ajedrez, diciembre 28, 2016

Historia del ajedrez (27): Primeras referencias filológicas

Primeras referencias filológicas

Cuando los cristianos de Europa Occidental tomaron conocimiento del ajedrez, lo jugaban con las mismas reglas que se seguían en el mundo árabe, y eso sucedió durante un período que posiblemente se prolongó hasta 1.200. No había diferencias importantes en las reglas del juego, según Murray, «desde el Indo hasta el Atlántico, o desde el Sahara hasta Islandia.» No olvidemos que el ajedrez musulmán poseía toda una literatura y sus maestros habían desarrollado la ciencia del juego.

Lo único que el jugador europeo conocía del ajedrez apenas eran las reglas y unos cuantos problemas o posiciones. Pero desde su introducción en Europa, todo el desarrollo del ajedrez es exclusivamente europeo.

El parentesco mahometano del ajedrez europeo queda establecido por la identidad de las reglas en la temprana literatura europea sobre el juego, por los finales arábigos y las posiciones de las colecciones europeas de problemas, así como por los arabismos en la nomenclatura del ajedrez europeo.

Una de las mayores evidencias para el paso del ajedrez de un pueblo a otro radica en el hecho de que el juego fuese transmitido junto con su nombre originario. Así, el sánscrito chaturanga se convirtió en el persa chatrang, y el persa chatrang se convirtió, a su vez, tanto en el griego zatrikion como en el árabe shatranj. Pero no sucedió lo mismo cuando el shatranj árabe pasó a suelo europeo. Sólo en dos lenguas ibéricas, el castellano y el portugués, podemos hallar el rastro del nombre árabe. El español ajedrez (antiguamente, axedrez) y el portugués xadrez descienden del árabe ash-shatranj. En los demás lugares de Europa el ajedrez recibió un nombre que, en última instancia, hace referencia a un término ajedrecístico árabe, pero que nunca fue empleado, en árabe, para designar al ajedrez propiamente dicho. Ese término, shah, es el nombre de una pieza, empleado con un nuevo sentido.

Es interesante el desarrollo de la palabra shah en latín, y luego en otros idiomas europeos. En árabe esta palabra se emplea en ajedrez sólo para designar al rey. En latín encontramos nada menos que cinco adaptaciones de la palabra: 1) la interjección scac, scacum; 2) el nombre neutro scacum, que significa «un jaque»; 3) el adjetivo scacus (jaqueado); 4) el verbo scacare (dar jaque, jaquear); y 5) el nombre masculino scacus, que reproduce el nombre árabe, pero que en Europa sufrió un inesperado deslizamiento de significado, pasando a designar genéricamente el ajedrez.

De los términos latinos ludus scacorum o scaci se derivan los nombres normales del ajedrez en la práctica totalidad de los idiomas europeos,  excepto el castellano, el portugués y el galés. Por ejemplo:

Italiano:              scacchi                                  Sueco:            schack-spil

Catalán:             scachs                                    Letón:             schacha-spehle

Francés:              échecs                                   Checo:           sachy

Inglés:                 chess                                     Polaco:           szachy

Alemán:              schachspiel                           Croata:          sah

Holandés:           schaakspel                           Serbio:           shkak

Danés:                 schak-spil                             Rumano:       šah

Islandés:             skaktafl                                Húngaro:      sakjáték

 La forma que adopta los nombres castellano y portugués para ajedrez demuestran la mayor conexión con el mundo árabe, mientras que el nombre galés seccyr está tomado del latino scaccarium.

La evidencia derivada de la nomenclatura del ajedrez indica un conocimiento del juego en otras zonas de la Europa cristiana, además de la Península Ibérica, en fechas anteriores a las sugeridas por van der Linde y von der Lasa (primeras décadas del siglo XI). Estos historiadores basaron sus conclusiones en que no hay referencias escritas anteriores a esa fecha. Pero Murray objeta:

Conocemos muy poca literatura de los siglos VIII y IX para poder conceder demasiado peso a la no mención del ajedrez. Podemos afirmar así esta posición: los documentos contemporáneos que establecen el conocimiento del ajedrez en la Europa meridional datan de comienzos del siglo XI, pero la evidencia filológica implica que ese conocimiento existía al menos un siglo antes.

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