ajedrez, mayo 22, 2011

LA EXPLOSIÓN DEL AJEDREZ SOVIÉTICO (y 2)

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Bronstein-Kan
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Hay que decir que Ilya Kan no era precisamente un jugador inexperto y sí un virtuoso de la defensa.
¿Cómo debemos considerar esta partida? ¿Como un regreso al ajedrez romántico? ¿O como una nueva concepción que, rescatando valores clásicos, propugnaba otros nuevos, como el dinamismo y la creatividad a ultranza?

El match por radio EEUU-URSS
Unos meses después, en septiembre (1945), tendría lugar el histórico match por radio entre Estados Unidos y la URSS. Este inusitado encuentro despertó una enorme expectación en el mundo del ajedrez. No olvidemos que los norteamericanos habían ganado la medalla de oro en todas las olimpiadas de los años treinta (1931, 1933, 1935 y 1937), salvo en la de Buenos Aires (1939) en la que no participaron. y confiaban en la categoría de sus estrellas, en particular, Fine y Reshevsky.
Los jugadores soviéticos seguían siendo una incógnita y en Occidente sólo Botvinnik era reconocido como una gran figura (Keres no integraría el equipo soviético), pues Salo Flohr había perdido fuerza.
Había la impresión de que el ajedrez en la URSS había progresado mucho, pero la guerra había creado una barrera para la información y, en general, se esperaba un encuentro muy disputado.
Los estadounidenses alinearon a Denker (sorprendentemente, en el primer tablero), Reshevsky, Fine, Horowitz, Kashdan, H. Steiner, Pinkus, Seidman, Kupchik y Santasiere. Los soviéticos, a Botvinnik, Smyslov, Boleslavsky, Flohr, Kotov, Bondarevsky, Lilienthal, Ragozin, V. Makogonov y Bronstein.
El resultado final (a doble partida) desbordó todas las previsiones: los soviéticos se impusieron por un tanteo escandaloso, 15,5-4,5. Ganaron trece partidas, sólo perdieron dos y cinco tablas.
De los diez minimatches, los norteamericanos sólo ganaron uno (Herman Steiner a Bondarevsky, en el sexto tablero), empataron dos y perdieron los siete restantes (cinco de ellos por 2-0).
Así pues, algo sensacional había ocurrido. ¿Eran tan buenos los jugadores rusos o se habían estacando los norteamericanos? Parece que ambas cosas.
El trabajo de investigación teórica llevado a cabo por los jugadores soviéticos empezaba a dar sus frutos, mientras que sus colegas de América seguían jugando un ajedrez tradicional, el mismo de los años treinta. Pero la década de los treinta había quedado atrás y una guerra de dimensiones colosales había transformado el mundo. La guerra y cinco años habían transformado también el ajedrez.
Los nuevos conceptos y la preparación teórica de aperturas quedaron magníficamente ilustrados sobre todo en las partidas Denker-Botvinnik y Smyslov-Reshevsky, ¡nada menos que en los dos primeros tableros!

Denker-Botvinnik
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Una paliza monumental a todos los niveles.
De todos modos, Arnold Denker no era el mejor jugador norteamericano. A pesar del enorme interés que Reuben Fine tenía por defender el primer tablero, sus colegas decidieron asignárselo a Denker, como chivo expiatorio, a fin de que Fine y Reshevsky pudiesen luchar contra rivales más cómodos. ¡Qué poco sospechaban la incomodidad que sufrirían ante sus jóvenes oponentes!

Smyslov-Reshevsky
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La India de Rey se viste de largo
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El Primer Campeonato Mundial FIDE
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Paul Keres
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El primer Interzonal: Saltsjöbaden 1948
El primer Interzonal, celebrado a fines de 1948, constituyó un triunfo en toda la línea de los jugadores soviéticos, seis de los cuales finalizaron entre los siete primeros, y sólo el húngaro Szabo logró colarse en el segundo puesto. Este dominio causó auténtica sensación.
Pero el vencedor indiscutible de aquel macrotorneo fue Bronstein, invicto, con 13,5 de 19 (+8 =11), y Boleslavsky fue tercero, con 12 puntos. Los demás fueron Kotov, Lilienthal, Bondarevsky y Flohr.
El match-torneo por el título y el Interzonal pusieron de manifiesto que la URSS era la primera potencia ajedrecística del mundo.

Boleslavsky: exquisitez y refinamiento
Si dejamos a un lado Botvinnik, Smyslov y Keres, Isaak Boleslavsky (1919-1977) podría considerarse, junto con Bronstein, la figura más destacada de fines de los cuarenta y principios de los cincuenta.
Sus investigaciones teóricas, compartidas, en su mayor parte, con su joven amigo David Bronstein, habían llevado a Boleslavsky a un nivel muy elevado, a un ajedrez en su más alta expresión, como puso de relieve en su praxis competitiva.
Ganó tres campeonatos de Ucrania y dos de Bielorrusia, estableciéndose en Minsk desde 1950.
Una de las claves para entender su trayectoria ante el tablero radica en su salud. Boleslavsky era un hombre absolutamente sedentario y un tanto apagado, que se había refugiado en una especie de ghetto interior. Por otro lado, y como dice su hija Tatiana, «mi padre tenía miedo de la vida real y sus sorpresas.» Tenía algún que otro motivo para temer a la realidad. Por ejemplo, el hecho de que trabajase durante años en una ambiciosa tesis doctoral (sobre el famoso escritor y crítico Shedrin) y que cuando la sometió a los académicos que debían valorarla, éstos le dijesen que «en la URSS no estaban bien vistos los estudios que no reflejaban los principios del marxismo-leninismo.» Si esto no inhibe a un investigador, ¿qué podría hacerlo? Esta típica muestra de la opresiva atmósfera soviética sin duda ejerció un perverso efecto sobre su espíritu. A partir de ese momento, «el reservado, poco sociable y desconfiado» Boleslavsky se concentró exclusivamente en el ajedrez, pero incluso en nuestro juego, aun siendo un gran maestro sobresaliente, estaba mucho más dotado para el análisis teórico que para la competición, precisamente porque la intensidad de la lucha le creaba una tensión excesiva.
Boleslavsky no sólo era un teórico de aperturas que descubría eficientes jugadas aisladas (las famosas novedades teóricas), sino sistemas completos, planes de juego, concepciones globales, como su variante de la Siciliana: 1 e4 c5 2 Cf3 Cc6 3 d4 cxd4 4 Cxd4 Cf6 5 Cc3 d6 6 Ae2 e5, en la que demostró que la debilidad del peón d retrasado era relativa, y también originales sacrificios de peón para apoderarse de la iniciativa.

Kotov-Boleslavsky
Moscú 1945
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El artista de Odesa
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Bronstein comentó así el ajedrez de Geller: «Uno de los postulados de la teoría de aperturas establece que al comienzo de la partida las blancas deben luchar por conseguir ventaja, mientras que las negras deben esforzarse por conseguir la igualdad. No estoy seguro de cuál es la opinión de Geller al respecto, pero a juzgar por sus partidas debe opinar que la ventaja en la apertura corresponde al banco con que él juega. Su notable habilidad para obtener el mayor partido posible de la apertura y su disposición a pasar repentinamente de los temas posicionales al juego combinativo y viceversa son rasgos característicos del arte de Geller.»
Luego llegarían nuevas incorporaciones de gran magnitud a la constelación de estrellas del ajedrez soviético: los Yuri Averbaj, Ratmir Jolmov, Tigran Petrosian, Viktor Korchnoi, Boris Spassky, Mijail Tal, Leonid Stein… pero eso ya es acercarse a la década de los sesenta, a la que dedicaremos el capítulo siguiente. Por otro lado, no olvidemos que nuestro tema es el ajedrez dinámico y, por tanto, jugadores como Averbaj o Petrosian, de patrones posicionales bien notorios, quedan excluidos.
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2 comentarios

  1. Antonio Gude 17:47, mayo 22, 2011

    ¡qué lince…! pero tal vez yo ya contaba con eso. En el blog habrá 10 o 12 páginas, pero el libro tiene más de 300, así que tú te lo pierdes… ¡Y ya no hay más! Saluti

  2. elez 17:33, mayo 22, 2011

    ja ja ja ya no te compro mas libros , me espero y los voy leyendo en el blogg