En la introducción a su libro SECRETOS DE LA INVERSIÓN DE JUGADAS (Tutor, 2009), el GM Andy Soltis, en el siguiente fragmento, escribe:
EL SEÑUELO DE LO CONOCIDO
Hay jugadores famosos, como Uhlmann, Lajos Portisch y Mihai Suba, que utilizan sutilezas en el orden de jugadas, con el exclusivo propósito de conseguir el medio juego que desean. Hay otros, como Bent Larsen, que utilizan distintos órdenes de jugadas como un medio de crear confusión, es decir, para plantear problemas y obligar a sus oponentes a pensar. También están los tahúres y timadores.
El timador busca la forma retorcida de llegar al medio juego que quiere conseguir. Sabe, por ejemplo, que cuando sus oponentes se ven confrontados a una jugada desconocida, sienten la fuerte tentación, incluso irracional, de alcanzar como sea una posición familiar.
Laszlo Szabo, por ejemplo, cayó víctima de esta tentación, en el Torneo de Candidatos de 1953, cuando su partida con Paul Keres comenzó así: 1 d4 d5 2 Cf3 Cf6 3 c4 dxc4 4 Cc3 a6. Esta última jugada no la conocía, pero recordó que había obtenido en una ocasión muy buen juego con 4 Da4+ Cbd7 5 Cc3 a6. Tras estudiar la posición por un rato, jugó 5 Da4+, esperando trasponer después de 5 … Cbd7.
Pero un asombrado Keres se tomó 15 minutos para cerciorarse de que no estaba soñando, y jugó 5 … b5!, ganando fácilmente (6 Cxb5? Ad7).
Un error mucho más corriente y menos penoso se produce cuando un buen jugador toma el camino fácil en una posición desconocida y traspone a otra con la que está familiarizado. Incluso puede hacerlo sospechando (o estando seguro) de que está realizando una jugada inferior.
Todos hemos visto esto cuando un jugador de 1 e4 se enfrenta a 1 … Cc6, y responde 2 Cf3. Sabe que los libros recomiendan 2 d4!, pero lo cierto es que la mitad de todas las partidas que empiezan con 1 e4 Cc6 continúan con 2 Cf3, porque las blancas quieren trasponer a una apertura abierta (con 2 … e5).
De modo similar, cuando un jugador de 1 d4 se enfrenta a 1 … d5 2 Cf3 Cc6 3 c4 e5?!, lo normal es que trasponga al Contragambito Albin, con 4 dxe5?!, aunque sospeche que 4 Cxe5! sea mejor.
El timador explota el lado débil de la naturaleza humana. Los demás deberíamos castigarlo por tomarse tales libertades. Por ejemplo: 1 e4 c5 2 Cf3 Cc6 3 d4 cxd4 4 Cxd4 Cf6 5 Cc3 g6. Este orden concede a las negras todos los beneficios técnicos de un Dragón Acelerado moderno, sin permitir la Formación Maróczy, como en el caso del Dragón Acelerado. Pero hay un inconveniente, a saber, que 6 Cxc6 condena a las negras bien a un dudoso medio juego (6 … bxc6 7 e5), bien a un final nada divertido (6 … dxc6 7 Dxd8+).
No obstante, el timador sopesará el riesgo de ser exprimido a muerte por la Formación Maróczy con el que existe de que las blancas jueguen 6 Cxc6!. Las apuestas se inclinan a su favor. Una comprobación en la base de datos muestra que las blancas han jugado 6 Cxc6! en menos de una de cada tres ocasiones (exactamente, en 327 partidas de un total de 1.000). Incluso super-grandes maestros como Bobby Fischer y Mijail Tal se decidieron por la inferior 6 Ae3 para entrar en una posición que conocían.
Ejemplos como éste deberían decirle que desconfíe de la expresión «sólo traspone». Normalmente, una trasposición conlleva una ventaja, un inconveniente y una opción extra a considerar. Si la ignora, puede estar permitiendo que su oponente se haga con el control de la dirección que tomará la apertura, y el precio a pagar será entrar en el medio juego que a él le gusta.
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Antonio Gude 07:55, julio 25, 2011
En cierto modo, sí. Creo que Lasker fue el primero en jugar en función del contrario, no objetivamente en función de la posición del tablero. Así que su estilo podríamos llamarlo psicológico, imbuido, además, de sus nociones sobre la lucha, sobre lo que escribió un libro. En cualquier caso, era capaz de captar cuestiones muy sutiles y explotarlas en su beneficio. Un gran fajador.
Anonymous 20:11, julio 24, 2011
EMANUEL LASKER:
Saludos, Antonio:¿Cabe Lasker en este rango de timador?
“Su estilo ha sido llamado «psicológico». Según suele decirse, en sus partidas, muchas veces optaba por jugadas que no eran necesariamente las mejores sino las que más complicaban la partida al adversario con el que se enfrentaba, como si buscara en cada encuentro la manera de imponerse utilizando los puntos débiles de cada uno de sus rivales. Pero lo cierto es que Lasker contaba con una impresionante fuerza combinativa y una brillante técnica en los finales, armas suficientes para derrotar a la mayoría de sus coetáneos. Cuando se enfrentaba a contendientes de alto nivel, su técnica no era exactamente «psicológica» sino que buscaba complicaciones de alto riesgo, exigiendo del contrincante enorme capacidad de cálculo, y tratando de romper los estereotipos sobre estrategia general de juego vigentes en su tiempo. En esos casos, trataba de alterar el juego equilibrado, sólido y seguro que, en sus días, se creía irrebatible. En cierto modo, Lasker se adelantó por décadas al estilo de juego de su momento y tal vez haya que buscar en estas rupturas el motivo de que fuera el mejor jugador del mundo durante muchos años”.