literatura, noviembre 25, 2010

DICCIONARIO DEL DIABLO

Pepito me incita a hablar del Diccionario del diablo. Es un provocador nato y como últimamente no le hago mucho caso, busca incordiar a través de mi humilde persona.
Habría que decir algo de Ambrose Bierce (1842-1914), su creador. Nació en Ohio y en 1861 se alistó voluntario, como soldado raso, en la Guerra Civil (o de Secesión) norteamericana, y que finalizó como comandante, en el ejército de Sherman. Al acabar la guerra pidió su admisión como militar profesional, pero sólo le fue reconocido el grado de teniente, así que desistió. Pasó muchos años en Inglaterra y, a su regreso a Estados Unidos, trabajó como editorialista en The San Francisco Inquirer, el periódico del magnate William Randolph Hearst (en el que Orson Welles inspiró su famosa película Ciudadano Kane), y luego en otros periódicos del grupo Hearst.
Se le considera un consumado cuentista, comparable a Poe, Hawthorne y Lovecraft, especializado en relatos fantásticos. Por cierto que tiene un cuento sobre ajedrez, titulado Moxon’s Master (publicado en España como Partida de ajedrez).
El Diccionario del Diablo se llamaba inicialmente Diccionario del cínico, lo que responde mucho mejor al contenido del mismo, y como tal fue publicado, sin una periodicidad regular en los diarios en que trabajaba. Finalmente, se publicó como libro en 1911, con el título del epígrafe.
Dicen que, en 1914, convocó, en Boston, a los editores más importantes del país y ante ellos quemó todos sus libros. Tal vez sea cierto o tal vez no. Pero lo que sí es cierto es que se fue a México, y allí desapareció, en la vorágine de la Revolución Mexicana. (Carlos Fuentes publicó una novela sobre el tema, Gringo Viejo, llevada al cine con el mismo título).
Una pequeña muestra de las entradas de su célebre Diccionario:

  • Acordeón. Instrumento musical con sentimientos asesinos.
  • Amistad. Barco lo bastante amplio para albergar a dos cuando el tiempo es bueno, pero en el que sólo cabe uno cuando es malo.
  • Arenga. Discurso pronunciado por un enemigo, conocido como arengután.
  • Arquitecto. Alguien que hace los planos de tu casa, a la vez que hace planes acerca de tu dinero.
  • Arte. Palabra que no tiene definición.
  • Australia. País de los Mares del Sur, cuya prosperidad económica se ha visto paralizada por la desafortunada discusión entre geógrafos acerca de si es una isla o un continente.
  • Cerebro. Aparato con el que pensamos que pensamos.
  • Cínico. Un desalmado, cuya visión distorsionada le hace ver las cosas cómo son, no cómo deberían ser.
  • Cobarde. Alguien que en situación peligrosa piensa con las piernas.
  • Conservador. Político enamorado de los males existentes, a diferencia del liberal que quiere reemplazarlos por otros.
  • Convento. Lugar destinado al retiro de mujeres que desean reflexionar sobre el vicio de la holgazanería.
  • Dentista. Prestidigitador capaz de poner metal en tu boca al mismo tiempo que lo retira de tu bolsillo.
  • Diplomacia. Arte patriótico de mentir en nombre del propio país.
  • Deuda. Sustituto ingenioso del látigo y la cadena del esclavista.
  • Egoísta. Persona de baja condición, más interesada en sí misma que en mí.
  • Epitafio. Inscripción de una tumba, que demuestra que las virtudes adquiridas con la muerte son retrospectivas.
  • Exceso. Indulgencia que penaliza las leyes de la moderación.
  • Experto. Persona que lo sabe todo acerca de algo y que no sabe absolutamente nada acerca de todo lo demás.
  • Felicitación. Manifestación civilizada de la envidia.
  • Fidelidad. Virtud muy apreciada por aquéllos que están a punto de ser traicionados.
  • Gobierno. Ingeniosa abstracción política, concebida para recibir todas las patadas e insultos que deberían recibir el Presidente y el Primer Ministro.
  • Historiador. Propagador de maledicencia.

Ciertamente, Ambrose Bierce era todo un crack, un auténtico estilista del humor negro. Este libro podría ser el de cabecera de Pepito Grillo, pero debo admitir que yo lo tengo gastado de tanto que lo quiero.

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