El siguiente diagrama refleja la posición de la partida Topalov-Kramnik (Mundial de Las Vegas 1999, octavos de final), en una de las luchas del desempate. Las blancas acaban de jugar 38 Tc4.
En este momento Kramnik tiene serios problemas, pues el cambio de damas le deja en posición perdida, y si retira su dama, la cuestión es adónde. Lanzó pues un farol, especulando también con el apremio de tiempo de su rival: 38 … Tf3+?! Ahora, si se toma la torre, las negras quedan con ventaja prácticamente decisiva (39 exf3 Tb2+ 40 Rg1 Dxf3 41 Dc8+ Rh7 42 Dh3 Dxd1+ 43 Df1 Dxd6). Sin embargo, la insólita respuesta de Topalov hizo buena la «combinación» de Kramnik: 39 Rg1??. Después de 39 Re1, las negras pueden abandonar sin remordimientos, pues no disponen de ninguna jugada que pueda prolongar la lucha. Siguió: 39 … Dxe2 40 Dd4 Tb2, y Topalov se rindió.
¿Por qué no jugó Topalov su rey a e1? Seguramente pasaron por su cabeza imágenes y prejuicios. ¿No es e1 la casilla originaria del rey, de dónde hay que evacuarlo para ponerlo a cubierto? ¿No es g1 la casilla que ocupa al enrocar, donde habitualmente está protegido? ¡Quién sabe, en cualquier caso, qué papel jugaron los nervios, en una situación de cuyo resultado dependían, como mínimo, seis millones de pesetas!
(continuará)
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