Desde Italia, el ajedrez penetró en el sur de Alemania, como dejan constancia dos MSS latinos de la región, tal vez anteriores a 1.050 y, por tanto, a la carta del Cardenal Damiani.
Uno de los manuscritos se encuentra en el Monasterio de Einsiedeln, en Suiza, del que existe una copia temprana, que debe haberse realizado hacia 1.100. La otra referencia es el fragmento de un poema en hexámetros latinos, del cual se recuperaron 34 páginas al encuadernar un volumen originario del Monasterio de Tegernsee, en la Alta Baviera. Este poema, conocido actualmente como Ruodlieb, está fechado en torno a 1.030.
El Ruodlieb es un poema alemán, vertido al latín, y probablemente sea una traducción monacal de una de las numerosas obras épicas que los juglares viajeros llevaban consigo de un lugar a otro. El nombre del autor se desconoce, pero podemos presumir que se trata de un monje de Tegernsee, si bien demuestra un conocimiento tan íntimo de la vida cortesana que podemos inferir que había pasado su juventud en la corte imperial, y que se había retirado al monasterio en una etapa posterior de su vida.
Hay una escena en el poema en la que dos reyes se reúnen en un puente, se cree que en alusión al encuentro mantenido, en 1.022, por el Emperador Enrique II y el Rey Robert de Francia. El ajedrez se menciona en relación con lo siguiente: dos reyes estaban en guerra y el héroe del poema es enviado por el vencedor a la corte del vencido, con los términos de la paz. A su regreso, se le pregunta cómo había pasado su tiempo en la corte del otro monarca. Responde que inicialmente se había entretenido con el virrey, quien lo había tratado bien y había intentado vencerle al ajedrez (ludus scachorum), pero el héroe sólo había perdido cuando, deliberadamente, así se lo había propuesto. Tras cinco días transcurridos de esa forma, el héroe fue conducido a presencia del rey, quien, tras recibir su mensaje, prometió que le respondería al día siguiente. He aquí la traducción del fragmento crítico:
El rey pidió un tablero (tabula) y me ordenó que me sentase frente a él para jugar con él. Pero yo rehusé con firmeza: «Es terrible para un pobre hombre tener que jugar on un rey.» Pero entonces el rey insistió y vi que no podía negarme, así que accedí a jugar con él, con intención de ser vencido, y dije: «¿Qué ventaja podría yo obtener de vencer a un rey? Pero temo, Señor, que si la fortuna me sonríe, vos os enojaríais conmigo.» El rey sonrió y respondió burlonamente: «No hay necesidad, querido amigo, de que os preocupéis por eso. Aunque yo no ganase nunca, no me enfadaré. Pero debéis saber que quiero jugar con vos porque deseo aprender las jugadas desconocidas que podais hacer.» Entonces nos dispusimos a jugar ambos y, con la fortuna de mi lado, gané tres partidas seguidas, para asombro de la mayoría de los nobles presentes. El rey hizo una apuesta contra mí, sin permitir que yo apostase nada contra él. Me entregó la cantidad apostada, de forma que no quedó ni una sola moneda. Luego muchos de los presentes se empeñaron en apostar, ansiosos por vengar a su rey, seguros de no perder y confiando mucho en la incertidumbre de la fortuna. Se ayudaban unos a otros y de esa forma hacían daño a su juego. La confusión de sus discusiones y desacuerdos me permitió ganar rápidamente tres veces, y no quise seguir jugando. Entonces quisieron pagarme la apuesta. Al principio rehusé, pues consideraba un deshonor enriquecerme a costa de su empobrecimiento, y dije: «No estoy acostumbrado a ganar nada con el juego.» Y ellos dijeron: «Mientras estéis con nosotros, vivid como nos; cuando estéis en otra parte, vivid como querais.»
No hay duda de que las partidas entre el rey y el héroe y las que siguieron son partidas de ajedrez y el poema arroja mucha luz acerca de la posición que el ajedrez ocupaba entre la nobleza. La escena descrita subraya también el tema de las apuestas, al parecer habituales en una corte y no en la otra.
Un siglo después, otro monje de Tegernsee, llamado Metellus, incluía una referencia al ajedrez en su Quirinalia, que los eruditos datan h. 1.160. La referencia está relacionada con el ciclo de romances de Carlomagno, que habían llegado a Alemania desde los Países Bajos, y describe la trágica muerte de un joven noble bávaro en la corte franca de Pepino el Breve (752-768). El incidente se describe así:
El hijo del rey solía jugar con él a la tabula, en la que, en general, este último, siendo el más inteligente, obtenía rápidamente la victoria. Pero el vencido emprendió una discusión, considerándose el más apreciado por su padre y, con ayuda de una torre, asesta a su contrario un golpe mortal.
Esta peripecia, que se repite con otros detalles en crónicas posteriores, no tiene importancia histórica y los personajes del romance son ficticios, y de no ser por una palabra, rochus (torre), no podríamos inferir con certeza que el juego de que se habla es el ajedrez y, de nuevo, como en el Ruodlieb, tabula significa tablero de ajedrez.
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