ajedrez, abril 3, 2011

TEORÍA DEL ATAQUE (1)

Del libro EL ATAQUE EN AJEDREZ, A. Gude, Ediciones Tutor, pp. 11-19 1. TEORÍA DEL ATAQUE El núcleo de una partida de ajedrez es una batalla creativa de planes e ideas, cuya más alta manifestación se encuentra en el medio juego. DAVID BRONSTEIN 1.1 INTRODUCCIÓN AL ATAQUE En ‘Técnica de la combinación de mate’ y ‘Escuela de táctica’ se estudiaba un importante espectro de técnicas de ataque, en particular del ataque al enroque. Por definición, en el primer volumen de la trilogía (TCM) se estudiaban aquellas combinaciones que finalizaban en mate y, por tanto, eran posiciones ya cargadas y sólo faltaba aplicar el detonante. Sin que se exigiese el mismo objetivo drástico de definición, en EDT se consideraban igualmente numerosas posibilidades de ataque, por temas, factores estratégicos y tácticos (sacrificio de determinada pieza en una casilla, utilización de una columna semiabierta, etc.). En otras palabras, los elementos venían dados en la posición, y se trataba de aplicar el método de ataque ganador. Aquí se trata de retroceder un paso atrás, no de nivel, ni retórico, sino cronológico. El ideal sería llegar a las posiciones comentadas en los dos tomos anteriores, posiciones generalmente ganadoras o listas para serlo, si exceptuamos la intervención de eventuales errores, tal vez inevitables, cuando el juego tiene lugar entre seres humanos. Lo más difícil de un ataque no es, naturalmente, llevarlo a cabo cuando la propia posición ya está lista o predispuesta de forma favorable a ese bando. El trabajo de preparación o puesta en marcha del ataque, cuando la posición lo propicia, o incluso cuando ya entra dentro de los planes de la apertura, es tarea considerablemente más difícil, y en la que la maestría del jugador se pone de relieve. 1.1.1 Teoría de contactos Cuando una pieza ataca a otra, queda establecido un contacto entre ambas. Las características de ese contacto pueden ser múltiples. Si un caballo ataca una torre, aquél no es atacado a su vez por ésta. El contacto afecta a ambas piezas, pero el caballo es la pieza activa (o atacante) y la torre la pieza pasiva (o atacada). El contacto tiene, por tanto, dos caras, pero es unilateral en cuanto a acción. Ese tipo de contacto puede producirse también cuando intervienen piezas lineales (alfil, torre, dama, incluso el rey). Cuando una torre ataca un alfil, es evidente que el ataque no es recíproco, porque se ejerce en la línea de acción de la primera pieza y no de la segunda. Si fuese a la inversa, el papel activo sería del alfil y el pasivo de la torre. En el caso ambivalente de la dama, que cuenta con los dos tipos de movimiento (horizontal+vertical y oblicuo), cuando es esta pieza la que ejerce la función activa (en el ataque, por ejemplo, a una torre), el contacto puede ser monoactivo (la dama ejerce su ataque sobre una diagonal y no es atacada por la otra pieza), o interactivo (ambas piezas se atacan mutuamente sobre una fila o una diagonal). El contacto y el encadenamiento de contactos constituyen la manifestación básica de la táctica. Podemos efectuar movimientos de piezas que no establezcan ningún contacto, y nadie dice que eso no sea jugar al ajedrez. Por ejemplo: nuestra primera jugada es 1 g3. Hemos avanzado un paso el peón g para desarrollar nuestro alfil de rey por fianchetto. El peón no ha establecido ningún contacto, ni amenaza con hacerlo. Sabemos que las primeras jugadas de la partida tienden a movilizar las piezas, a disponerlas en posiciones ideales, dentro de lo posible. Pero ¿cuál es el fin? Disponer nuestros efectivos en orden de batalla, de modo similar a cómo un ejército se despliega y toma posiciones en el campo, antes de que la batalla dé comienzo. Será inevitable que cuando ambas formaciones hayan ocupado la disposición prevista o diseñada por sus respectivos comandantes, se establezca contacto entre ambas. Cuando llegamos al medio juego (y este libro es un tratado sobre la táctica en el medio juego), apenas son imaginables las evoluciones de piezas que excluyan algún tipo de contacto. Por ejemplo: si llevamos una torre a una columna abierta, en la que no se encuentra ninguna otra pieza, lo hacemos no con un fin abstracto, sino absolutamente concreto. Pues, como dijo Nimzovich, no tiene sentido ocupar una columna abierta, si no se encuentran en ella objetivos de ataque. Naturalmente, es posible que esos objetivos no se encuentren en la columna, pero sí que a través de la columna podamos alcanzarlos. La jugada de torre, por tanto, es una anticipación del contacto, la amenaza de proceder a un contacto favorable. Los contactos entre piezas dan paso a la tensión de la lucha y a las distintas formas que ésta toma: maniobras, operaciones tácticas y estratégicas, combinaciones. La combinación es la secuencia de lucha más intensa que se da en el tablero, en particular con las jugadas de sacrificio, que crean las situaciones de mayor tensión. Cuando el contacto entre dos piezas es mutuo, el bando con el turno de juego puede reaccionar de distintas formas (consideradas de menor a mayor grado de agresividad):

  • rehuyendo el contacto, es decir, desplazándose de la línea de ataque
  • protegiendo la pieza con otra propia
  • cambiando la pieza por la enemiga
  • ignorando el contacto y creando otro de mayor rango (amenaza superior)

En algunos casos también es posible interponer una pieza en la línea de ataque.

Por el estudio de las combinaciones (véanse los dos primeros tomos de la trilogía, TCM y EDT) sabemos que determinados contactos entre piezas crean figuras de la lucha con características especiales, que pueden ser especialmente favorables para un bando y especialmente peligrosas para el otro. Hablamos de ataques dobles, enfiladas, clavadas, autobloqueos, etc.

(continuará)

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