En las muy interesantes memorias de la escritora, compañera de Jean-Paul Sartre e inspiradora del movimiento feminista, Simone de Beauvoir, existen algunas referencias de pasada al ajedrez. He aquí los fragmentos en cuestión:
LA FORCE DE L’ÂGE
Simone de Beauvoir
Gallimard, 1960
Col. Folio (ed. en febrero 2005)
«Dejamos la brasserie Paul por un café-restaurante que se llamaba Chez Alexandre y que Sartre describió, más o menos, en La Náusea bajo el nombre de Chez Camille. Allí, una media docena de mesas de mármol se bañaban, tanto en verano como en invierno, en una luz de acuario.
(…)
«En medio de la sala se encontraba un billar ruso y solíamos jugar algunas partidas, antes y después de las comidas. ¡Bien que nos divertíamos entonces! Por otra parte, Sartre me enseñaba los rudimentos del ajedrez.» (p. 234)
«En ausencia de Sartre, veía mucho a Olga.
(…)
Para charlar, nos sentábamos en el Océanic, en el Cintra y, a veces, en un pequeño bar de los muelles, cuyas cortinas, la moqueta y hasta los espejos tenían color de albaricoque que nos encantaba. Allí bebíamos exclusivamente cassis. Me propuse enseñarle a Olga a jugar al ajedrez. Jugamos algunas partidas en la brasserie de la Ópera. Pero nuestra ignorancia nos valió tantas recriminaciones indignadas de algunos mirones que no nos atrevimos a seguir jugando más que de forma clandestina. Nos encerrábamos en mi habitación y combinábamos algunas jugadas con unas buenas copas de Cherry Rocher.» (p. 268)
«Debido a la hora alemana, era plena noche cuando salía. Me precipitaba al Dôme en busca de algo de calor humano. El lugar no estaba prohibido a los alemanes y mientras me tomaba un café, «murciélagos grises»* daban buena cuenta en sus mesas de mantequilla, mermelada y le entregaban al camarero bolsitas de té auténtico. Yo trabajaba, como tiempo atrás, en uno de los reservados del fondo, pero ya no había refugiados leyendo periódicos o jugando al ajedrez. La mayor parte de los extranjeros había desaparecido, así como casi todas las caras que conocía.» (p. 543)
*Oficiales alemanes.
Antonio Gude 06:31, noviembre 16, 2011
Mari Angeles. Sí, Jairo tiene un blog muy interesante, YO OPINO. Pincha aquí en el enlace Jairo Tangarife. Saludos.
Mari Angeles 22:20, noviembre 15, 2011
Qué interesante!!!! Hasta sus comentarios! No quería pasar sin decir lo mucho que me gustó pero no me siento a la altura culturalmente para debatir con ustedes. Jairo tiene blog también? Son ustedes la créme de la créme en conocimientos!!
Antonio Gude 22:13, noviembre 15, 2011
Anónimo. En francés, ‘deuxième’ supone que hay más de dos. Si sólo hay dos (en una carrera o una sucesión de nombres), sólo admite ‘second’. No entiendo tu pregunta. Si es por la traducción del título, de acuerdo, hay varias posibilidades. La mía ha sido literal, lo admito.
Anonymous 22:09, noviembre 15, 2011
Respeto tu percepción, no obstante,»La plenitud de la vida», también la encuentro traducida como «La fuerza de la edad». ¿Cabe «segundo» en deuxiéme?
Antonio Gude 21:45, noviembre 15, 2011
Jairo. En el tema de ‘El segundo sexo’ tal vez valga la pena aclarar una sutileza. La Beauvoir (apellido predestinado: buen ver) tituló a su libro «Le deuxième sexe», que deja abierta la posibilidad de que haya otros más, pues si hubiese querido decir el segundo y último, entonces tendría que haberlo titulado «Le second sexe».
Antonio Gude 21:39, noviembre 15, 2011
Interesante reflexión sobre un tema (Sartre/Beauvoir)que, modestamente, conozco. Es cierto: Sartre no tenía el menor atractivo físico, pero ejercía un poderoso atractivo intelectual sobre muchas mujeres, en particular, y como dices, alumnas o admiradoras suyas. Aquí habría que formular, tal vez, una nueva teoría del erotismo en torno al atractivo del intelecto. La Beauvoir, en cambio, era una mujer muy guapa. Y su libro ‘El segundo sexo’ es una obra maestra, de la que me confieso admirador, precisamente porque admiro a las mujeres, y me permitió conocerlas mejor. Lo de Diego Rivera con la Kahlo es otro de los misterios de la humanidad, aunque tanto la otra como el uno era complicaditos. Frida Kahlo tenía su cuerpo destrozado y no me extraña que viera las cosas en una perspectiva alucinógena (hasta Trotsky cayó…).
Anonymous 21:32, noviembre 15, 2011
Siempre que escucho o leo el nombre de Simone, lo primero que recuerdo es a Sartre, pero no por sus obras: extrañamente, por su fealdad, que no fue obstáculo para conquistar a muchas de las alumnas de Beauvoir, además, a la misma bella escritota. Ambos, traen a mi memoria la vida del feo Diego Rivera con Frida Kahlo. Frida tuvo sus amantes femeninas al igual que lo hizo Beauvoir, como es el caso de Olga Kosakiewicz. Son increibles los paralelismos entre estos ndiscutiblemente 4 genios.
Jairo