Tipos que se apellidan Neumann y von Neumann hay un montón en Alemania y países de su órbita.
Gustav Richard Neumann, por ejemplo, fue un maestro conocido de la segunda mitad del siglo XIX, que venció a jugadores del calibre de Mayet, Louis Paulsen o Anderssen.
En ajedrez, el último caso curioso de un von Neumann, fue el de un jugador sin Elo, que en el World Open de Filadelfia de 1993 dio la campanada en la segunda ronda, al hacer tablas con el GM Heigi Olafsson. Y aun daría una segunda… ¡aunque negativa! En la cuarta, se enfrentaba a Daniel Shapiro, que fue sorprendido, porque tras las jugadas 1 e4 e5 2 Cf3 Cc6 3 d4 exd4 4 e5 Cge7 5 Ae2 Cf5 6 0-0 Ae7 7 Cbd2 0-0 8 Cb3 d6 9 exd6 Dxd6, su contrario se sumió en profunda reflexión. Tanto pensó, pensó tanto… ¡que acabó perdiendo por tiempo, sin realizar siquiera su décima jugada!
El von Neumann más famoso no tiene, sin embargo, nada que ver con el ajedrez.
John von Neumann, americano de origen húngaro, estaba considerado, a mediados del siglo XX, como «el hombre más inteligente del mundo», que desarrolló la teoría de los juegos y contribuyó a desarrollar la mecánica cuántica, la teoría de conjuntos y el análisis numérico.
Javier Sampedro (en El País del 18.8.2003) cuenta que «fue el principal responsable de los cálculos para diseñar la primera bomba atómica, en el marco del Proyecto Manhattan, y para rematar la faena, estableció los fundamentos de los ordenadores actuales. También bebía, bueno, como un matemático húngaro, y vivió lo suficiente para ver cómo un cruce de calles en Princeton era rebautizado como la esquina de von Neumann, debido al inverosímil número de accidentes que causó allí.
«Por supuesto, fue von Neumann quien concibió el autómata de von Neumann, un robot teórico capaz de replicarse. El matemático estableció que debía tener dos partes: un constructor capaz de manipular los materiales del entorno y convertirlos en los propios componentes del autómata; y un programa con las instrucciones necesarias para fabricar un constuctor. Funciona así: el programa saca una copia de sí mismo, y después dirige con sus instrucciones la construcción de un nuevo constructor. La nueva copia del programa queda alojada en el nuevo constructor, y ya tenemos un autómata completo.»
Parece ciencia-ficción, como si von Goom (el del Gambito de su nombre) hubiese vuelto a la vida…
Por cierto que el primero en utilizar la palabra robot fue el escritor checo Karel Capek, en su libro R. U. R. (Rossum’s Universal Robots).
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