William Golding, Premio Nobel de Literatura en 1983, citó como sus aficiones: «La música, el ajedrez, navegar, la arqueología y los clásicos griegos.»
Se dice que la noche anterior a la concesión del Nobel pasó varias horas jugando al ajedrez con el crítico literario Anthony Curtis.
En El señor de las moscas hay una referencia al ajedrez:
(A propósito de Ralph, uno de los protagonistas):
«A esas alturas, ya no le daba apuro pensar en público, y podía reflexionar sobre las decisiones del día como si se tratara de una partida de ajedrez. El único problema es que nunca sería un buen jugador de ajedrez.»
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