Si decimos rosebud, decimos Ciudadano Kane. Si decimos Ciudadano Kane, decimos Orson Welles. Si decimos San Simeón, decimos William Randolph Hearst. Si decimos William Randolph Hearst, decimos Ciudadano Kane, y, de nuevo, rosebud, como final de trayecto.
Como es sabido, la película es una alegoría fílmica, expresionista, experimental e innovadora, acerca de la vida del magnate William R. Hearst, que a partir del diario San Francisco Examiner (fundado por su padre), construyó el mayor imperio editorial de la prensa amarilla en Estados Unidos. También construyó una enorme mansión/fortaleza, San Simeón, en una montaña de California, que a duras penas podía albergar a su ego, pero que cobijaba muy bien sus amores adúlteros con la joven actriz Marion Davies, además de una infinidad de obras valiosas y tesoros artísticos.
‘Rosebud’ es la última palabra que pronuncia Kane en su lecho de muerte. Capullo de rosa. Pero si ese es su significado, ¿por qué ha levantado tanta polvareda y especulación el posible significado, originado tanta tinta el significado profundo de la palabra?
¿Fue William Randolph Hearst un verdadero triunfador? Sólo si admitimos que cada triunfador duerme con un fracasado que en él coexiste como un alter ego o un döppelganger, sombra de sí mismo, o la otra cara de la moneda, el reverso de sus éxitos.
Unos días antes del estreno del film, Hearst y Welles se encontraron en el ascensor de un hotel. Welles le ofreció unas entradas para asistir al mismo. Como puede imaginarse, el magnate ni contestó.
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Anonymous 14:28, junio 25, 2013
William Randolph Hearst fue, en esencia, aparte de un magnate que dirigió un imperio mediático que todavía persiste, un bastardo impresentable, infame, insidioso, despreciable y totalmente aborrecible al que no me importaría en absoluto que el destino le hubiera deparado pudrirse en el infierno viéndole el blanco de los ojos al diablo: semejante espécimen azuzó a la opinión pública para que un presidente tan estúpido como imperialista, declarara la guerra a España tras el incidente del Maine y que centenares de vidas costó a nuestro país además de las pérdidas de las últimas provincias de Ultramar; MacKinley pagó el precio de su prepotencia al morir tras varios días de espantosa agonía. Qué pena que no hubiera habido otro León Czolgosz que hubiera hecho lo mismo con el primero. Saludos. Armando.
ReinaBlanca 10:32, junio 25, 2013
Leí hace mucho tiempo ese libro y debo decir que me impactó y lo guardo con cariño en mi biblioteca. Si que es cierto que entraña misterio esa palabra, no se por qué tanta expectación pero debo decir que a día de hoy aún me lo preguntaba. La película no la he visto, pero me la anoto para buscarla, espero que esté a la altura del libro!
Anonymous 11:52, junio 25, 2013
La película es fenomenal, Está considerada una de las mejores en la historia del cine, si no la mejor, tanto por su contenido (guión, etc.), como por su revolucionaria estética. Te la recomiendo encarecidamente,. Además, Orson Welles y Joseph Cotten están fenomenales en sus respectivos papeles. A. Gude