar octavo, a tres puntos del vencedor (+9 =4 -6). Sozin, por último, volvió a decepcionar, confirmando que su nivel competitivo distaba mucho del de los mejores.
EL INCIDENTE CON PYAST
Aunque no era un gran experto, a Vladimir Pyast** le apasionaba el ajedrez y le gustaba expresar públicamente sus opiniones. Así que no dudó en afirmar en la prensa*** que «el juego de Bogoljubov estaba en declive y que el vencedor moral del Campeonato era Boris Verlinsky, quien debía haber logrado el título.» Seguramente se basaba en que Verlinsky había ganado a los tres primeros clasificados, consiguiendo, además, el Premio de Belleza por su victoria sobre el campeón. Lo cierto es que tal afirmación indignó a Bogoljubov, que incluso quiso demandar a Pyast ante los tribunales «por difamación». Pero el caso no fue admitido a trámite, porque el juez consideró que se trataba de una cuestión personal y que el cronista había ejercido su derecho a la libertad de expresión.
**Poeta y traductor de Cervantes al ruso.
***En ‘Krasnaia Gazeta’.
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