Con este título publica hoy (29.12.2010) ‘El País’ una interesante carta del lector Joan S. Alós Batlle:
«¿Por qué será que no me sorprende lo que nos desvela Wikileaks? Si acaso, lo que me sorprende es su propia existencia, que por una vez podamos saber lo que se dice a micrófono cerrado, qué sucede cuando la Embajada cierra sus puertas, cuando la foto oficial toca a su fin.
No me sorprende que una primera potencia ejerza presión sobre un Estado «soberano»; posiblemente el día que deje de hacerlo dejará de ser una primera potencia. Me apenan si acaso las formas, el escaso respeto por las personas, el considerarlas piezas de ajedrez de un inmenso tablero en que el rey, la primera potencia, tiene claro que están a su servicio para vencer al contrincante y defender su propia vida. ¿Quién es el contrincante? Cualquiera que se ponga por delante. ¿Qué pieza somos nosotros? No es el mismo el trato a una dama, a una torre, a un alfil, incluso a un caballo, que el que pueda merecer un peón. Y alguien mueve los hilos ¿nos sorprende? Para mí lo nuevo de Wikileaks no es el mensaje sino el propio mensajero, que alquien se la juegue y a través de la Red ponga ‘en jaque’ no sólo a los mandamases, sino a la propia concepción del Estado como valor absoluto.
¿Podemos imaginarnos un mundo sin Internet? ¿Sin que las personas puedan expresar urbi et orbi sus opiniones, alegrías, miedos y sentimientos? Alguien intenta detener al mensajero y el mundo entero protesta. Quizá la seguridad auténtica no consista en tener que ocultar lo que se hace y lo que dice, sino en poderlo pregonar desde un profundo respeto al ser humano.
No me sorprende lo que se desvela, me sorprende que se desvele. Y me hace concebir un cierto sentimiento de esperanza en la especie humana.»
Ahí queda eso.
Suscribo al 100% el contenido de esta carta.
Sólo me gustaría añadir dos pequeñas reflexiones adicionales:
1) No creo en la «soberanía» de los estados, ni creo que ellos mismos se lo crean: los países pequeños (y no tan pequeños) están sometidos, por lesa realidad, a la dictadura de las grandes potencias económicas. Siempre ha sido así y, en el momento actual, no podemos vislumbrar que vaya a cambiar en el futuro.
2) De sobra sabemos la cantidad de crímenes que se han cometido en nombre de la razón de Estado. La razón de Estado es un sofisma. En cuanto al concepto secreto de Estado es una estafa a la sociedad, un insulto a la inteligencia del ciudadano.
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A. Gude 16:30, enero 04, 2011
Gracias por tu comentario. La diferencia,naturalmente, es importantísima. Una cosa es sospechar que tu mujer te engaña y otra muy distinta saberla a ciencia cierta. Por ingenuos que seamos, algunos nos hemos escandalizado.
elez 15:53, enero 04, 2011
Lo que me parece curioso ,es la diferencia entre saber (creo que nadie se sorprende de todo lo que esta saliendo a la luz) y saberlo «oficialmente».
A. Gude 11:23, diciembre 31, 2010
Sin duda tenía razón Maquiavelo, como digno heredero de la Roma Imperial, porque pensaba en términos de acción y pragmatismo: la conquista y ejercicio del poder. Platón es el idealismo y, por tanto, el antipolítico o el antipragmatismo. La cuestión es si es o no lícito el ejercicio del poder. Democracia, aristocracia, sufragio universal, qué vacíos están hoy todos estos conceptos y, sin embargo, valen tanto como valga su buena o mala prensa…
Catulo 11:00, diciembre 31, 2010
Wikileaks demuestra que Maquiavelo tenía razón y Platón estaba equivocado. La política no es conocer el bien para practicarlo y crear una sociedad lo más perfecta posible sinó la conservación o el incremento del poder, es decir, la capacidad de obligar a alguien a hacer lo que sea incluso contra su propia voluntad.
Manolo 20:10, diciembre 29, 2010
Que se puede esperar de un pais que mantiene la pena de muerte y se creen ser la mejor democracia del mundo.
Joaquín 19:41, diciembre 29, 2010
No podía estar más de acuerdo, Antonio.
Suscribo punto por punto tus dos notas.
Felíz salida y entrada de Año.