literatura, marzo 23, 2011

EL CIELO NADA SABE DE PROTEGIDOS

El escritor alemán Erich Maria Remarque (1898-1970), seudónimo de Erich Paul Remark, refleja en su obra un antibelicismo frontal, tras su experiencia en la Primera Guerra Mundial, plasmada, sobre todo en su novela más famosa, Sin novedad en el frente (1929). Más tarde, denunció abiertamente al régimen nazi, lo que hizo que sus libros fuesen quemados en Alemania públicamente en 1933.
Sus novelas, no exentas de calidad literaria, eran, al mismo tiempo, muy populares, por su lenguaje accesible, y –para placer del lector– por el dinamismo de la acción, con múltiples casualidades y reencuentros inverosímiles (pero felices) entre sus personajes.
En El cielo nada sabe de protegidos (1961), hay dos internos de un hospital (uno francés, otro alemán) que juegan a diario al ajedrez. El alemán se jacta de que, de joven, había llegado a jugar alguna vez con el gran Lasker. El caso es que esa partida, su rivalidad al ajedrez les mantienen vivos y animados. Pero entonces estalla la guerra y ambos se declaran enemigos y sin posibilidad de trato alguno. Ante esa situación, médicos y enfermeros del hospital comprueban que los dos ajedrecistas entran en un estado melancólico y tratan de resolverlo, mediante un truco. Un enfermero le propone al viejo alemán jugar una partida al ritmo de una jugada diaria, para poder así analizarla él en su tiempo libre y responderle al día siguiente. Propone lo propio al francés (con colores invertidos), de modo que ambos enfermos se encuentran jugando al ajedrez «por correspondencia» entre sí y sin saberlo… Hasta que, por fin, la trama se descubre y los viejos rivales se reconcilian, felices, con su tablero de por medio…
Varias novelas de Remarque fueron llevadas al cine (como la citada Sin novedad en el frente, de la que incluso se hicieron varias versiones, o Arco de triunfo) y, como curiosidad, cabe señalar que en ‘Tiempo de amar, tiempo de morir’ con John Gavin y Liselotte Pulver, el propio Remarque tiene un fugaz cameo (encarnando al profesor, en la Berlín derruida).
+

2 comentarios

  1. Antonio Gude 21:46, marzo 31, 2011

    Supongo que eres Roberto. Gracias por el comentario. Remarque fue un caso atípico en la literatura alemana del veinte. No era precisamente un estilista, pero su escritura directa no tenía nada que ver con los Mann, Wassermann, etc., escritores grandes, sin duda, pero bastante pesaditos… El público podía apreciar tramas literarias dinámicas con personajes humanos y sus divertidas peripecias. En ‘El cielo nada sabe de protegidos’, por ejemplo, creo recordar que a un personaje desahuciado sólo le preocupa escaparse con su novia para poder beberse champán y comerse un pollo asado frío… Si no las has leído, me permito recomendarte ‘Arco de triunfo’ y ‘El obelisco negro’.

  2. p&r 20:08, marzo 31, 2011

    Muchas gracias por la entrada. Aún hace poco volví a leer «Sin novedad en el frente», pero no conocía la obra que citas (y mucho menos sabía de la partida que en ella se juega). Un descubrimiento que agradezco.