ajedrez, febrero 27, 2012

PUIG entrevista a BRONSTEIN

BRONSTEIN una exhibición de simultáneas a escolares.

Moscú, 1983.

UNA ILUSTRE FIGURA EN BEVERWIJK: DAVID BRONSTEIN
Jorge Puig*
(Destino, 20.4.1963)

Ya hacia el final del torneo de Beverwijk** nos atrevimos a solicitarle una entrevista, a lo que accedió muy amablemente, e incluso quiso celebrarla en español, idioma que había empezado a aprender a raíz de haber tomado parte en el Torneo de Mar del Plata, del año 1960, pero que no había practicado más desde entonces.
«Hasta los doce años no hacía ninguna distinción entre el fútbol, la gimnasia y el ajedrez –empieza a contarnos–. Pero a partir de ese momento, empecé a jugar en serio en la Casa (sic) de los Pioneros, de Kiev, a las órdenes del maestro Konstantinopolsky, que considero el mejor pedagogo para jóvenes. De mi colegio salieron muchos maestros de ajedrez, como Bannik, Jasin, etc. Y también el campeón del mundo de damas, Kuperman. En general, de 1930 a 1940 florecieron gran número de ajedrecistas soviéticos jóvenes con talento. Fue una buena década.
«Me apliqué a estudiar a fondo las partidas de los grandes ajedrecistas pasados: Steinitz, Lasker, Capablanca, Alekhine, Flohr –sigue refiriendo–. Es necesario conocer a todos ellos para tener una idea precisa de todos los estilos de juego.
«es difícil hablar de mi juego», nos explica a indicación nuestra. «Me gusta jugar con personalidad. Lo importante es el punto de vista estético que tenga el jugador. Procuro buscar nuevos caminos en todas las partidas. De ahí que no juegue las aperturas de forma mecánica. Prefiero pensar cada jugada cinco o diez minutos para no tener la sensación de que otro está jugando por mí. Incluso me paro a pensar las combinaciones típicas para que parezcan nuevas. De otra forma, ya no son combinaciones brillantes, sino técnicas.
–Entonces, ¿qué le parecen los que juegan a tablas?
Ajedrecista es el que tiene el deseo de ganar el torneo y no sólo de buscar las tablas. Ahora bien, si el adversario no quiere jugar, yo no puedo forzarle sin incurrir en riesgos inútiles.
Le instamos a que nos hable de su pasado encuentro con Botvinnik.
No es un buen recuerdo para mí, por no haber ganado, aunque es un encuentro que sirvió para quitar el miedo a la imbatibilidad de botvinnik. Era yo muy joven entonces para jugar el Campeonato. Ahora creo que ganaría a Botvinnik y también a Petrosian. Pero tendría que prepararme durante un año, estudiando aperturas y también cuidar la cultura física.
–¿Qué opinión le merece el encuentro Botvinnik-Petrosian?
Yo creo que Botvinnik es mejor, porque es un ajedrecista muy deportivo. Petrosian tiene buena técnica, es muy posicinal, y si es necesario también combina. La idferencia de edad es mucha jugando con reloj. Cabe exponer que el ritmo de tres minutos por jugada en el Campeonato del Mundo al mismo nivel que los torneos previos, no es correcto. Si en cada una de las fases se juega mejor, es porque saben más, pero tres minutos son pocos para pensar. La intuición no es ajedrez. A mí me ocurre no tener tiempo para trabajar la mejor jugada. Desde hace dos años estoy intentando corregir este inconveniente, anotando el tiempo junto con la jugada y así voy recordando cómo estoy de tiempo, para no entretenerme demasiado en una misma jugada.
Conocer el tiempo de reflexión de cada jugada
–nos explica concienzudamente una de sus teorías predilectas, que por demás compartimos– es muy necesario, pues significa conocer el ritmo de la partida, su pulso. Las jugadas en sí son demasiado abstractas. Las partidas quedan muertas. De la partida Reshevsky-Alekhine (AVRO 1938), por ejemplo, interesa saber más el tiempo que la jugada. Esto sería vivir realmente la partida. Los aficionados se acostumbrarían a pensar en el mismo tiempo, y los maestros sabrían en qué momentos y por qué causas un determinado jugador piensa más que en otros, todo lo cual redundaría en el progreso del ajedrez.
Bronstein, gran propagandista del ajedrez, desearía darle nuevas formas de expresión. Por ejemplo, instituir un festival de ajedrez de la misma forma que se celebran festivales de cine.
El ajedrez no es sólo tablero. Tiene muy variados aspectos. No es un deporte cualquiera. Todos lo pueden jugar. No hay problema de edad, ni de salud. Es agradable y sirve para toda una familia. En mi país hay, cuando menos, un tablero en cada casa y todo el mundo juega. Es un gusto reproducir las partidas. Es bueno para trabajar y para pensar. Y es un juego universal que yuda al entendimiento entre los pueblos, para que se amen en el ajedrez.
Parodiando a don Quijote, que espero llegar a leer algún día en su idioma original, es mejor ser segundo que primero –réplica a nuestra aseveración de que debía haber ganado el torneo de Beverwijk–. es más interesante un encuentro individual que un torneo. En Portoroz fue Cardoso, quien me eliminó, y aquí Tan. Sin menospreciarles en su valía, puede suponerse que no me ganarían un encuentro individual a varias partidas. Pero en estos casos decidió una sola partida.
+
*Jordi Puig Laborda (m. en 1988) fue un publicista barcelonés, que promovió numerosas iniciativas ajedrecísticas, siendo la más destacable la creación del Oscar, en 1967.

**Cabeza del municipio en que se encuentra Wijk aan Zee. Allí se celebraron las primeras ediciones del torneo de Hoogovens o Altos Hornos, actualmente Corus.

.

1 comentario

  1. Anonymous 13:57, febrero 27, 2012

    Interesante reflexion sobre el tiempo.Son muchas las partidas que se han perdido por no saber administrarlo.He leido que es uno de los grandes dolores de cabeza de Francisco Vallejo Pons.
    Jairo