ajedrez, agosto 17, 2025

CAPABLANCA Y ALEKHINE

Acaba de publicarse este libro, cuyo título completo es Las historias, partidas e intrigas de Capablanca y Alekhine, por Luis Fernández Siles.

¿No era que sobre Capablanca y Alekhine estaba todo dicho?

Pues tal vez no sea así y Fernández Siles, en cualquier caso, no debe compartir esa creencia, tras haber llevado a cabo una minuciosa labor de investigación de la vida y carrera de estos dos gigantes del ajedrez, que le ha permitido descubrir sabrosos detalles e incidencias que, a menudo, resultan deliciosos. Conviene tener presente que el autor, un comunicador destacado para el público de habla hispana, fue editor y director de la revista Capakhine, título que habla por sí solo de su interés por estos dos monstruos del tablero, con sus nombres fundidos en una misma aventura editorial. Una revista muy interesante por cierto, que, además de un buen contenido, hacía gala de un diseño rompedor y vanguardista. Todo un lujo que, como en otras ocasiones, los ajedrecistas españoles no hemos contribuido precisamente a que se consolidara. Publicar una revista de ajedrez en España es una bendita locura, pero queda en pie ese testimonio vivo porque, como dijo el gran poeta cubano Lezama Lima, “la grandeza del hombre es el flechazo, no el blanco”.

En el libro se comentan muchas partidas y se analizan actuaciones y la personalidad ajedrecística de estos dos campeones, pero lo que más me ha interesado son las intrahistorias y peripecias de sus momentos estelares. Hay apuntes sugestivos, notas de contexto, cositas que, aunque conocidas muchas de ellas, se nos cuentan desde un ángulo especial o una mirada personal y perspicaz. Porque no todo debe ser pura objetividad, por más que ese afán sea preceptivo, pues también intervienen las aristas, las miradas de soslayo y las interpretaciones personales, sin todo lo cual, en lugar de un libro, tendríamos un frío informe, un atestado. No es éste el caso, porque todo el texto está impregnado de cariño, incluso de pasión por transmitirnos los acontecimientos, por lo que se nos cuenta, de modo que el cómo pasa a ser tan importante como el qué.

El match de Buenos Aires, por ejemplo, está ampliamente comentado, incluidas las partidas. Y aquí es importante destacar que el tono de los comentarios y la dimensión de los análisis son muy correctos, ni agobiantes, ni excesivos, pero claros y con detenimiento en los conceptos. Veamos una de las acotaciones antes del match:

 

Sobre la fase final pensaba Alekhine que la fama de su rival era totalmente exagerada (sentía que ya lo había comprobado personalmente en aquel duelo de Nueva York, 1924), añadiendo que probablemente esa fama de gran finalista del cubano había nacido con su victoria sobre Lasker, ya que éste tenía una maestría de un nivel inalcanzable, especialmente, según el ruso, en los finales complicados y no puramente técnicos. De ahí procedía, nos relata el cuarto campeón del mundo, la exagerada fama de Capablanca como virtuoso en el final.

 

En cuanto a la estrategia para el match, además de su específica preparación, Alekhine había extraído sus conclusiones sobre las posibles debilidades de Capablanca, en particular que se conformaba con buenas jugadas, pero no necesariamente las mejores (y solía optar por las conocidas como “segundas buenas jugadas”), lo que jugaba en su contra, de modo que la idea era buscar las lagunas, cuestionando todas y cada una de sus jugadas en el medio juego.

Otro tema, siempre intrigante: “Nunca estudié aperturas”, fue una frase que Capablanca repitió, machaconamente, a lo largo de su carrera. Sin embargo, en varios momentos, él mismo se contradice. En el libro se recuerda su encuentro con María Teresa Mora, la joven prodigio cubana:

 

…decidí enseñarle algo sobre las aperturas y el juego medio según principios generales y de acuerdo con ciertas teorías que tenía en mente desde hacía tiempo, pero que nunca había expuesto a nadie. Para explicar y enseñar mis teorías tenía que estudiar, sí que, por primera vez en mi vida, me dediqué a trabajar en las aperturas. Tuve la gran satisfacción de comprobar que mis ideas eran, por lo que pude ver, bastante correctas. De este modo, aprendí más que mi alumna, aunque espero que mi joven amiga se haya beneficiado de la docena de lecciones que le di.

 

Podríamos concluir que el “nunca estudié aperturas” sólo fue hasta ese momento, pero es que Capablanca siguió repitiendo la misma cantinela mucho después.

Respecto a Alekhine, después de haber ganado el campeonato mundial, conquistaría los mayores éxitos de su carrera en los años treinta y en París se prodigaba en los círculos de los rusos emigrados, echando pestes sobre el nuevo orden soviético.

 

La ruptura con su país de nacimiento se debió, sobre todo, a las noticias que aparecieron en la prensa de los exiliados rusos en Francia, en referencia a una gala en honor a Alekhine, en el Club Ruso de París. Según estas fuentes, que todavía hoy en día se ponen en duda por algunos historiadores, el recién proclamado campeón mundial, cuando tomó la palabra en el acto llegó a decir: “El mito de la invencibilidad de los bolcheviques debe ser destruido de la misma manera que el mito de la invencibilidad de Capablanca”.

 

Tras ésta y otras declaraciones similares, Alekhine seguía esperando que lo invitaran al torneo internacional de Moscú (1935). Aunque es conocida su casi inhumana seguridad en sí mismo y la convicción de que todos sus actos podían borrarse o ignorarse por el solo hecho de su genialidad, en este caso su cósmica ingenuidad resulta de lo más chocante.

El autor ahonda, a lo largo de todo el libro, en la psicología y circunstancias personales de los protagonistas, y no sólo cita versiones variadas de algunas peripecias, sino también especula, y lo hace con muy buen criterio, sobre diversas cuestiones polémicas o no resueltas por los historiadores.

El libro bien merece la pena de leerse, y de leerse con verdadero interés y placer.

Todo eso está muy bien, dirá algún lector de esta reseña, pero ¿aporta novedades, revela cosas hasta ahora desconocidas? Así es, y ese lector deberá descubrirlas por sí mismo.

Fernández Siles, que tiene también una curiosísima faceta en su quehacer ajedrecístico, como es la de showman, pues durante sus exhibiciones de simultáneas se traviste de diferentes personajes para divertir a sus oponentes, acaba de descubrir una nueva pasión: la historia del ajedrez. Ojalá que siga escribiendo y deleitándonos con sus hallazgos y narraciones.

En buena hora, Luis.

 

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CAPABLANCA Y ALEKHINE

Luis Fernández Siles

ISBN: 978-84-09-71570-1

Primera edición: mayo 2025

17×23,5 cm.

440 páginas.

 

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