Nos lo cuenta el famoso orientalista británico H. J. R. Murray, en su monumental A History of Chess:
“El historiador árabe al-Masudi, que escribió hacia el 950 d.C., traza un cuadro espeluznante de lo que en sus días se creía sobre la propensión al juego de los indios. Está escribiendo acerca del uso del marfil, y continúa:
Pero con mucho el uso más frecuente del marfil es para la manufactura de piezas de ajedrez y de nard. Algunas de las piezas son figuras de hombres o de animales, de un palmo de alto y de grueso, o incluso más. Durante el juego, un hombre permanece de pie, sobre todo para transportar las piezas de una casilla a otra. Cuando los indios juegan al ajedrez o al nard, apuestan bienes o piedras preciosas y cuando se da el caso de que un jugador haya perdido todas sus posesiones, puede llegar hasta a apostar uno de sus miembros. A este fin, se coloca entre los jugadores una pequeña vasija de cobre sobre un fuego de leña, en la que se hierve un ungüento rojizo característico del país, que tiene la propiedad de cicatrizar heridas y coagular el flujo sanguíneo. Si el hombre que apostó uno de sus dedos pierde, se lo cortará con una daga, sumergiendo a continuación su mano en el ungüento para cicatrizar la herida. A continuación, vuelve a jugar. Si la suerte le sigue siendo adversa, sacrificará otro dedo y, a veces, un hombre que ha seguido perdiendo en el juego ha llegado a perder sucesivamente todos sus dedos, la mano, un antebrazo, el codo y otras partes de su cuerpo. Tras cada amputación, el hombre cauteriza la herida con el ungüento, que es una curiosa mezcla de ingredientes y drogas de extraordinaria eficacia. La costumbre de la que he hablado constituye un hecho notorio.
Este texto está tomado de la versión francesa de Murujadh-dhahab (Las praderas de oro), Les Prairies d’Or (París, 1864). Lo curioso es que al-Masudi afirmaba haber viajado por la India y haber sido testigo presencial de estos hechos, es decir, que sería una crónica con rango de objetividad. Resulta, sin embargo, un poco (sólo un poco) difícil de creer.
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